Las viñas son más resistentes a la sequía que lo estimado, según un estudio en la región francesa de Burdeos y los valles de Napa en California, pero serán cada vez más vulnerables al cambio climático, que aumenta la frecuencia de las olas de calor y disminuye las precipitaciones.
La vid tiene más potencial de resistencia a la sequía de lo que se pensaba antes y es un mensaje bastante optimista para el futuro del vino. Este estudio, llevado a cabo con datos de los últimos 15 años, muestra que no hay diferencias entre varias cepas en su resistencia fisiológica a las sequías severas: Sylvain Delzon, científico del instituto francés de investigación agronómica (INRA) en Burdeos, uno de los coautores del trabajo publicado el miércoles en la revista Science Advances.
Basándose en observaciones a largo plazo en dos de las regiones vinícolas más grandes del mundo, Saint Émilion en Burdeos y los valles de Napa en California, estos investigadores pudieron determinar por primera vez que las vides nunca alcanzaron límites mortales de disfunción hidráulica.
Este fenómeno ocurre cuando los tallos ya no pueden hacer circular la savia en su sistema vascular. Pero, subrayan, el margen de seguridad frente a la sequía sigue siendo bajo en verano.
La transpiración de las vides:
Mediante el estudio de la regulación de la transpiración de las vides, primera respuesta al estrés hídrico de varias cepas de uva, incluyendo Syrah y Garnacha, los autores demostraron que éstas adoptan el mismo comportamiento frente a la falta de agua.
Además de la buena resistencia de los vasos del tallo a la embolia vascular, este mecanismo de adaptación se explica por una mayor vulnerabilidad a la falta de agua de las hojas, que desempeñan el papel de fusible.
“Al perder sus hojas, la vid reduce su transpiración, lo que evita la caída de su capacidad hídrica”, precisa Delzon.
El estudio también puso en evidencia un cambio en la vulnerabilidad de las vides a la falta de agua en verano y notó que son más resistentes después de las sequías frecuentes e intensas.
“Las vides nunca alcanzaron su punto límite durante las sequías de principios de siglo”, resumieron los científicos. Pero “el cambio climático aumentará el estrés y reducirá este margen de seguridad hídrica”, advierte Delzon.
Declive de la vid:
“Cuando se crucen estos límites, se regarán”, añade, y agrega que en Burdeos el riego está actualmente prohibido, excepto durante los primeros tres años de siembra.
Un cierto estrés hídrico es de hecho esencial para asegurar una maduración óptima de la uva y para obtener vinos de calidad.
En los valles de Napa, mucho más secos que la región francesa, los viticultores ya están regando sus viñedos, lo que los hace aún más vulnerables a futuras sequías porque su margen de resistencia a la escasez de agua ya es muy bajo, señala Delzon.
Estamos en un contexto donde la producción de vino, especialmente en Francia, sigue siendo afectada” por el declive de la vid, y la disminución de las viñas está vinculada a muchos factores complejos, como enfermedades, prácticas agrícolas o sequías relacionadas con el cambio climático, dice el investigador que recuerda que 2017 fue el primer año a nivel mundial en el que se produjo menos vino del que se consumió.
Además, el consumo de agua en la agricultura es enorme y se espera que aumente con el crecimiento de la población.
Con el cambio climático, es aún más imperativo reducir el agua utilizada en actividades agrícolas para garantizar la viabilidad sostenible de la agricultura mediante el desarrollo de cultivos más resistentes a la sequía, sostienen los investigadores.
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