La retirada del “pico petrolero”

Por: Robert J. Samuelson.

WASHINGTON – La reciente reunión de la OPEP proporciona una oportunidad para comprender los misterios del mercado petrolero mundial. Como se esperaba, la OPEP decidió no disminuir la producción de petróleo. A menos que se produzcan desarrollos inesperados, los precios caerán, expresa el analista Larry Goldstein. El suministro potencial de petróleo, incluyendo extracciones de inventarios inflados, excedió la demanda. Goldstein advierte con cautela, sin embargo, que nadie sabe dónde se estabilizarán los precios.

Los drásticos cambios en los precios son desconcertantes. A mediados de 2004, los precios del crudo promediaron alrededor de 100 dólares por barril; ahora, están entre 50 y 60 dólares. Durante el mismo período, los precios de la gasolina en Estados Unidos bajaron más de 3,50 dólares por galón a unos 2,50 dólares. Con la recuperación lenta de la economía mundial, ¿por qué colapsaron los precios?

La explicación habitual viene en dos partes.

Primero, la demanda de petróleo es lo que los economistas llaman inelástica en cuanto al precio. Los cambios leves de oferta y demanda pueden producir grandes vaivenes en los precios. Los seres humanos y las empresas necesitan combustible. Si el petróleo es escaso, aún necesitan combustible y pagarán lo necesario para obtenerlo. Si el petróleo abunda, no necesitan mucho más combustible, por lo tanto, requieren enormes descuentos en los precios antes de comprar más.

Eso es lo que ocurrió. La oferta y la demanda expandieron inesperadamente el excedente global, reduciendo los precios. El aumento en el petróleo de esquisto en Estados Unidos (la producción norteamericana de petróleo aumentó un 80 por ciento desde 2006) inesperadamente reforzó la oferta. El crecimiento económico global, que fue más débil de lo previsto, deprimió la demanda. El mundo utiliza ahora unos 93 millones de barriles diarios (mbd) pero puede producir 95 mbd o un poco más.

Segundo, Arabia Saudí no absorbió el excedente. La OPEP no es un cartel, dice Goldstein, porque la mayoría de sus 12 miembros no quieren reducir la producción para apuntalar los precios. En el pasado, los saudíes actuaron de esa forma. Pero ahora se niegan a jugar. Inundaron el mercado de petróleo. Según se dice, no desean perder sus ventas a otros productores. También se dice que les preocupa que los precios excesivamente altos reduzcan la futura demanda de petróleo.

Todo está muy bien en esa medida. Explica la mecánica de los precios más bajos. Pero no explica una historia mayor: la retirada del “pico petrolero”.

El pico petrolero ocurre cuando nuevos descubrimientos de petróleo ya no contrarrestan el consumo anual y proveen para crecimiento futuro. Esa situación parece inevitable. El petróleo es un recurso natural finito. Hay una cantidad determinada del mismo. Cuando se acaba, se acaba. El problema es que esta lógica convincente tiene que ser comprendida en el mundo real.

En 1950, la producción mundial de petróleo era de unos 10 mbd. Para 1970, era casi cinco veces esa cifra, 48 mbd. Ahora, la producción y el consumo se dirigen a los 100 mbd. Cada vez que el pico petrolero parece amenazar, alguna combinación de precios altos, avances tecnológicos y azares expande la oferta global.

La consecuencia es la confusión de la población, tal como lo señala el analista Blake Clayton en un libro nuevo fascinante: “Market Madness: A century of oil panics, crises, and crashes.” Repetidamente viramos de la psicología y realidad de la escasez a la psicología y realidad de la abundancia.

El patrón se remonta por lo menos a los años 20, escribe Clayton, cuando la explosión de los automóviles inspiró muchos comentarios sobre “el agotamiento del petróleo” y “la hambruna de la gasolina”. No es de extrañar. Entre 1921 y 1929, el número de gasolineras creció de 12.000 a 143.000. En 1919, el coche promedio viajaba 4.500 millas por año; una década más tarde, esa distancia casi se había duplicado. Pero se evitó la escasez de la gasolina con nuevos descubrimientos en Texas y Oklahoma, avances en perforaciones (los pozos profundos pasaron de tener 6.000 pies a 10.000 pies) y mejoras en el refinamiento.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el temor era que Estados Unidos, tras haber provisto sus necesidades de petróleo y las de sus aliados, agotara sus reservas. Pero eso nunca sucedió. Cada vez que los precios suben, la noción de que la escasez es permanente florece. En 2008, el 76 por ciento de los norteamericanos creía que “el mundo se estaba quedando sin petróleo”. En forma similar, el temor al pico petrolero fue un motivo para pensar que los precios del crudo, hasta su reciente colapso, quedarían fijos en un nivel entre 100 y 150 dólares.

El error común, dice Clayton, es que “nadie en el momento puede ver de donde sacaremos más petróleo.” Existe una suposición silenciosa de que “si no se ha hallado aún, o no puede extraerse con la tecnología actual o los precios actuales” nunca existirá. La historia ha refutado repetidamente esa premisa.

Todo ello sugiere un significado más profundo en el reciente colapso de los precios. El petróleo no sólo se está desvaneciendo inexorablemente de la escena mundial. El pico petrolero sigue siendo distante. Eso, por supuesto, tiene vasta implicancias. En la medida en que el petróleo es una fuente de inestabilidad geopolítica y económica, los peligros siguen presentes. En la medida en que alimenta el calentamiento global, los peligros continúan presentes. A menos que la historia cambie -y quién sabe, quizás lo haga- la Época del Petróleo perdurará.


© 2015, The Washington Post Writers Group


 

Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora