Por: Juan David Cárdenas.
El proceso de paz en Colombia, con todos los obstáculos y problemas que ha tenido a lo largo de estos últimos años, viene entrando a su recta final. En medio de una atmosfera de incertidumbre, desconfianza y mucha desinformación se empiezan a discutir las alternativas políticas, electorales y jurídicas para que los colombianos refrendemos los acuerdos y los dotemos de legitimidad popular de cara a su posterior implementación.
Es un hecho que en este momento, y a pesar de los esfuerzos de distintos actores involucrados en el proceso, la información que la mayoría de colombianos tienen sobre el proceso está marcada por su poca capacidad explicativa y persuasiva, la persistencia en la opinión publica de “mitos y leyendas” frente a los alcances y efectos de los acuerdos y la falsa construcción de un imaginario frente a la consecución de una paz absoluta tras la firma del acuerdo que no se relaciona con la verdadera intención del proceso que es la terminación del conflicto y la búsqueda de un proceso de construcción de dicha paz entendida en términos absolutos.
Un tema tan importante, de gran trascendencia, para el futuro social, económico, político e institucional del país no debe entrar en su fase de refrendación rodeado de todos estos vicios político-comunicativos.
No se trata acá de tomar una posición a favor en contra del proceso pero si de buscar entre quienes tienen una responsabilidad mayor, por sus recursos e influencia, como los medios de comunicación, los periodistas, los actores políticos, la academia, un compromiso por difundir los textos de los acuerdos, acudiendo a las fuentes primarias, buscar contextualizar, explicar sus alcances, pero sobre todo desmontar argumentos falaces, mitos sin fundamento y posiciones sustentadas en mentiras. Todos los actores involucrados tienen sus posiciones, respetables, frente al proceso. Lo que no debería seguir cogiendo carrera es que se escuden en falsedades y distorsionen el proceso de toma de decisiones de muchos colombianos que acuden a líderes de opinión o “atajos cognitivos” para fundamentar sus decisiones.
La paz debe ser objeto de una construcción colectiva no de una imposición político-comunicativa. Cualquier iniciativa que se decida para refrendar el proceso debería tomar como un compromiso ineludible tener la verdad como centro de la argumentación.
La exacerbación del conflicto también es responsabilidad de todos los anteriormente mencionados. Quizás su cuota para la terminación del conflicto y la búsqueda de la paz sea volver sobre las raíces de la deliberación publica racional, es decir, debatir, persuadir y tratar de convencer al otro con la verdad
Bienvenida la argumentación, el debate y la persuasión.
Bienvenida la contextualización, el intercambio de opiniones y el disenso.
Muy bien lo dice Manuel Castells en su libro “Comunicación y Poder” cuando afirma que la comunicación en el proceso contrario a la violencia para la legitimación de un orden. Comuniquémonos mas, resolvamos nuestros conflictos a través de la verdadera argumentación.
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora