La odisea de una postal camino a Macondo

Agosto 12, 2015. Expedicionarios de la Ruta BBVA durante una caminata por el Parque Nacional Tayrona cerca a Santa Marta (Colombia). Los expedicionarios de la Ruta BBVA acamparon en la finca de Simón Bolívar, en Santa Marta, tras recorrer el Parque Nacional Tayrona, donde, además de efectuar una marcha de casi 30 kilómetros hasta las ruinas de Pueblito, disfrutaron de sus playas paradisíacas. EFE/MARÍA CONCEPCIÓN MORENO

Agosto 12, 2015. Expedicionarios de la Ruta BBVA durante una caminata por el Parque Nacional Tayrona cerca a Santa Marta (Colombia). Los expedicionarios de la Ruta BBVA acamparon en la finca de Simón Bolívar, en Santa Marta, tras recorrer el Parque Nacional Tayrona, donde, además de efectuar una marcha de casi 30 kilómetros hasta las ruinas de Pueblito, disfrutaron de sus playas paradisíacas. EFE/MARÍA CONCEPCIÓN MORENO


En pleno siglo XXI, en el que la comunicación instantánea queda asegurada por las redes sociales y la mensajería móvil, el ritmo del Caribe se ajusta a la perfección con el deseo de quienes aún envían tarjetas postales, una costumbre ya en desuso.

La cercanía de Aracataca, patria chica del escritor y periodista Gabriel García Márquez y su inspiración para la creación de Macondo, ese escenario literario tan real como mágico, convierte cada paso dado en Santa Marta (norte de Colombia) y cada charla con los samarios en auténticas escenas novelescas.

Ya decía Gabo que él solo era un notario de la realidad, que apenas reflejaba con sus letras la cotidianidad de las gentes de su país natal. Y cuando, en la búsqueda de un buzón de correos para enviar postales de amor, se llega al Parque de los Novios no queda más que dejarse arrastrar por ese realismo mágico.

“El nombre auténtico es el Parque Santander, pero si le preguntas a cualquiera con ese nombre nadie lo reconocerá. Es el Parque de los Novios, porque acá es donde quedan los novios para encontrarse”, explica a Efe Rosa, una vendedora ambulante de café y chucherías, nacida y residente en Santa Marta.

Junto a ella, Enrique, un hombre de 74 años, sonríe y dice que siempre se denominó así. “Cuando yo tenía 15, que era más o menos ayer, ya se conocía como el Parque de los Novios”, bromea.

Los expedicionarios de la Ruta BBVA completaron hoy una visita de carácter cultural e histórico por el centro de Santa Marta, que comenzó ante la estatua de Rodrigo de Bastidas (1445-1527), explorador de la costa caribeña colombiana desde la península de la Guajira (frontera con la actual Venezuela) al golfo de Urabá (frontera con Panamá) y fundador de la localidad.

En una transición entre la aventura vivida en el Parque Nacional Tayrona y la magia que mañana les atravesará en Aracataca (muchos de ellos ya expresaron en Cartagena ante Jaime García Márquez el fervor por su hermano), los 171 jóvenes de 21 países que participan en la 30ª edición de este programa académico-cultural creado en 1979 pasearon con calma por las calles de esta ciudad fundada en 1525.

“En 2025, que se cumplen los 500 años del nacimiento de Santa Marta, dicen que los españoles van a venir acá en barco, con regalos para todos nosotros”, señala a Efe entre risas José, otro samarino que jamás ha salido de su ciudad natal.

Según pudo comprobar Efe, ya no quedan apenas buzones de correos y la necesidad de hallar uno de ellos, algo que añade complicación a una visita, permite encontrar ciertos tesoros escondidos.

El dueño de una papelería de la plaza de la Catedral, templo en el que reposan los restos mortales del fundador de Santa Marta, explica que en la calle 3 hay un buzón en la oficina de Avianca.

Tras caminar cuatro cuadras, en el despacho de la aerolínea, sito junto a la Alcaldía de la ciudad, una trabajadora informa de que hay que desandar lo andado, aunque siempre por la calle 3.

La sorpresa es que, en medio de ese recorrido, aparecería el Parque de los Novios.

Enrique muestra un gran amor por España, país donde residió hace ya más de medio siglo. “Cuando tenía 20 o 21 años, fui a estudiar como técnico de industrias lácteas. Viví en Madrid, pero también recorrí Andalucía antes de viajar a Suiza y Holanda”, declara a Efe.

Uno de sus recuerdos más vivos es el del “régimen militar” que existía en aquel momento en el país, en plena dictadura de Francisco Franco, cuando “la gente tenía que escuchar el himno incluso en el cine”.

Y, antes de despedirse, indica cuál es la dirección exacta de la oficina de correos. Pero, como no podía ser de otra manera, esta es incorrecta.

De la calle 18 con la 2, donde había apuntado el lugareño y donde se ubica una mensajería, hay que bajar cuatro cuadras hasta la 22 con la 2, donde se halla… otra mensajería. Finalmente una trabajadora de esta última puntualiza que la oficina postal 472 se encuentra tres portales más allá.

Pese a que inicialmente dos funcionarios observan con extrañeza los sellos -comprados en Cartagena de Indias-, aceptan el envío y las postales de amor siguen su rumbo.

También la Ruta BBVA camino a Macondo. (EFE)


 

Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora