Por: Francisco Manrique.
Hace una semana señalaba la necesidad de combatir el pesimismo, que hoy nos corroe en Colombia, y que tanto mal nos está haciendo. Como un buen ejemplo, terminaba con una nota sobre la victoria de Emmanuel Macron, quien se atrevió a quebrar la tendencia populista y nacionalista en Europa, utilizando un discurso basado en la esperanza y en la historia positiva de su país. Este caso es una bocanada de oxígeno para quienes han defendido la construcción colectiva de la Comunidad Europea, y de los valores culturales que la sustentan.
Como su antecesor, May cometió un error de juicio político monumental y se pegó un tiro en la pierna al quedar con una mayoría muy precaria. Los laboristas despertaron a la juventud con un mensaje más positivo, y resucitaron fortalecidos. May posiblemente tenga que renunciar, con la ironía de que sean los laboristas los que entren al gobierno. Lo negativo es que el nivel de incertidumbre ha aumentado considerablemente ad portas de iniciar la negociaron con la CE
Hace dos semanas escribí un Posts sobre el colapso de la cultura occidental titulado El colapso desde adentro de la Cultura Occidental. En ese escrito hay varias consideraciones que valen la pena repasar. Pero en esta ocasión, quiero referirme a otra dimensión que complementa las reflexiones que se pueden hacer sobre esta materia. Veamos.
Para estas personas “cualquier pasado fue mejor”. Hoy sienten que los cambios no los han beneficiado, además de que no los entienden. Según su forma de ver el mundo, se han convertido en “los seres invisibles” y marginados de la sociedad.
El problema grave de fomentar la marginalización de la gente, es que se promueve la desconfianza que impide construir una visión colectiva para la sociedad. Como lo menciona Brooks, se genera una cultura de cinismo y de prejuicios negativos, que impide ver lo positivo de cualquier situación. Sus instigadores son los profetas del desastres donde todo es susceptible de empeorar, y los actos mejor intencionados se juzgan siempre bajo el lente de una mala intención.
El uso del miedo es el instrumento que utilizan para castrar el buen juicio y la prudencia. Les interesa despertar las más bajas pasiones de sus seguidores que normalmente terminan en violencia. Sin rubor alguno, distorsionan la realidad, utilizando las mentiras como medio para promover el pesimismo, y así justificar sus propósitos de llegar al poder por cualquier medio.
Brooks muestra cómo la marginalización genera una mentalidad de suma cero donde siempre alguien gana a consta de lo que otro pierde. El resultado es muy negativo: la exclusión. Desde esta perspectiva se puede explicar el rechazo al extranjero, el repudio a quienes tienen otra fé, o la exclusión de personas que piensan diferente. Valores como la diversidad y la inclusión, no tienen cabida en este mundo cerrado, desde donde se ve con sospecha todo lo que sea distinto o no se entienda.
El manejo del Estado, y la formulación de buenas políticas públicas, requiere de gente muy bien preparada, con integridad y vocación de servicio a la sociedad. Personas que con su ejemplo, generen una contra narrativa que combata las causas que alimentan la alienación y el cinismo de la gente, y que son fomentados resaltando solamente los aspectos negativos del Estado. Si esto no se corrige en el caso colombiano, tendremos a un número creciente de marginados e indiferentes, que serán carne de cañón fácil para los populistas criollos.
Las marchas sociales, que hoy están cada día más en boga en Colombia, mientras no sean violentas, y en contra de los derechos de todos, son las primeras manifestaciones de lo que nos espera en esta campo en los próximos años. De la manera que estos espacios se orienten bien y se acompañen, dependerá que podamos colectivamente movilizar el descontento de una manera más productiva.
Pero también, se necesita aprender a escuchar con respeto a quienes piensan diferente. Es muy importante abrirse a aceptar que “el otro” también puede tener la razón. Es fundamental que estas dinámicas fueran materia obligada desde la escuela, espacio sagrado donde se deberían de sembrar las semillas de una nueva cultura de convivencia e inclusión.
Las elecciones del 2018 serán una prueba de fuego para quien quiera “liderar” la transformación de Colombia, construyendo sobre lo que sus antecesores han hecho. Esto significa recuperar el orgullo de los avances realizados, y la confianza de que si nos unimos alrededor de una visión colectiva que nos inspire a todos, los problemas de hoy serán las oportunidades del mañana. Este fue el camino que Macron utilizó para llegar a los 39 años a la Presidencia de Francia, derrotando a los profetas del miedo y de la desesperanza en su país.
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