El deshielo en la Antártida, cambios en las corrientes marinas… ¿Hasta qué punto el cambio climático puede precipitar unos cambios irreversibles que rediseñarán el mapa del mundo? Todo un rompecabezas para la comunidad científica tras cerrar el año más cálido registrado desde finales del siglo XIX.
‘Puntos de inflexión’
Mientras que la temperatura media de la Tierra ha subido 1 ºC en 120 años y continúa calentándose con la acumulación de gases de efecto invernadero, los climatólogos se alarman por la existencia de “puntos de inflexión”.
Los impactos del calentamiento global no son necesariamente lineales ni regulares.
Un “punto de inflexión” es el momento en el que un pequeño cambio adicional acaba generando una alteración masiva en una región, un ecosistema o, incluso, en todo el planeta. Como un vaso en una mesa que uno va empujando poco a poco hasta que acaba cayendo.
Se han identificado varios “puntos de inflexión” posibles y ya se han franqueado algunas barreras, consideran algunos investigadores (aunque no hay consenso al respecto).
Deshielo
Una de las principales preocupaciones gira en torno a los hielos de la Antártida oeste. Una vez se rebase un umbral (que todavía queda por determinar), la temperatura del océano bajo la placa de hielo podrá comportar la separación de pedazos enteros.
Según un estudio estadounidense, si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, el deshielo podría conllevar un aumento del nivel del mar de 1 metro para el año 2100 y de 13 metros para 2500. Pero, si se consigue limitar el calentamiento a +2 ºC -objetivo del acuerdo de París- apenas subirá el nivel del mar, según los investigadores.
“Cada año hay más informaciones que sugieren que ya se está produciendo un deshielo parcial”, considera el climatólogo Sybren Drijfhout, de la Universidad de Southampton.
La fundición de la placa de Groenlandia también se está siguiendo de cerca, por su impacto en el nivel del mar y en las corrientes marinas.
Corrientes desestabilizadas
El calentamiento puede desestabilizar la circulación oceánica profunda, ligada a la densidad del agua del mar (temperatura, salinidad). Ahí también hay umbrales que no se pueden cruzar. Sin embargo, las corrientes influyen en el reparto del calor en el globo y la atmósfera (lluvias, tormentas, fenómenos metereológicos extremos…).
Un estudio acaba de revisar al alza el riesgo de cambio abrupto en el Atlántico.
“Un cambio así afectaría al clima de Europa, de América del Norte y también de las regiones tropicales y podría secar considerablemente la región del Sahel”, consideró el investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), Didier Swingedow, aunque esto pueda tomar décadas o incluso más.
Océanos alterados
Es también el caso de los hidratos de metano congelados en el fondo del mar. ¿Acaso podrían despedir también gases de efecto invernadero al descongelarse? ¿Existirá una barrera, como un punto de no retorno, antes de que se produzca una expulsión de gases masiva?
“Están almacenados a diferentes profundidades y condiciones de presión: no hay ninguna razón para que se desestabilicen al mismo tiempo”, señaló Valérie Masson-Delmotte, vicepresidenta del GIEC, autoridad científica de referencia sobre el clima, que constató lo mismo para el deshielo del permafrost, las capas de hielo de las altas latitudes que podrían despedir metano al descongelarse.
Por último, los océanos suponen una gran preocupación porque hasta ahora han absorbido el grueso (90%) del calor suplementario generado por los gases de efecto invernadero.
“Esta energía permanecerá durante mucho tiempo, después, los océanos la restituirán gradualmente a la atmósfera”, subraya Masson-Delmotte. Seguirá calentando la Tierra durante cientos o miles de años, hagamos lo que hagamos.
Rompecabezas científico
Los climatólogos lo saben: en un pasado lejano se dieron variaciones bruscas. Pero prever los futuros cambios es particularmente difícil. ¿Cómo detectar el momento en el que uno entra en un fenómeno de inflexión? ¿Cuál podría ser el sistema de alarma?
Valérie Masson-Delmotte pide prudencia en la comunicación sobre estos temas “que causan ansiedad”: “Estos ‘puntos de inflexión’ están en las fronteras de nuestro conocimiento y es ahí donde hay que avanzar”, afirma la investigadora francesa, que augura resultados importantes en un plazo de cinco años. AFP
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