La India se entregó hoy en cuerpo y alma a la celebración del primer Día Internacional del Yoga con decenas de miles de yoguis ejerciendo la disciplina y un despliegue sin precedentes en publicidad institucional para expandir el deseo de “una nueva era” de “Armonía y Paz” por todo el planeta.
Con las primeras luces del día, el primer ministro indio, Narendra Modi, se puso al frente de la fiesta del yoga en uno de los actos más masivos convocados para esta jornada, el organizado en el centro de Nueva Delhi con casi 36.000 yoguis para transmitir al mundo el “poder suave” de esta práctica milenaria.
Los 35.985 participantes establecieron un nuevo récord Guinness de la mayor clase de yoga en un mismo espacio, frente a la anterior marca de 29.973 lograda en 2005 también en el país asiático, y otro de mayor número de yoguis de distintas nacionalidades practicando esta disciplina, con 84, según comunicó el Gobierno indio tras recibir la certificación de esta entidad.
“No es solo el primer Día Internacional del Yoga, sino el comienzo de una nueva era que inspirará a la Humanidad en su busca de paz y armonía”, aseveró Modi antes de bajar del estrado para encabezar la marea blanca de miles de practicantes de yoga en una emblemática avenida de la capital india.
Fue un acto multitudinario espejo de otros muchos celebrados en todo el país, preparado durante días a escala nacional e incluso mas allá de sus fronteras, como en barcos de guerra en mares de medio mundo, ya que el Gobierno indio movilizó durante las semanas previas a sus funcionarios, militares y escolares.
El Ministerio de Turismo indio ha gastado cerca de un millón y medio de dólares para promocionar en el exterior este primer día mundial del yoga, con actos en Oceanía de saludo a los primeros rayos del sol en la Tierra o en lugares emblemáticos como la Torre Eiffel en París o Times Square en Nueva York, así como en 251 ciudades de 192 países.
Naciones Unidas aprobó en diciembre pasado la resolución presentada por la India para declarar esta jornada, con el apoyo de 177 países, un récord en la ONU, y la fecha del 21 de junio fue elegida por coincidir con el solsticio o día más largo del año.
La demostración de este “poder suave” del segundo país más poblado del globo, como suele calificar al yoga la ministra india de Exteriores, Sushma Swaraj, duró 35 minutos en el acto central en Nueva Delhi, suficientes para lo que puede ser una práctica diaria de posturas o asanas y de meditación.
Un ritual que la India intenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluya entre sus recomendaciones.
No solo unos minutos, sino toda la jornada ha estado omnipresente el yoga en medios de comunicación y redes sociales en la India, como lo estuvo en los últimos días con una insistente y multimillonaria en su coste campaña promocional del Gobierno indio.
“Queremos mostrar al mundo este modo de vida, porque no es solo un ejercicio ni algo intelectual, es una forma de vivir. Es un buen camino para ayudar a la paz en el mundo, algo muy simple y que solo con 20 o 30 minutos al día es muy beneficioso”, aseguró a Efe uno de sus mayores expertos indios, Hongasandra Ramarao Nagrendra.
La sabia del yoga acompañó después a Modi, junto a gurús o líderes espirituales como Baba Ramsev también omnipresentes estos días, en la primera conferencia internacional sobre esta disciplina, cuyo nombre procede de un término sánscrito que invoca la unidad y cuya práctica ya recogían hace miles de años textos sagrados del hinduismo.
“Es un regalo colectivo a la Humanidad. Puede haberse originado en la India, pero saca sus energías de millones de quienes lo practican alrededor del mundo”, dijo el dirigente indio al auditorio en Delhi.
Los yoguis suman en todo el mundo más de 200 millones, según la Unesco, ante la que India busca ahora que el yoga sea declarado Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.
“No creo que solo la India practique yoga, es una práctica en todo el mundo”, declaró a Efe Tazmina Shabaiz, una joven de Mauricio participante en el acto masivo en Nueva Delhí.
El joven argentino Michael Levy añadió que “el yoga y la medicina ayurveda son dos de los más grandes regalos que ha dado la India al mundo. Y no es algo para nada religioso”.
El Gobierno del Modi se ha encargado en descartar connotaciones religiosas en su práctica, ante las críticas de grupos musulmanes y católicos al incluir el programa gubernamental para esta ocasión ritos como el srya namaskara o saludo al sol.
Y de mostrar que no es un negocio, aunque los ashram o centros de meditación del país reciban miles de yoguis de medio mundo, sobre todo desde el auge del yoga en Occidente a finales del siglo pasado.
“Espiritualidad no es lo mismo que religión”, manifestó a Efe uno de ellos, la argentina María del Carmen Correa, yogui de uno de estos centros en el sur de India. (EFE)
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