El primer debate televisado de los aspirantes republicanos a presidir EEUU tras los comicios de 2016 llega hoy con una aureola de espectáculo más propio de un “reality” que de una cita política, y comandado por las provocaciones que han llevado al candidato millonario Donald Trump a liderar los sondeos.
La radical estrategia electoral antinmigrante del magnate Trump surtió su efecto y es así como en menos de dos meses, ha pasado de no figurar en las encuestas a ser el rival a batir por quienes están llamados a enfrentar, presumiblemente, a la demócrata Hillary Clinton en el pulso por conquistar la tan codiciada Casa Blanca.
Según las encuestas de intención de voto más recientes recogidas por CNN, Trump tiene el 23 % de los apoyos del electorado, seguido por un 13 % del exgobernador de Florida Jeb Bush y un 11 % del gobernador de Wisconsin, Scott Walker, tres de los diez republicanos que se verán las caras esta noche.
A base de descalificaciones contra la comunidad latina -con los inmigrantes mexicanos en el punto de mira- Trump, que es un buen conocedor de la maquinaria mediática, ha logrado que se hable de él de forma constante durante las últimas semanas, aunque solo fuera para criticarle.
Una continuada exposición pública de la que han carecido el resto de sus rivales, es la marca de ese empresario que parece estar dispuesto a todo con tal de conseguir su objetivo.
Trump lanzó su candidatura diciendo, entre otras cosas, que los inmigrantes mexicanos son “violadores” y que hay que “levantar un muro” en la frontera con México que es, a su juicio, uno de los orígenes de todos los males que sufre Estados Unidos (ver: Las 20 frases cuestionadas del magnate y candidato Donald Trump).
Sus declaraciones incendiarias cayeron como una bomba en las redes sociales y tuvieron una ola de duras respuestas por parte de líderes de la comunidad y personalidades.
“Payaso” y “salvaje”, le dijo la líder sindical Dolores Huerta; “ignorante”, le llamó la cantante Lila Downs, aunque el adjetivo más repetido para referirse a sus comentarios fue el de “estúpido”, que usaron desde Salma Hayek hasta los obispos católicos.
Imprudente, xenófobo, ofensivo, bochornoso, violento, absurdo y racista son otros términos que sirvieron para enmarcar la actitud de Trump, quien reconoció estar sorprendido por las reacciones.
Además, sus negocios se resintieron: NBC, Univision, Televisa, Macy’s o el televisivo cocinero español José Andrés anunciaron que rompían relaciones con Trump, y su concurso de belleza (Miss Universo, Miss USA) sufrió el boicot por parte de varios países latinoamericanos y artistas hispanos.
Pero él, lejos de disculparse, continuó hacia adelante con sus exabruptos animado por las encuestas, y no dudó en llamar “imbéciles” a varios de sus contrincantes republicanos en el camino hacia la candidatura del partido para las elecciones de 2016.
Hoy las miradas de los espectadores, y de la prensa, estarán fijas en Trump, quien estará situado en el centro del plató, el lugar más importante y donde le gusta estar, si bien ya dio a entender que no acude a la cita con ganas de bronca.
Ese ánimo de rebajar el tono podría responder a un intento de cambiarse el traje de “showman” por uno más presidenciable ante un electorado republicano que aspira a elegir un caballo ganador que se imponga a los demócratas el año que viene.
La actriz de origen hondureño América Ferrera, famosa por su papel de “Ugly Betty”, recordó recientemente a Trump que ningún candidato puede ganar las elecciones sin el apoyo latino (16 millones de votantes para 2016), una minoría que fue clave en las dos victorias del demócrata Barack Obama.
Una reflexión en la que coinciden los analistas y el veterano militar, senador por Arizona y excandidato presidencial republicano John McCain, valedor de la reforma migratoria por considerar que es una medida sin la que su partido tiene muy complicado acceder a la Casa Blanca.
Para Trump, McCain es un “perdedor” por salir derrotado en las urnas en 2008 frente a Obama, y no merece el apelativo de “héroe de guerra” tras pasar más de cinco años en un campo de prisioneros en Vietnam.
El insulto a McCain ofendió más en las filas republicanas que las diatribas de Trump contra los latinos.
“No hay sitio en nuestro partido o en nuestro país para comentarios que desprecian a quienes han servido honorablemente”, dijo el portavoz del Comité Nacional Republicano, Sean Spicer, más comprensivo con los insultos de Trump a los inmigrantes. (EFE)
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