El archipiélago pobre de las Comoras y el glamuroso perfume de Chanel nº5 tienen algo en común: el ylang ylang, un árbol tropical de flor amarilla muy preciado por su aceite esencial, del que este territorio es primer productor mundial.
Las mayores casas de perfume, con Chanel a la cabeza, son fieles desde hace un siglo a estas pequeñas islas del océano Índico situadas al noroeste de Madagascar, a pesar de sus turbulencias políticas, con 25 golpes de Estado o tentativas desde su independencia en 1975.
“El nº5 contiene mucho ylang ylang, quizás 10%”, es un “producto magnífico”, indica Christopher Sheldrake, director de investigación y desarrollo de esta marca emblemática del lujo francés. “Si describo su olor es ajazminado, ascendente, fuerte. Tiene casi una connotación afrutada, de pera, coco… Abarca todo el abanico floral. Cuando se evapora, (el olor) desciende con efluvios de clavel y un toque de clavo”, dice Sheldrake.
Con sus seis pétalos finos, la flor del ylang ylang es sobre todo apreciada por sus virtudes odoríferas.
Originaria de Filipinas e introducida por los franceses en la isla de La Reunión en el siglo XVIII, y en Las Comoras y Madagascar a principios del XX, la flor permitió una pequeña revolución en perfumería: el final de la tendencia figurativa.
En 1921, cuando Ernest Beaux creó el nº5, actualmente el perfume más vendido del mundo, Gabriel Chanel le pidió un producto que “oliera a mujer”, no a rosa o a muguete, explica Sheldrake.
En efecto, el ylang ylang – que significa “flor de las flores” en Filipinas – permite crear un perfume “muy abstracto”, dotado de un efecto floral sin que se pueda determinar la flor exacta.
350 destiladores:
Para las Comoras, el ylang ylang es una importante fuente de divisas, como la vainilla y el clavo. Cada año, este pequeño Estado produce entre 30 y 40 toneladas de aceite esencial de esta flor, esencialmente en la isla de Anjouan, que alberga 350 destiladores.
“Un bidón de 30 litros vale varios miles de euros”, afirma el “señor Gerard”, que supervisa la plantación Humblot.
El ylang ylang aportó 1,5 millones de euros en 2013 y 2014, es decir, 11% de los ingresos de exportación. Aunque se trata de una suma modesta comparada con las remesas, es crucial para los importadores de las Comoras, que la emplean como fianza bancaria, explica el economista Nour Ala Alnour Asik.
La flor seguirá siendo una fuente de ingresos importante, siempre y cuando se lleve a cabo “una reorganización seria” del sector, advierte por su parte el economista Ibrahim Ahamada, del Fondo Monetario Internacional. En efecto, las plantaciones más que centenarias de este árbol que se trabaja como una vid están envejeciendo. Pese a su importancia económica, “es sorprendente constatar que no hay ningún programa de mejoría”, subraya la agrónoma Celine Benine en un artículo de la universidad belga de Lieja.
Otro problema es que el aceite esencial se obtiene a base de una destilación en alambiques calentados con fuego de leña, en momentos en que el archipiélago sufre una creciente deforestación, consecuencia de la falta de electricidad.
Chanel asegura que incita a sus proveedores a plantar viveros y reemplazar la leña. También afirma respetar la mano de obra y los salarios justos.
Las plantaciones de ylang ylang exigen una gran labor de desbrozo, de tala y de cosecha, que oscila entre 25 y 40 kilos de flores por día y por trabajador. Un trabajo físico que muchos jóvenes ya no quieren hacer y pagado con sólo 50 euros al mes, indica una recolectora.
Esta tarifa es muy baja comparada con otros países cultivadores, afirma Jean Kerléo, perfumista de Jean Patou. “Es triste decirlo”, pero las Comoras necesitan el ylang ylang “para vivir”, y no cuentan con “subvenciones, ayudas, paro…”, afirma. (AFP)
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