Por: Andrés Quintero Olmos.
El pasado 14 de abril el FMI no bajó sus predicciones de crecimiento a nivel mundial, manteniendo su estimado en 3.5%. El crecimiento fue calificado de moderado, pero también de desigual y divergente: más fuerte en las economías avanzadas y menor en las economías emergentes y en desarrollo.
Estados Unidos seguirá con su tímida recuperación de 2.5% de expansión del PIB, la zona euro verá ya su vaso medio lleno con 1.4% y Japón persistirá en dejar atrás su estanflación con algo más de 1%.
Pareciera que al fin, tras décadas de anuncios, la economía India despegará. El país hindú llevará su crecimiento por encima de 7.5% sobrepasando a China, que ralentizará por debajo del 7%. India aprovechará los bajos precios del crudo, lo que fortalecerá su consumo interno, del cual depende en gran parte su auge. Si el Presidente Modi mejora la apertura económica de su nación, controla la inflación y no recalienta su sector financiero, India podría ser, durante el resto de esta década, la China de los años 2000, lo cual mejoraría la situación de los países exportadores de materia prima. Ojalá al mismo tiempo logre bajar sus tasas de interés -de sus bonos estatales- que hoy avecinan 8%, muy por encima de su eterno rival, China, que las tiene en 3.5%. Esto con el objetivo que pueda financiar adecuadamente sus gastos sociales y de infraestructura, con el fin último de sacar de la pobreza extrema a alrededor de 400 millones de ciudadanos, siendo India el país con mayor proporción de personas en situación de extrema escasez.
Como dicho anteriormente, China disminuirá su ritmo de crucero, lo cual es preocupante no sólo en relación a los países que dependen de sus compras e inversiones internacionales, sino en cuanto a la economía global y la posible materialización de los miedos de burbuja inmobiliaria y financiera existentes en su seno. Para apaciguar lo anterior, el Partido Comunista deberá acelerar sus reformas para el sector financiero con el fin de liberalizar las tasas de interés e inversiones, implementar un cambio fiscal que permita que las ciudades puedan directamente manejar sus gastos a través de un recaudo directo y fomentar un desbloqueo del sector privado ante la abundante tramitología gubernamental. Además de esto, la nación oriental tendrá el principal desafío de reducir su deuda, que llegó el año pasado a un nivel de más de 260% sobre su PIB.
Al margen de los pesos pesados de la economía mundial, por un lado, la región subsahariana africana continuará con una sostenida expansión de 4.5%. La caída del oro negro afectará particularmente a Nigeria que verá su crecimiento pasar de 6.3% a 4.8%. Por otro lado, el Medio Oriente tendrá una febril expansión de 3%. Pareciese que sólo Irán podría dar mejores perspectivas en esta región si se le desbloqueara su comercio. Mientras tanto, Latinoamérica confirmará su desaceleración y observará cómo desaprovechó su boom: dejando que las ideologías populistas limitaran el comercio intrarregional, obstaculizaran las reformas institucionales y fiscales pertinentes y dificultaran el reforzamiento de los mercados internos.
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