Por: Roberto McCausland.
El amor es un pájaro rebelde
Esta segunda edición de Jornal del Caribe está dedicada a uno de los artistas más importantes del mundo, Franz Liszt, considerado la figura central de la música en la Europa del s. XIX. Como siempre, viajaremos por nuestro Caribe y nos deleitaremos con la música clásica, el jazz, el rock, la música popular y folklórica. Seguiremos hablando sobre el intercambio artístico y cultural entre nuestro mar mediterráneo —el Caribe—, y aquel “Caribe europeo” o Mare Nostrum …y el buen café espresso.
Tema
Hoy día es difícil imaginarse que Liszt, Bach y Beethoven tuvieran algo que ver con la música del Caribe. Pero no solo tuvieron algo que ver, sino que además ejercieron grandes influencias en el desarrollo de nuestra música.
Aunque muchos se toman el derecho de establecer el origen de los géneros artísticos en el Caribe —como el danzón, las habaneras, la salsa, y otras danzas y ritmos que regularmente se bailaban y se oían en el Caribe en el siglo XIX, es un poco más realista o ‘vero’ —como dicen los italianos sobre las óperas de Puccini—, establecer las influencias que tiene cada género y de dónde proceden en materia de ritmo, tonalidad, danza y lengua.
Porque, veamos, ¿qué más existe en la música concretamente? El ritmo, en la música, es un patrón que implica y recurre al sentido del movimiento, generalmente derivado de la lengua y la danza próximas al intérprete.
La verdad es que sin estos tres compositores e intérpretes y el desarrollo de la técnica pianística e instrumental —así como la transformación rítmica con el sentimiento de improvisación de Liszt— hoy la música del Caribe sería otra.
Jimi Hendrix, Paganini, Count Basie y Louis Armstrong son de los pocos artistas, como Liszt, que han cambiado la manera como se toca su instrumento, para expresarse mejor musical y poéticamente, centrándose en el ritmo.
Esta expresión musical y poética, centrada en el ritmo, se aprecia claramente en las variaciones Goldberg de J.S. Bach. Para comenzar el Aria primera —tema sobre el cual las variaciones Goldberg toman forma—, Juan Sebastián Arroyo, que tal significa Bach en español, sienta el movimiento rítmico, como se desarrolla en un aria melódica, llevándolo a una canción cotidiana (‘quodilblet’, var. 30), y luego a un tema con ritmos mediterráneos cuasi-salsa. Es decir, en esta octava variación Bach tenía a Wilson Manyoma y el tema de ‘El preso’ en el subconsciente. O, tal vez, era Manyoma quien tenía a Bach en su subconsciente en los arpegios de los bajos del comienzo; para encontrarnos, en la próxima variación 20, un cuasi tema que nos evoca una guitarra andaluza o flamenca, conduciéndonos finalmente, en la última variación, a una balada italiana. Así, centrándonos rítmicamente en la música, nos da el sentido del patrón rítmico que en casos nos conmueve a físicamente movernos, y a veces nos lleva al baile. En otros casos, nos invita a expresarnos verbalmente o, más profundamente, a cantar. Juan S. Bach-Arroyo nos deleita de esta manera como lo hace nuestra música del Caribe.
La base común —la delicada relación entre lengua, danza y ritmo, que viaja del Oriente y África a Europa y el Caribe, por el Mediterráneo— empieza a manifestarse en nosotros.
El desarrollo cultural del Mediterráneo y del Caribe
El mar Mediterráneo, o mare nostrum, es la base de la cultura europea como la conocemos hoy día. Esta atmósfera, o‘milieu’ cultural, mediterránea se desarrolló por la alta actividad comercial ocurrida a través de los casi seis mil años de civilización, como lo anotamos oportunamente.
Viajando por el Mediterráneo norte, no es raro encontrarse avisos en diferentes partes de las costas francesas, italianas, españolas y croatas, marcando el número de años de existencia cultural. Muchas veces me he encontrado con pancartas en el área anunciando orgullosamente: “Este es el año 5.800…” de existencia de cultura mediterránea. Estos avisos, es frecuente hallarlos cerca a lugares en donde producen o venden buen vino, excelente aceite de oliva, y gran café espresso.
Digamos, de paso, que el inventor de la máquina automática de café, Francesco Illy, era ciudadano austro-húngaro, rumano e italiano, sin haberse mudado de su Trieste natal. Su familia continúa en el negocio del buen café, ¿adivinan por qué?
Ritmo en el Mediterráneo y el Caribe. Definitivamente, en lo que concierne a material rítmico, la acentuación musical predilecta en el Mediterráneo tiene su origen en diversas partes del África, como el gran café, en el Oriente y Oriente Medio, al igual que el sistema tonal occidental.
Trátese del África del Norte o de regiones del Medio Oriente, Turquía y Grecia, no es difícil en el Mediterráneo establecer la relación entre lengua, danza y ritmo.
Cultura europea se transfiere a las Américas a través del Caribe
No olvidemos que del mismo modo como los europeos mediterráneos celebran los más de 5.800 años de la cultura occidental, nosotros en el Caribe formamos parte de esta celebración, por nuestra constante liga comercial. Y desde el Caribe transferimos al resto de las Américas cultura europea, también con nuestra impronta personal: una nueva relación entre danza, lengua y ritmo dada por esa ‘fusión’ cultural.
El Caribe, incluyendo San Juan de Puerto Rico, Cartagena, Ciudad de México, Caracas, Cuba y Nueva Orleans, a mediados del siglo XIX, gozaba de una cultura única en las Américas. Mientras en América del Norte se negociaba una guerra civil y la colonización del Oeste, en la América andina y el Cono Sur se recuperaban de los 20 años de la guerra de Independencia de la Península Ibérica.
En cuanto a la relación entre danza, lengua y ritmo, Bach, Beethoven y Liszt la utilizan conscientemente con gran frecuencia en su música —tal como su predilección por el gran fabuloso café espresso.
Entonces, en la transición de la gran sonata tardía de Luigi van Beethoven —Sonata n.º 32, op. 111, segundo movimiento, variaciones 2 y 3—, a mi modo de oír, ocurre el primer rag time en la historia de la música. La forma en que se intensifica el patrón rítmico del rag time en este movimiento es único y predestinado a Scott Joplin. La base rítmica —junto a la lengua y la danza— que oímos en Bach es expandida por Beethoven. Y luego pasa al Caribe vía Liszt/Gottschalk y finalmente a Scott Joplin. A propósito, Scott Joplin y su ‘tocaya’ Janice Joplin compartían las mismas costumbres que conducen a finales dramáticos: gozaba del café… con Scotch. De este modo, el ‘Blues’ y las ‘Habaneras’ se encuentran en el ‘rag time’.
Igualmente, esta relación entre danza, lengua y ritmo que se transfiere de Bach a Beethoven, y por medio de Liszt y Gottschalk al Caribe —donde se encuentra con la música afro-cubana, la salsa y el jazz—, es retransmitida a Europa continental a través del Mediterráneo, para crear obras maestras operáticas, como ‘El arreglito’, composición que fue traída del Caribe a Europa por Sebastián Iradier y utilizada por Bizet en su ópera ‘Carmen’ como pieza central ‘Habanera’; este tema, a su vez, inspiraría a Richard Strauss para escribir su ópera “Salomé”. De este modo, hemos visto cómo danza, lengua y ritmo se unifican por igual creando nuevas expresiones musicales —esta vez en Europa—, procedentes de nuestro Caribe, digamos, saliendo de la vuelta de la esquina de nuestra ciudad.
Creación del jazz y los demás géneros musicales del Caribe
La fusión rítmica y las nuevas técnicas instrumentales originan en el Caribe nuevos sonidos y sentimientos para el mundo, entre estos, el jazz, el afro-jazz y la salsa; que hallan sus creadores en Count Basie, Louis Armstrong, Duke Ellington, Art Tatum y Erroll Garner, como también en Chucho Valdez y Richie Ray. Aquellos combinan el idioma rítmico personal idiosincrático de Nueva Orleans y Cuba, creando el sentido de la danza ‘creole’ o ‘criolla’; en tanto que estos utilizan el lenguaje netamente caribe y afro. Con sus acentuaciones personales, Art, Louis, Count, Duke, y Erroll, y Chucho y Richie crean un ‘jazz’ o ‘feeling’ o ‘swing’, o ‘sentimiento’ especial en sus interpretaciones, hoy conocidas como jazz. En este destacado momento histórico melódico, es obligada la mención del compositor y pianista afrocaribe clásico cubano Ernesto Lecuona, que, en un continuum musical recoge la semilla sembrada por Gottschalk y Liszt que floreció en el Caribe.
De cualquier manera, nada de esto hubiera sido posible sin la constante comunicación entre nuestros mares, el Caribe y el Mediterráneo. Estas ligas comerciales llevaron al Caribe elementos culturales de los períodos barroco, clásico y romántico, del mismo modo que el Caribe tuvo su influencia en la música europea continental. Un ejemplo más se encuentra en las zarabandas, que salieron del Caribe —y eran el baile predilecto de Manuelita Saenz, solo para el ‘Libertador’—, al pupitre de nuestro gran amigo J.S. Bach, que las utilizó prolíficamente.
Descendencia directa de Liszt en el Caribe
Mientras tanto, en la Roma de los 1860 ocurre otro gran intercambio cultural. ‘Mon petit américaine’ —como llamaba Liszt a Louis Moreau Gottschalk, por ser joven y pequeño—, era un criollo de Nueva Orleans, de padre hebreo y madre criolla, a quien Franz tuvo como estudiante en la ciudad Eterna.
Conocedor al piano de los principios de la música de su Caribe natal, Gottschalk asimiló y trajo de vuelta en sus piezas claramente la técnica pianística y sonora de Liszt. Sin esta y otras transferencias directas de Franciscus Xavierus Liszt, las composiciones e improvisaciones de los virtuosos a priori mencionados serían, al menos, muy diferentes.
Familiarizado extensamente con la Península Ibérica y su música, por sus relaciones profesionales como virtuoso, Liszt poseía en cuanto intérprete y compositor la capacidad de emocionalmente envolver a su público en su arte como ningún otro artista.
Digamos, en términos cinematográficos, que Liszt Ferenc era un cruce entre Robert de Niro, Marlon Brando, Al Pacino y Jack Nicholson. Es más, su legado continúa en nuestro siglo por medio de sus composiciones y el linaje real que crearon sus estudiantes, amigos, colegas y descendientes.
Muchos pianistas y compositores se catan por su relación directa instruccional y musical con su preceptor. Es decir, Artur Schnabel, el gran intérprete de la música de Beethoven, se considera ligado in perpetuum a Liszt por medio de su profesor Theodor Leschetizky. Claudio Arrau está en el mismo ámbito por medio de su profesor Martin Krause, uno de los últimos discípulos de Ferenc.
Con todo, otro de los muchos logros de Liszt fue traer a la escena mundial musical las creaciones de Beethoven, que no era nada popular. Conocedor de todos sus trabajos, fue el primer pianista y conductor que llevó al público la obra completa del compositor alemán, incluyendo las sonatas, las piezas de cámara, las composiciones para orquesta y las óperas.
Ligados a Liszt están también los compositores Richard Wagner, con cuya hija Cósima estuvo casado, y al que guio musical y materialmente por muchos años; Claude Debussy, con quien pasó tiempo profesional en el apartamento Borgia de la Villa d’Este en Tívoli, cerca a Roma; Maurice Ravel, que conocía toda su obra; y Georges Bizet, con el que tuvo contacto como pianista virtuoso y compositor. Igualmente, Liszt resaltó el valor artístico de la música ibérica y fue la mayor influencia en Granados, Albéniz y De Falla. En realidad, Franz fue la mayor influencia en todo el mundo musical europeo, desde 1835 hasta por lo menos 1912, y su legado continúa en su obra.
La Rapsodia Española de Liszt es la pieza más importante en su aporte musical a la Península Ibérica, Francia y el Caribe. Esta pieza incluye una folía española (Folie Espagnole), que digamos es similar a un patrón recurrente como es el blues de 12 medidas, ambos de similar función y origen. La folía es un patrón armónico o melódico con antigüedad cuya tradición es de varios cientos de años en los países del Mediterráneo del norte y Canarias.
La Rapsodia Española de Liszt tiene varias danzas ibéricas. La jota aragonesa sobresale, y todo el colorido técnico musical del sonido ibérico, con sus influencias rítmicas africanas, orientales y medio orientales, se evidencia. Igualmente, se encuentra la base técnica y musical de Liszt, traída por Gottschalk a América, que forma la base de nuestros grandes pianistas y compositores. De nuevo, lengua, danza y ritmo se fusionan creando un estilo novedoso.
Liszt, que hablaba principalmente francés, su lengua favorita, nació en la parte alemana de Hungría; sabía inglés e italiano, por su residencia en Roma, y hablaba el castellano, por su fascinación por España. El rumor de que no hablaba húngaro no es cierto. Su correspondencia está llena de frases en magiar, como los húngaros llaman a su lengua.
Coda
Franz Liszt legó entonces a Louis Mourie Gottschalk su inclinación y admiración por la cultura ibero-mediterránea y el sentido del sonido regional autóctono. Tras haber estudiado en Europa y con gran experiencia profesional como pianista y compositor, Louis Mourie pasa un tiempo en el Caribe, y perceptivo, como Liszt era, se encanta con el sonido de su música. De gran renombre y muy solicitado, empieza a escribir las ‘petits morceaux’ o pequeñas obras inspiradas en lo que él percibe como música local del Caribe: danzones, habaneras y canciones, y algo de salsa callejera. Las notas de Maurice, en francés, en varias de sus obras y escritos personales describen el sonido de lo que podemos llamar música de baile callejera o salsa. Gottschalk desarrolla el sonido del Caribe sobreimpuesto con la técnica y sonoridad lisztiana.
Consideremos, pues, tres obras de Gottschalk. (1) “Souvenir de Puerto Rico” tiene algo que sugiere la folía española, pero con algo diferente. El sentido rítmico de la dulce melodía puertorriqueña, con la nueva relación entre ritmo, danza y lengua, es evidente. Es más, esta pieza es todavía parte del cancionero popular del Caribe. (2) “Souvenir de La Habana” es una habanera con la mira hacia la salsa. Tiene partes en las cuales el ejecutante improvisa, tal como en el jazz y la salsa. Es natural asumir que, con su herencia criolla, Gottschalk era un gran improvisador. Este trabajo contiene el germen rítmico y el sentido del compás desarrollados, unos cincuenta años después, por Lecuona en “La comparsa”, que forma parte de su “Petit tableau cubain”. (3) “Sous moi”, que es una canción romántica del Caribe, sigue siendo todavía una canción popular muy nuestra.
Como “finale” de esta fantástica aventura sonora por nuestro Caribe y el Mare Nostrum, evoquemos la habanera “L’amour est un oiseau rebelle” de la ópera “Carmen” de Bizet, y concluyamos que esta pieza, extraída de los burdeles habaneros, hoy emblemática de la ópera europea, en su espíritu y melodía, con todo su colorido, su erotismo lúbrico, sensualidad y pasión, sigue siendo, con muchas otras, muy nuestra, muy del Caribe para el mundo.
Codetta
Todavía no he conocido a una dama, procedente de cualquier cultura, religión o continente, que no se sienta identificada, “touchée”, y aún más femenina, poderosa y soberbia, al escuchar esta pieza de la apasionada “Carmen” interpretada por la Callas (1958), en donde ritmo, lengua y danza son un solo espíritu, energía, pasión y sensualidad perfectos.
¿Cuándo te amo?
¡Dios mío, no sé!
Tal vez no, tal vez mañana.
Pero hoy no, por cierto:
El amor es un pájaro rebelde
que ningún hombre puede domar…
Descarga
Y en consecuencia, no olvidemos el papel que tiene el gran café espresso y sus varias presentaciones como el café cortado y el espresso cubano (con azúcar refinada morena) —en La Habana— en el Café du Monde en Nueva Orleans el espresso va con achicoria ‘au lait,’ un café au lait o con leche típico de Nueva Orleans. En San Juan de Puerto Rico el café “caracolillo” un café oscuro pero muy dulce y aromatico se toma en la mañana y en las noches al caminar después de una Buena cena y con la mejor compagnia a tu lado…
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