Por: Jim Yong Kim.
Mao Zedong dijo en una ocasión que “las mujeres sostienen la mitad del cielo”. Si pensamos en nuestras madres, esposas, hijas, hermanas, tías y abuelas, sabemos que esas palabras son ciertas. Pero el impacto y la participación de la mujer en el mundo de los negocios aún no son suficientes en detrimento de todos.
El acceso a financiamiento es una de las principales razones de que esto sea verdad. Las empresas de propiedad de mujeres representan más del 30 % de los negocios formales y registrados en todo el mundo. Sin embargo, el 70 % de las pequeñas y medianas empresas en los países en desarrollo que son propiedad de mujeres son rechazadas por las instituciones financieras o no consiguen el capital que necesitan.
Mientras el 65 % de los hombres tenía una cuenta bancaria en 2014, solo el 58 % de las mujeres poseía una, lo que representa una diferencia de 7 puntos porcentuales.
Sin embargo, las pruebas de que el apoyo a la participación económica de las mujeres produce enormes beneficios para las familias, comunidades y economías son abrumadoras.
. Podría haber muchos más negocios de propiedad de mujeres, generándose más empleos. Seríamos capaces de lograr mucho más rápido nuestro objetivo de poner fin a la pobreza extrema.Necesitamos esfuerzos coordinados de los Gobiernos, el sector privado y las instituciones multilaterales —incluido el Grupo Banco Mundial— para subsanar la brecha de género en materia de financiamiento y acelerar el crecimiento económico sostenible.
Estoy muy animado que solo hace unos días, 13 países que participaron en la Cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) en Hamburgo, Alemania, dieron su respaldo a una nueva iniciativa que permitirá suministrar más de USD 1000 millones en financiamiento para la actividad empresarial de las mujeres en los países en desarrollo.
La Iniciativa de Financiamiento para Mujeres Emprendedoras es un servicio mundial de gran magnitud para aumentar el acceso al capital, y que permitirá invertir en proyectos y programas que apoyen a las pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres en todo el mundo. Al mismo tiempo, la iniciativa denominada We-Fi posibilitará la colaboración con los Gobiernos para mejorar las leyes los reglamentos que obstaculizan las actividades empresariales de las mujeres.
We-Fi sirve de complemento a algunos de los esfuerzos que ya estamos realizando, y se basará en lo que hemos aprendido durante nuestra labor con asociados de los sectores público y privado.
Por ejemplo, las nuevas tecnologías nos ayudan a solucionar un problema de larga data que enfrentan muchas mujeres: presentar una garantía cuando solicitan un préstamo. Las garantías se basan en general en activos de bienes raíces y para las mujeres resulta particularmente difícil proveerlas, ya que con demasiada frecuencia sus nombres no aparecen en los títulos de propiedad.
En China, junto con Ant Financial, pusimos en marcha el primer programa que ofrece financiamiento para la mujer a través de Internet, y mediante el cual se analizan datos sobre el comportamiento y las transacciones de las mujeres para evaluar su capacidad crediticia en lugar de recaudar valores y activos (por ejemplo, bienes inmuebles o inventarios) como garantías para recibir préstamos.
En Etiopía, experimentamos con tecnologías en el ámbito financiero, usando pruebas escritas en tabletas que pueden predecir la probabilidad que un prestatario pague un préstamo. Si estos tipos de innovaciones pueden funcionar en lugares tan distintos como China y Etiopía, no hay ninguna razón para que no den resultado en otros lugares. Por ello estamos dedicados a reproducirlos en otros países.
También averiguamos que en Etiopía muchas emprendedoras estaban atascadas en el “segmento intermedio no atendido”. Necesitaban préstamos que eran de montos muy elevados para las entidades de microfinanciamiento o de montos muy bajos para los bancos tradicionales. Por lo que prestamos asistencia para que las instituciones de microfinanzas ampliaran sus servicios, y los bancos comerciales redujeran sus requisitos. En la actualidad, estas entidades otorgan mensualmente préstamos de entre USD 2 millones y USD 4 millones a mujeres empresarias que no tenían acceso a crédito en el pasado. Fue tal el éxito que las enseñanzas aprendidas en Etiopía las estamos aplicando en Indonesia, donde junto al Gobierno ayudamos a las emprendedoras a tener acceso al capital que necesitan para iniciar un negocio o expandir los ya existentes.
Solucionar el problema de las garantías y ajustar el tamaño de los préstamos para ofrecer mejores servicios a las emprendedoras son acciones esenciales, pero no suficientes. Las mujeres enfrentan diversas dificultades, tales como diferencias en el acceso a las redes y el desarrollo de aptitudes, normas culturales restrictivas, y la falta de tiempo para dedicarse a la actividad empresarial.
Con el fin de superar algunos de estos obstáculos, iniciamos en Togo (un país de ingreso bajo) un programa de capacitación sobre iniciativa personal, durante el cual se evalúa en qué medida la formación ayuda a desarrollar rasgos, como la proactividad y la determinación, que permiten a un individuo interactuar efectivamente con otras personas.
Constatamos que la capacitación en iniciativa personal ayudó a aumentar hasta en un 40 % los ingresos de las empresas de propiedad de mujeres; mucho más que los programas tradicionales de capacitación en gestión. A partir de lo aprendido en Togo, ahora estamos diseñando proyectos de desarrollo de aptitudes en México, Mauritania, Mozambique y Etiopía.
Existen numerosos desafíos, pero existen también muchas soluciones para cerrar las brechas económicas. Cada día estamos aprendiendo más sobre las medidas que funcionan para ampliar el acceso al financiamiento, redistribuir el trabajo doméstico, acelerar los avances en materia de inclusión financiera, capacitar a las emprendedoras y ayudarlas a acceder a mercados de alto valor.
El empoderamiento económico de las mujeres es una cuestión moral, pero también es una cuestión económica crucial. Sabemos que el acceso al capital y los mercados permiten a las mujeres iniciar negocios y hacerlos crecer, y contribuir al crecimiento de la economía en general. Ningún país, organización o economía puede desarrollar todo su potencial y hacer frente a los desafíos del siglo XXI sin la participación plena e igualitaria de mujeres y hombres. Avanzar más rápidamente en este plano permitirá sacar de la pobreza a muchas más personas.
Nota publicada en Voces, Perspectivas del desarrollo del Banco Mundial, reproducida en PCNPost con autorización
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