Por: Javier Pereira.
Director Ejecutivo América Solidaria Uruguay.
En 2015 la tasa regional de pobreza aumentó a 29,2% de los habitantes de la región (175 millones de personas) y la tasa de indigencia a 12,4% (75 millones de personas).
El pasado 17 de octubre pasó un nuevo Día Internacional de Erradicación de la Pobreza por el calendario. Uno más, igual a los que venimos conmemorando año tras año desde 1992, pero a la vez distinto.
Celebrarlo (aunque suena “disonante” celebrar un día como estos) nos da la oportunidad de actualizar su significado año a año, ver en qué hemos avanzado o retrocedido y cuáles son los asuntos que aún tenemos pendientes en el largo camino hacia un mundo sin pobrezas. Con el objetivo de contextualizar la conmemoración de este nuevo día para la realidad latinoamericana de fines de 2016, quisiera compartir tres reflexiones, derivadas a partir de algunos informes recientes.
Primera reflexión: La pobreza ha vuelto a aumentar en la región.
Según el Panorama Social de América Latina 2015 la tasa regional de pobreza aumentó el año pasado a 29,2% de los habitantes de la región (175 millones de personas) y la tasa de indigencia a 12,4% (75 millones de personas). Estas cifras marcan un cambio sustantivo si las comparamos con el período de fuerte dinamismo que vivió la región entre 2004 y 2013 cuando salían de la pobreza cerca de 6,8 millones de persona por año. Por otra parte, el Informe regional de Desarrollo Humano 2016 publicado el pasado mes de agosto, muestra que entre 2015 y 2016 aumentó por primera vez en la década, el número absoluto de personas pobres en la región. Más allá de las grandes disparidades y diferencias entre los países, estos datos confirman un cambio de tendencia.
Segunda reflexión: Se registra un aumento acelerado de los “vulnerables”.
Según datos del Banco Mundial, hacia fines del 2014 un 39% de los latinoamericanos continuaban siendo vulnerables a la pobreza y podía volver a caer en esta situación de la cual habían salido en la última década. De acuerdo a este organismo, el grupo de los “vulnerables” -conformado por aquellas personas que ganan entre U$S 4 y U$S 10 por día- ha sido el que ha venido creciendo en forma más acelerada en la región.
Si bien muchos vaticinaban el ingreso de este grupo a las crecientes clases medias latinoamericanas, hoy su situación es muy incierta y existen fuertes riesgos de que vuelvan a caer en la pobreza. Ante el actual escenario de desaceleración económica, el informe del Banco Mundial coloca la pregunta: ¿volverán los vulnerables a ser pobres?
Tercera reflexión: La importancia de los ingresos no laborales en los hogares.
Si la pobreza no ha aumentado de manera más acelerada en la región, pese a la desaceleración de la economía, se debe al peso amortiguador que han tenido los “ingresos no laborales” en los hogares. Este tipo de ingresos incluye a aquellas transferencias que surgen de programas de protección social tales como las transferencias monetarias, pensiones, asignaciones familiares. Este tipo de programas ha crecido fuertemente en la región, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo. Según datos del Banco Mundial, aún entre los más pobres en América Latina, alrededor del 60% está cubierto por programas de protección social, mientras que en otras regiones menos favorecidas, como el África subsahariana por ejemplo, solo el 15% de los pobres tienen acceso a este tipo de beneficios.
Más allá de las cifras, queda claro que el camino hacia la erradicación de la pobreza en la región se ha puesto más empinado y cuesta arriba. La situación actual requiere de nuevas respuestas, que no solamente permitan seguir avanzando en la reducción de la pobreza sino además, poder sostener en el tiempo los logros alcanzados.
Como decía hace un poco un titular de El País de Madrid, la última legua de erradicación de la pobreza en América Latina y el Caribe no será ni tan “última” ni tan “legua”. América Solidaria
SOURCE: America Solidaria
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