Ante la emergencia climática, la industria aeronáutica reafirmó este martes, en el segundo día del Salón de Le Bourget, su compromiso respecto a un futuro avión ‘limpio’ y presentó varias pistas a seguir, cuyo despliegue sin embargo llevará tiempo.
La demanda de transporte aéreo crece dos veces más rápido que la economía. Quizás tendremos el doble de aviones dentro de 20 años, lo que representa 50.000 aparatos en el cielo, y por lo tanto el doble de emisiones de CO2. Nuestro mayor reto común es controlar este impacto. Es una necesidad social: Grazia Vittadini, la directora de innovación de Airbus.
Siete de los mayores actores de la industria mundial del sector afirmaron en una rueda de prensa conjunta su compromiso de hacer todo lo posible para mantener la promesa de reducir a la mitad sus emisiones de CO2 de aquí a 2050, respecto al nivel de 2005, aunque el transporte aéreo se duplica cada 15 a 20 años.
La industria está en el punto de mira desde hace varios años por su impacto en el clima: la aviación representa actualmente el 2% de las emisiones globales de CO2 y 14% de las emisiones del sector de los transportes.
La conferencia reunió a Airbus, Boeing, Dassault, General Electric, Rolls-Royce y Safran, así como al estadounidense UTC, dueño de la empresa de motores Pratt & Withney.
Taxis voladores:
“Algunos de los problemas que nuestra industria tiene que afrontar son tan importantes que tenemos que hacerlo juntos”, explicó Greg Hyslop, director técnico de Boeing. Pero la industria aeronáutica siempre se ha visto impulsada por la competencia y la innovación, y es gracias a esta última que se podrán lograr estos objetivos, apunta.
Según él, cada nueva generación de aviones permite reducir en dos cifras el consumo de carburante. El “Dreamliner”, el Boeing 787, hizo ahorrar 33.000 millones de toneladas de combustible desde su entrada en servicio, en 2011. Pero las estructuras actuales de los aviones y sus motores no son suficientes para resolver la ecuación y se tendrán que encontrar otras soluciones innovadoras.
Según Paul Stein, director técnico del fabricante de motores Rolls-Royce, se necesitarán materiales más ligeros y resistentes a las altas temperaturas, nuevos diseños de aviones y de motores más integrados en el fuselaje, y sobre todo aparatos y reactores con un funcionamiento más eléctrico.
Además de la electricidad, la industria se está fijando en el hidrógeno, explicó Bruno Soufflet, director técnico de Dassault Aviation, ya que tiene varias ventajas, entre ellas que la molécula puede crearse gracias al agua y el sol.
“El hidrógeno podría ser una solución low-cost”, estimó, siempre y cuando su distribución se haga a bajo costo. Pero antes de estar presente en los aviones, el hidrógeno deberá ser certificado y la legislación tendrá que adaptarse.
A corto plazo, son los taxis voladores eléctricos o VTOL (Vertical Take-off and Landing aircraft, o despegue y aterrizaje verticales) los que volarán cerca de las grandes ciudades.
Airbus ya está presente en este segmento con dos aparatos de demostración 100% eléctricos, City Airbus y Vahana, expuesto en Le Bourget. Se trata de bancos de pruebas para el constructor con vistas a un esperado avión comercial de “cero emisiones”.
Estos taxis voladores son para Airbus una forma de “aprender a controlar las tecnologías en objetos de dimensiones relativamente pequeñas, que podemos desarrollar rápidamente tomando pocos riesgos (…) antes de desplegarlos” en el transporte regional, explicó el presidente ejecutivo de Airbus, Guillaume Faury.
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