Los resultados de las nuevas investigaciones empíricas que analizaron el impacto de los microcréditos sobre la reducción de la pobreza en Bosnia y Herzegovina, Etiopía, India, Marruecos, México y Mongolia fueron el tema de debate de un foro organizado hoy en la sede central del Grupo Banco Mundial.
Los estudios, realizados como evaluaciones aleatorias de microcréditos que abarcan desde el año 2003 hasta el 2012, llegaron a la conclusión de que si bien el microcrédito puede ser una herramienta valiosa para ayudar a las personas a expandir sus actividades de negocios, no generó mejoras sustanciales en el nivel de vida de los hogares o en la reducción de la pobreza.
El foro, organizado de manera conjunta por el Grupo Banco Mundial, el Grupo Consultivo de Ayuda a la Población más Pobre (CGAP), Innovaciones para la Acción Contra la Pobreza (IPA) y el Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL), reunió a expertos y economistas de renombre que analizaron cómo, con innovación en el diseño y la entrega de productos financieros, se puede ayudar a llegar a los 2500 millones de adultos no bancarizados que existen en el mundo sin acceso a servicios financieros formales.
Los estudios, que se presentaron en la edición de enero de 2015 de American Economic Journal: Applied Economics, comparten en general la conclusión de que el acceso ampliado a microcréditos tiene un efecto moderadamente positivo, pero no de transformación, sobre los prestatarios y las comunidades. Los datos empíricos de los seis estudios también permiten concluir que:
- No hay mucho sustento empírico para los críticos más duros de los microcréditos, quienes sostienen que los prestatarios de microcréditos pueden sobreendeudarse muy rápidamente: incluso en el caso de personas que prestaban con tasas de interés altas, se registró muy poca información que demuestre efectos nocivos;
- En general, el microcrédito ayudó a aumentar la actividad de negocio, pero en contadas ocasiones afectó las ganancias de los empresarios o el ingreso de los hogares;
- Para algunas personas, el microcrédito representó en efecto una mayor libertad al momento de optimizar cómo ganaban dinero, consumían, invertían y gestionaban su riesgo financiero.
“La importancia de los resultados de los estudios radica en que afirman nuestro compromiso con la inclusión financiera. También resaltan que los microcréditos son solo una herramienta financiera. Se necesita un enfoque multifacético para cumplir con la meta, que el Grupo Banco Mundial y sus socios definieron en el año 2013, de lograr el acceso financiero universal antes de 2020”, comentó Bertrand Badré, director gerente y oficial financiero principal del Grupo Banco Mundial.
Entre los participantes del foro también hubo representantes de las organizaciones donantes, inversionistas, investigadores y prestadores de servicios financieros, que reflexionaron no solo sobre los resultados de la investigación, sino también sobre la importancia de probar nuevos productos y canales de prestación y de comprender cómo la innovación —por ejemplo, el uso de teléfonos móviles— puede expandir el alcance de una gama de servicios financieros entre personas pobres y no bancarizadas.
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