Este enfoque forma parte de una serie difundida del 12 al 18 de enero sobre las consecuencias de la globalización, con motivo de la investidura del presidente estadounidense Donald Trump y del Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza.
La hueva viene de Noruega, el salmón crece en Escocia, será ahumado en Polonia o fileteado en China. Salvaje o de criadero, el pescado se globaliza como nunca a causa de una concentración inédita de la industria pesquera y de una explosión de la acuicultura.
En la web china de comercio en línea Alibaba, en sólo unos clics, uno puede comprar 3 toneladas de filete de caballa noruega enviada desde el puerto de Qingdao (este de China). Disponibles para entrega en 45 días.
China y los cargueros frigoríficos gigantes juegan un papel fundamental en esta industrialización mundial del pescado. Primer exportador de productos pesqueros y primer productor de peces de criadero del mundo, China es también un destacado importador.
“Hay, efectivamente, una cantidad significativa de pescados congelados enviados a China únicamente para el fileteado, para lo que se sube su temperatura, sin llegar a la descongelación total. Sobre todo para productos reclamo en gran cantidad y que hacen bajar los precios”, explicó una fuente del sindicato de importadores y exportadores de productos congelados de uno de los 28 países de la Unión Europea.
Las provincias costeras chinas de Liaoning y de Shandong se han convertido en las capitales de la transformación del pescado.
‘Una locura’
En Gran Bretaña, Don Stainford, director de la Alianza Global contra la Acuicultura Industrial, no esconde su ira ante el giro taylorista del planeta: una “locura”, según él. “Los criaderos escoceses importan sus huevos de Noruega, la alimentación de los salmones viene de Chile, el salmón se ahúma en Polonia, pues es más barato”, dijo, al ser entrevistado por teléfono desde París.
Los consumidores “no se dan cuenta de que el salmón barato tiene un costo social y medioambiental muy importante”, zanjó, criticando la hipocresía de la industria salmonera escocesa, dominada por gigantes noruegos, especialmente, Marine Harvest.
Pero las enfermedades resistentes a los antibióticos o los parásitos presentes en los peces obligan a matanzas en masa en las granjas acuícolas y tienden a hacer subir los precios del salmón en el mundo.
Chile, segundo productor mundial por detrás de Noruega, también se vio afectado a principios de 2016 por la acción de una microalga que comportó una fuerte mortalidad, reduciendo sus perspectivas de producción en un 30%.
El potencial de desarrollo sigue siendo, aún así, enorme. Según una previsión del gabinete estadounideense Allied Market Research, publicada el jueves, el mercado mundial de la acuicultura debería alcanzar los 242.000 millones de dólares en 2022 frente a 169.000 millones en 2015.
La OCDE y el Banco Mundial prevén que, para 2030, dos tercios de los productos del mar de nuestros platos procederán de granjas acuícolas, que “desarrollan sus capacidades de producción a toda velocidad”, según la OCDE.
Menos pescadores, más acuicultores
2014 fue un año bisagra. Ese año, la pesca marítima mundial sólo aumentó en 81,5 millones las toneladas de pescado en sus redes, frente a los 86,4 millones que alcanzó en su máximo histórico en 1996, según la FAO. El planeta perdió 1,5 millones de pescadores.
Además, por primera vez, la gente consumió más productos de criadero que salvajes, pescados en el mar o en los ríos.
En cuanto al empleo, la pesca y la acuicultura suponen una fuente de ingresos y de medio de existencia para 56,6 millones de personas en el planeta azul. Estas cifras traducen la evolución del sector: la parte de los empleados en la pesca de captura ha disminuido, cayendo del 83% de 1990 al 67% de 2014, mientras que la de los empleados en la acuicultura aumentó, de 17 al 33%.
Tanto para los profesionales como para los defensores del medio ambiente, la sobrepesca industrial es uno de los motores principales de este fenómeno. La escasez del pescado salvaje conduje a una concentración de las grandes multinacionales de la pesca.
Asistimos a un fenómeno inédito de compra y de concentración del sector en Europa y en el mundo. En Francia, para la pesca del atún, dos de los tres últimos armadores especializados acaban de ser comprados por grupos holandeses: François Chartier, especialista en economía del mar para la oenegé Greenpeace.
Y lo mismo respecto a la transformación. Petit Navire, el líder del atún envasado en Francia -el pescado más consumido en el país- fue adquirido en 2010 por el número 3 mundial del pescado envasado, el tailandés Thai Union Frozen Products. AFP
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