Motivo de preocupación por sus efectos en la salud y el medio ambiente, el glifosato es un herbicida masivamente utilizado en todo el mundo, cuya renovación por cinco años no lograron aprobar este jueves los países de la Unión Europea.
Es el herbicida “empleado con más frecuencia en el mundo y en la UE”, según la Comisión Europea.
Este pesticida “de amplio espectro” fue clasificado como “cancerígeno probable” en marzo de 2015 por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIRC), una agencia dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero en noviembre de 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), consideró “improbable” que presente un peligro cancerígeno para el humano. La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) apuntó en el mismo sentido en 2017.
Cada vez más organizaciones militan por su prohibición. En la Unión Europea, Bélgica, Grecia, Francia, Croacia, Italia, Chipre, Luxemburgo, Malta y Austria se opusieron a su renovación por 5 años más.
Aumento de la utilización:
Comercializado desde 1974 por Monsanto bajo el nombre de Roundup, su uso se disparó en el mundo a partir de mediados de los años 1990, cuando la firma estadounidense empezó a vender semillas de oleaginosas y cereales genéticamente modificadas para resistir a su acción.
Su uso a nivel mundial se multiplicó casi por 15 entre 1994 y 2014, estableciéndose en alrededor de 826.000 toneladas, según un trabajo del universitario estadounidense Chuck Benbrook, publicado en 2016 en la revista Environmental Sciences Europe.
La patente que poseía Monsanto pasó a dominio público el año 2000. Actualmente lo producen varias firmas con diferentes nombres.
Prohibido en Sri Lanka:
Sri Lanka prohibió el uso del herbicida en junio de 2015, tras una promesa electoral del presidente Maithripala Sirisena, ante las sospechas de que provocaba una nueva enfermedad renal entre los habitantes de las zonas de producción de arroz.
Pero la comunidad científica esrilanquesa destaca la ausencia de cualquier estudio que asocie directamente el glifosato con esta “enfermedad renal crónica”, y los productores de té hacen campaña para que se levante la veda.
En El Salvador, el glifosato formó parte de una lista de 53 países para agricultura prohibidos en 2013. Pero la prohibición de este herbicida y de otros 10 productos se retiró más tarde, cuando se estableció una comisión para evaluar sus riesgos.
En Brasil, la justicia solicitó en 2015 a la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) que evaluara “urgentemente” su toxicidad, con miras a una posible prohibición. No obstante, esta no llegaría antes de 2019. Los poderosos grupos de presión agrícolas de Brasil se oponen a una posible restricción.
Restricciones locales o parciales:
En Argentina se vierten cada año 300 millones de litros de glifosato sobre 28 millones de hectáreas de cultivo. El pequeño municipio de El Bolsón, en la Patagonia, es el único que decretó la prohibición total del herbicida y de los cultivos transgénicos. Pero en ese valle no se plantan ni cereales ni oleaginosas, principales aplicaciones transgénicas y destinos del herbicida.
En Reino Unido, el gobierno es favorable a que se siga empleando, pero varios municipios dejaron de usarlo o prevén hacerlo. Son Hammersmith y Fulham, en Londres; Edimburgo, en Escocia; Brighton (sur) o el Condado de Cornualles (sudoeste).
Italia prohibió en 2016 el uso del glifosato en zonas frecuentadas por humanos, como parques, terrenos deportivos y áreas de juego infantil.
Las administraciones locales en Francia tienen prohibido fumigarlo en espacios abiertos al público desde el 1 de enero de 2017.
En el caso de Holanda, la prohibición se refiere a los revestimientos y el asfalto y está vigente desde 2016, lo que ha favorecido una reducción de la tasa del herbicida en las aguas superficiales y subterráneas.
Por su parte, la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) de Estados Unidos sigue clasificándolo como “probablemente no cancerígeno para el hombre” y el país utiliza más de 125.000 toneladas al año (cifra de 2014 citada por Chuck Benbrook). Pero California lo clasificó como cancerígeno. Algunas ciudades vetan el herbicida en sus espacios verdes. AFP
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