Los cultivos de coca “crecieron considerablemente” en Colombia en 2014 y la producción de cocaína tuvo un incremento “aún más fuerte”, según un informe de la ONU divulgado este jueves, que refuerza la posición del gobierno sobre la necesidad de rediseñar la lucha antidrogas.
“Los cultivos de coca crecieron considerablemente en Colombia, al pasar de 48.000 hectáreas en 2013 a 69.000 hectáreas en 2014”, un aumento de 44%, señaló en rueda de prensa Bo Mathiasen, representante en Colombia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
“El incremento de la producción potencial de cocaína es aún más fuerte. De una producción potencial media en 2013 de 290 toneladas métricas se pasó a una de 442 toneladas métricas, un incremento de 52%”, añadió.
El informe anual, basado en imágenes satelitales, muestra que la zona de cultivo de arbusto de coca se redujo en regiones como Amazonas (sur), Orinoco (este) y Sierra Nevada (norte), pero aumentó en zonas del Pacífico (oeste), Putumayo-Caquetá (sur) y Meta-Guaviare (centro-este).
Con este resultado se revirtió la tendencia a la reducción que existía desde 2007, cuando las hectáreas sembradas de coca eran unas 100.000 y bajaron a 62.000 en 2010 y a 48.000 en 2013. “El cambio es una importante señal de alerta”, dijo Leonardo Correa, coordinador técnico del informe, aunque a la vez destacó que el aumento de los cultivos “está muy concentrado”, con 42% de la coca en solo 10 municipios.
“El fenómeno es de mucha más coca, pero concentrada en torno a unos núcleos que están muy bien definidos” y esto “quiere decir que esos núcleos son muy complejos y que intervenir en ellos requiere unas estrategias”, explicó.
Tener más área sembrada de coca implicó también un incremento importante en la producción de cocaína, droga de la que Colombia es hasta ahora junto a Perú el principal productor mundial, a falta de datos de 2014 de ese país que serán divulgados en unas semanas.
Pero no solo el aumento del área sembrada impulsó la producción de cocaína. También fueron determinantes el clima, que permitió un mayor rendimiento por hectárea, y el surgimiento de “nuevos incentivos” para los cultivadores, como la “reducción de los riesgos” y el aumento del precio de la hoja, explicó Correa.
Nuevas estrategias:
Ante este panorama, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que ha sido enfático al plantear un “rediseño” de la lucha antidrogas mundial, insistió en esta necesidad. El ministro de Justicia, Yesid Reyes, planteó entonces opciones a la preponderante lucha represiva contra el narcotráfico: como el “desarrollo alternativo” de comunidades donde la ausencia de atención estatal impulsa la proliferación de los cultivos ilícitos, o un abordaje diferente a los consumidores de drogas.
Colombia, que suspendió en mayo la fumigación de los cultivos de coca con glifosato, una sustancia considerada como posible cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud, estudia formas más benévolas para atacarlos.
El conflicto armado, que azota al país desde hace 50 años y al que el gobierno busca poner fin con los diálogos de paz que sostiene con la guerrilla de las FARC desde 2012, complica aún más el panorama.
De hecho, el director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes, Daniel Mejía, dijo a la AFP que una de las razones por las que se incrementó el área sembrada es que “las FARC están induciendo a campesinos a cultivar coca bajo la promesa de que el gobierno, si se firma la paz, va a dar ayudas a los cultivadores”.
Para el experto, también influyeron la caída del precio internacional del oro, que hizo a las bandas criminales dejar la minería para volver a producir cocaína, y las “fallas en la erradicación manual” de cultivos por asuntos de seguridad.
Sobre el vínculo conflicto armado-droga, Mathiasen advirtió también que “el territorio afectado por cultivos ilícitos será uno de los escenarios más complejos para materializar” la paz.
Además de guerrillas, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en el conflicto colombiano han intervenido paramilitares, bandas narcotraficantes y agentes estatales, dejando más de 220.000 muertos y seis millones de desplazados. (AFP)
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