Seneca decía que la suerte es el lugar donde confluyen la preparación y la oportunidad. Esta depende del azar pero la preparación depende de cada uno. Y Schumpehauer decía que el azar reparte las cartas pero nosotros las jugamos.
Jhon Nash decía “Yo no creo en la suerte, lo que sí creo en la asignación de valor a las cosas“ lo cual implica un concepto subjetivo de la suerte. Einstein decía que la suerte es una función cuyos parámetros desconocemos. Pero es parametrizable y por lo tanto, se pueden establecer las consecuencias.
El hecho es que la suerte, junto con el amor y la muerte, es uno de los temas que más han suscitado el interés de los filósofos a lo largo de la historia.
¿Pero en lo humano de que depende? ¿Tu crees que has tenido buena suerte en la vida?. Estas preguntas suscitan varias respuestas en la gente. Las personas que han tenido alguna desgracia, se han arruinado, han tenido desengaños afectivos o una enfermedad, tienen una respuesta distinta a los que aceptan haber tenido buena suerte en sus vidas. Por esta razón, Rovira se refiere a estas personas como los creadores de su buena suerte.
Estas personas, demuestran con sus respuestas, que sus vidas han sido el resultado de de las opciones que escogieron y de las decisiones que tomaron. Son personas que responden: “Yo he tenido buena suerte, porque en un momento crítico de la vida, supe escoger y aprender”.
En este punto vale recordar el papel que juega la ética. Como nos lo recuerda Adela Cortina, experta española en este tema: no hay cosa más práctica en la vida que el ejercicio de la ética. La razón: nos da unos criterios para analizar las opciones y tomar las mejores decisiones de manera consistente. Y esta posibilidad es claramente una característica de los creadores de su buena suerte.
Hay personas que logran superar una crisis y seguir adelante. Por esta razón, vale la pena hacer una mención a esta palabra, por la relación directa que tiene con el tema de este Post.
El prefijo de crisis viene del sánscrito que significa creatividad positiva. La crisis genera compasión, logra que la gente se ponga en acción, y se descubran alternativas y posibilidades. Como lo dicen los chinos, detrás de una crisis siempre habrá una oportunidad. Por esta razón, está palabra está asociada etimológicamente con la crisálida, el crisol, y la transformación. Significa que algo nuevo puede emerger.
Como lo afirma Rovira, la crisis admite reversibilidad, porque si no, sería una catástrofe. Desde la etimología de la palabra, significa la salida de un camino hacia la prospectiva del futuro. Crisis implica la mutación, la inflexión inesperada y la transformación. Nos obliga a escoger y separar. Implica hacer una acción positiva , es decir ética.
Desde este contexto, la crisis institucional que hoy vemos con gran preocupación, y los fenómenos de corrupción asociados en nuestra sociedad, son el resultado de una crisis ética y económica muy profundas. La miseria moral que hoy vemos tiene un impacto social y económico muy grande. Los órganos de poder obedecen a estructuras obsoletas y se muestran incapaces de responder a estos desafíos.
Las personas que crean su buena suerte, tienen varias características en común. La primera de ellas, es el factor de la confianza. Las personas tienen confianza en sí mismas, en el otro y en la vida. Eso define una postura existencial del ser humano, y se hace en tres ejes : las creencias sobre mi, sobre el otros y sobre la vida.
La confianza tiene una característica singular: no tiene puntos intermedios, es binaria. Se confía o no se confía.
Rovira afirma que sin confianza no hay paso, y sin paso no hay coraje. Y este significa que hay algo que vale la pena para arriesgarse y seguir. La confianza es vital para iniciar cualquiera proceso, para desarrollar la resiliencia, y para perseverar.
Pero asociada a la confianza, Rovira afirma que la esperanza es un imperativo moral. El ejemplo lo da un líder cuando le dice a su gente: “juntos podemos, no sabemos lo que podemos hacer, pero si se que podemos hacer mucho más que lo que nos imaginamos”.
La esperanza es lo último que se pierde, y nos de la confianza para avanzar y superar los obstáculos que enfrentamos. Nos permite superar una situación difícil o aprovechar una oportunidad. Pero también hay que tener en cuenta que la confianza genera compromiso, y este impacta la calidad, lo que permite llegar a la excelencia.
Ahora bien, en el ejercicio del liderazgo, la confianza se gana cuando se demuestra la integridad lo que genera respeto. Ser íntegro es ser coherente, consistente, y congruente.
Cuando hay una correlación armónica entre lo que se piensa y lo que se hace, hay la coherencia. Cuando hay armonía entre lo que se piensa y lo que siente, hay consistencia. Y cuando armonía entre lo que se siente y lo que se hace, hay congruencia . Las tres generan la integridad, lo que produce la confianza. Rovira afirma , que si se quiere crear la buena suerte, la fórmula es muy sencilla: hay que ser íntegro.
Platón decía que había tres grandes virtudes: la sabiduría, que es la buena administración del pensamiento, la templanza que es la administración de las emociones y la fortaleza que es las administracion de las acciones. Estas consideraciones también son esenciales para generar confianza. Y yo añadiría, dentro de un marco ético que le dé sentido a todo lo anterior.
Hay una segunda característica de los creadores de la buena suerte y es su actitud frente a lo que les sucede. Para estas personas, algunas veces se gana, y en otras oportunidades se aprende. Esta postura es muy diferente, a la de las personas que piensan que algunas algunas veces se gana, y algunas veces se pierde. Para los primeros, su actitud les permite aprender de las experiencias vividas en la adversidad, y reflexionar sobre los tropiezos que han enfrentado.
En este contexto, Rovira menciona que la sabiduría para aprender, no es el resultado de la inteligencia y de la erudición. A veces se confunden estos términos. El tema es importante porque no puede haber buena suerte si no hay sabiduría.
Inteligencia viene de la palabra intellegere, que permite interrelacionar y escoger. Es la posibilidad de relacionar conceptos que aparentan no tener conexión entre sí. Permite hacer el puente para que surja una idea. Sin embargo, hay gente muy inteligente que no es necesariamente sabia.
La erudición es memoria, y esta es la acumulación de información. Es leer mucho y tener el don de la memoria. Pero la erudición, tampoco implica que haya sabiduría, porque hay gente erudita a quien se le pregunta sobre la vida y no saben que contestar. German Hess decía que ya no aprendía de los libros, sino de las enseñanzas que le revelaba su propia sangre.
Pero entonces ¿que es la sabiduría? Esta es el resultado de la reflexión necesaria sobre la experiencia vivida. Si va acompañada de inteligencia y erudición, mucho mejor porque eso facilita la accion pedagógica con otros. Lo importante es entender que la sabiduría es sacar el tiempo para reflexionar, aprender y mejorar.
Según Rovira, otra característica de las personas que tienen buena suerte es la de darle sentido a la vida. Víctor Frankl, psiquiatra austriaco y superviviente de un campo de concentración nazi , aprovecho su experiencia para escribir su libro “ Un hombre en busca de sentido”.
En la obra de Frankl, el autor afirma algo muy importante. Al ser humano se le puede quitar todo, excepto, la primera y la última de las libertades que puede tener una persona, y que puede cambiar su destino: elegir tomar la mejor actitud ante cualquier circunstancia, por difícil que esta sea.
Esto implica la voluntad de ser lo que estas llamado a ser, y de convocar en el otro lo que está llamado a ser. Hess decía: “trata a un ser humano como es y seguirá siendo lo que es , pero trátalo como lo que puede ser, y se convertirá en lo que está llamado a ser”.
Por esta razón, el tener la voluntad de darle un sentido a la vida, especialmente en los momentos difíciles, es una invitación a preguntaros a donde nos llevará lo sucedido, que oportunidades nos abre, y que se puede aprender.
Cuando Frankl llegó a Auschwitz y Dachau, se propuso darle un sentido a lo que era una tragedia, ya que en estos campos habían muerto su esposa y otros familiares. La probabilidad de salir era nula. Y sin embargo, se propuso tres cosas: sobrevivir, aprender y ayudar a otros, con el propósito de poder escribir sobre su experiencia. Lo logró y se convirtió en una figurara mundial. Su actitud es común a la que muestran otros creadores de la buena suerte.
Frankl tenía claro, después de su experiencia, que al ser humano lo mueve la voluntad de darle sentido a su vida. Cuando una persona le comentaba que estaba abrumado con muchos problemas, este le respondía a su paciente con una pregunta : ¿”y entonces porqué no te has suicidado”? Invariablemente la respuesta era la misma, siempre había algo que le daba sentido a seguir viviendo y por eso no lo hacía.
En su esencia, la buena suerte depende del amor, y no del azar. Mucha gente después de haberse ganado la lotería la pierde después. Por esta razón , Rovira propone que la buena suerte, se debe ver como una postura existencial, que implica una visión sistémica del mundo, con una voluntad de aprendizaje y de reflexión, y de convocar la experiencia propia y la ajena.
La buena suerte se debe cultivar y esto se hace en el alma, en el jardín interior de cada uno. Significa estar lejos de los fuegos fatuos. Consiste en repartir conciencia y prosperidad, en crear circunstancias, en cultivar una pequeña parcela en nuestra alma. Porque en este espacio puede nacer cualquier cosa, que puede ser muy útil personalmente, o para los demás.
Rovira hace una consideración final sobre la crisis actual en nuestra sociedad. ¿Como lograra tener una visión optimista en un escenario pesimista? Esta es la pregunta de actualidad hoy en día. Pero antes , hay que hacer una aclaración: la compresión mental de los mecanismos que nos ayudan a gestionar la existencia, no garantiza su puesta en práctica. Como el pronunciar la palabra agua no garantiza que nos mojemos.
Es una paradoja que para aprender algo hay que practicar, pero en cambio para desarrollar la resiliencia, el optimismo, la fe o la confianza, se tratan como si fueran variables que nos llegaran genéticamente. Si bien, esto influye en alguna medida, no es lo que lo determina nuestra capacidad de desarrollar estos atributos. Muchas veces , se necesita hacer gimnasia en un ambiente que puede ser muy tóxico pero que permite aprender.
Rovira muestra que hace más ruido un árbol que se cae, que mil árboles que crecen juntos, una bomba que estalla, que cien millones de caricias que se reparten. Los medios muestran solo el árbol, pero este es parcialmente la verdad. Las crisis forman parte de un proceso dialéctico evolutivo. Por esta razón hay que ver la crisis del 2008, como una crisis relacionada con los órganos de gobierno y una crisis profunda de valores.
Hay gente que solo critica las cosas. Y si bien la crítica es fundamental, y muchas veces la indignación es necesaria, se necesita el compromiso para salir adelante de una crisis. Siempre que llovió dejó de llover, y por esta razón, es una responsabilidad convocar al optimismo porque después de la tempestad viene la calma. Lo grave es que hoy hay muchas personas enganchadas con el pesimismo. Para contrarrestar esta actitud, es necesario actuar para mostrar que hay otras formas y oportunidades.
Dada la desorientación que hoy vemos en nuestra sociedad, la crisis ética que se manifiesta en el cancer de la corrupción, y de la actitud fatalista y pasiva que nos embarga, la presentación de Rovira nos abre una ventana de aliento. Su mensaje es contundente. No debemos esperar al azar para que cambiemos la suerte.
Hay que entender que esta se construye y está en nuestras manos hacerlo, teniendo un marco ético que orienten nuestras decisiones, para que podamos contar siempre con la buena suerte.
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