Por: Francisco Manrique.
Me llegó un correo con la carta anual del director de la Fundación Ford a sus accionistas como respuesta a la manifestación racista en el Estado de Virginia hace tres meses. Con el título de :” Una llamada al coraje moral de America”, Walker Darren se dirige a las personas y organizaciones que apoyan a la fundación, para responder al ataque actual a los valores más preciados de su país, y al liderazgo que ha estado ausente desde que llegó Trump al poder.
Hay tantos mensajes y reflexiones tan pertinentes, que me he puesto en el trabajo de organizarlos porque son muy apropiados para iluminar nuestra situación actual en Colombia. Este llamado se puede abordar de alguna manera, desde una perspectiva de historias y narrativas paralelas, a pesar de la gran diferencia con el pais del norte, pero con el que tenemos varias cosas en común.
A lo largo de casi cinco años, he venido escribiendo y hablando sobre un tema: la necesidad de impedir, que nuestra historia en Colombia, nos ancle en el pasado, y nos impida avanzar hacia el futuro que nos merecemos tener como nación. En ese contexto, me llamó la atención la cita que hace Darren de las palabras de James Balwing, durante el periodo de los derechos civiles en 1965: “La historia no se refiere solo sobre el pasado. La Historia está literalmente presente en todo lo que hacemos y es parte de nuestra identidad colectiva”.
Otra reflexión que me parece muy pertinente : “la rectitud exalta a una nación, el odio solo hace miserable a la gente”.
Y en cuanto al odio, parece que este se volvió en un compañero permanente de algunos dirigentes políticos en el manejo de sus relaciones personales. El problema de esta situación, es que su ejemplo ha venido perneando a toda la sociedad. El resultado: un país dividió por odios comunes que impiden avanzar.
Por sus antecedentes históricos, no nos debe sorprender las dificultades que se han tenido en los Estados Unidos, para abordar las conversaciones difíciles acerca de la raza y la justicia. “Lo que sucedió en Virginia, fue solo el último temblor a lo largo de la línea de falla que ha estado presente en la historia de nuestro país desde su fundación. Las la heridas apenas se han tratado pero nunca han sido curadas”.
Estos comentarios igualmente aplican en nuestro caso en los próximos meses, cuando se estará eligiendo el próximo Presidente de Colombia. Hoy enfrentamos una crisis profunda de legitimidad de los partidos políticos, el sistema de justicia, y en general de confianza en las instituciones, y no sabemos cómo salir de ella. En medio de una crisis de identidad, la batalla electoral también será por conquistar el alma del país y la conciencia colectiva.
Hemos dejado pendientes unas conversaciones difíciles sobre nuestro pasado violento, pero también sobre el futuro que queremos tener como nación. No entendemos que conversar es el arte de cambiar juntos, lo que permite dialogar para construir a partir de las diferencias. Llegó el momento de conversar para definir cómo queremos ser como país, y de elegir a alguien capaz de despertar la conciencia colectiva de nuestra nación.
Darren también nos recuerda, como han madurado y evolucionado las naciones, que han logrado enfrentar su pasado. El mejor ejemplo es Alemania, después de la debacle de los Nazis durante la II Guerra. El museo para recordar a las victimas judías del Holocausto en Berlín, es una demostración de la voluntad colectiva para reconocer los errores y seguir adelante.
En nuestro caso, hay muchos intereses en contra para confrontar nuestro pasado. La urgencia de subsanar problemas estructurales, como los del campo, seguramente se van a empantanar y irán perdiendo importancia para volver al status quo, y así sembrar un nuevo ciclo de violencia.
El comentario de Darren sobre el desinterés es igualmente relevante en nuestro caso. Solo hay que observar la oposición que muestran algunos dirigentes políticos, para evitar que se sanen las heridas, recurriendo a tácticas totalmente cuestionables, y por motivos egoístas y personales. El problema en Colombia, es que no tenemos claros cuales son nuestros ideales como sociedad, que nos permitan defenderlos contra este tipo de comportamientos y no premiarlos en las urnas.
Si no hay nada valioso que defender, es comprensible la apatía e indiferencia de la gente. Especialmente, cuando los comportamientos a los más altos niveles, son verdaderamente aberrantes, como lo que ha sucedido con los sobornos de Oderbrecht en las campañas, y la compra de favores en la Corte Suprema de Justicia.
Pero además subraya: “para hacer las cosas más complicadas, aún los dirigentes mas honorables no son incentivamos para tomar decisiones basadas en lo que es correcto hacer. Más bien operan, y son restringidos por el sistema, que refuerza las inequidades históricas y perpetua el status quo. Las estructuras existentes empujan a estos dirigentes para ser adversos al liderazgo moral que precisamente deben de impulsar. Esta crisis es global y solo se puede confrontar con coraje moral para rechazar y reescribir las viejas reglas”
¿Hemos construido en Colombia un sistema que desincentiva hacer lo que es correcto, y donde el cortoplacismo ha limitado nuestra atención sobre los que es importante? ¿Donde están los Alberto Lleras que nos sirvan como guías morales en estos momentos históricos en Colombia? Estas son unas preguntas de fondo que nos deberíamos de hacer si queremos salir del pantano donde nos encontramos.
Y refiriéndose a las organizaciones como la Fundacion Ford: “debemos defender lo que es correcto, aún si no es de nuestro interés inmediato. Y no podemos esperar, debemos de ser los lideres que el pais necesita y el mundo se merece. Después de todo, ¿cual es el propósito del liderazgo, sino ejercerlo en tiempos como estos cuando todo está en juego?”
Y para apuntalar este llamado a defender los valores que han hecho su país grande: “muy pronto será muy tarde para tener el coraje, para tomar los pasos necesarios para unir a nuestra sociedad. Nos arriesgamos a llegar el día en que, cualquier habilidad que hubiéramos tenidos para influenciar el cambio y proteger nuestros valores democráticos, la abrimos desperdiciado. Es el momento de mostrar quienes somos en realidad”
Y finalmente, su último mensaje me sirve para cerrar este blog: “a pesar del dolor de la Historia que no se puede devolver, si se tiene el coraje suficiente, no tenemos porque volverla a vivir de nuevo”. Este es el gran mensaje que debemos de reflexionar en Colombia en los próximos meses.
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