Por: Francisco Manrique.
A finales del mes de mayo, fui invitado por el Instituto de Paz en Washington, para compartir con los benefactores de esta institución fundada por el Congreso Americano. El objetivo de la invitación, era tener una visión de un empresario que ha estado interesado en ofrecer una propuesta para la paz, alrededor de la innovación, en el contexto del evento anual: Alianza para la Construcción de la Paz 2016.
En ese evento, tuve acceso a un libro que me ha parecido extraordinario, porque aborda la construcción de la paz, aplicable en cualquier contexto, desde una perspectiva muy distinta e innovadora. Me parece que sus aportes son de una relevancia muy grande para el proceso que hoy se vive en Colombia con las FARC.
El libro del Arte de Construir la Paz Grupal, de George Halvonson, fue inspirado por el libro de la Arte de la Guerra de Sun Tzu. En esta obra se establecen las estrategias que permiten ganar una guerra. Se enfoca principalmente en las diferentes técnicas que son necesarias para este fin. En él, se propone que el arte de la guerra, es absolutamente fundamental para la supervivencia del estado, donde el fin justifica los medios, y por lo tanto, la ética no tiene cabida.
En el libro del Arte de Construir la Paz Grupal, se describen “los terrenos mentales” para crear y apoyar la paz, y explica cómo manejar cada uno de ellos. Y a diferencia de Sun Tzu, el autor propone una aproximación ética y racional, porque el corazón de esta propuesta, tiene que ver con nuestros instintos y comportamientos básicos. Es necesario conocer cómo operan estos para poder entender cómo interactúan las personas, de un grupo con otros, en un contexto de conflicto. Cuando esto no se logra, el daño que se causa es inmenso.
Es muy importante entender que, el ser humano no se puede liberar de sus instintos, así como el impacto que estos tienen en definir las emociones y los pensamientos de las personas. De hecho, ellos manipulen estas emociones, y activan o desactivan, nuestro sentido de alineamiento interno.
Sin embargo, en este libro se propone una estrategia clara que permite lograr una victoria sin que sea necesario llegar al combate como lo establece Sun Tzu, pero en este caso, para ganar la paz manejando los instintos. Para esto, se necesita contar con líderes que tengan las habilidades para poner a funcionar este tipo de estrategias, de manera que la paz sea lo más probable, antes de que la interacción violenta se dispare entre los grupos, con resultados desastrosos para todos.
A pesar de que las estrategias pueden ser similares, los fines son totalmente distintos. En la guerra se busca hacer el mayor daño posible al enemigo, y la mentalidad es ganar/perder, donde el engañar al otro es parte del juego. En la paz, se busca fortalecer a la contraparte para tener éxito, por qué hay una mentalidad de ganar/ganar, para lo cual se necesita la honestidad, la transparencia y el candor.
El propósito en el arte de la guerra es lograr la rendición del otro, y su asimilación por la fuerza de las armas. Mientras que el objetivo del arte de la paz, es buscar la terminación del conflicto, consiguiendo que la contraparte acepte crear interacciones entre los grupos en conflicto que permitan los acuerdos, la asimilación, y el alineamiento voluntario, como escogencias claves para crear una nueva relación.
Los dos libros recomiendan conocer bien al adversario. Pero a diferencia del Arte de la Guerra, donde el conocimiento se utiliza para destruir enemigo, en el Arte de la Paz, este conocimiento se propone para ayudar a todos a conseguir una situación gana/ gana que le de sostenibilidad al proceso de paz, porque cada parte puede lograr sus objetivos legítimos.
Para lograrlo, se necesitan enfrentar una serie de patrones de comportamientos instintivos, para conseguir que la gente trabaje junta, y se eviten los conflictos. Éstos comportamientos, que afectan muy negativamente la relación entre los grupos, tienden a dividir el mundo entre “ellos y nosotros”. Esto explica porque actualmente hay más de 200 conflictos a nivel internacional. Para evitarlo, es necesario entender con claridad cuáles son las dinámicas, detrás de estos instintos, que generan unos comportamientos destructivos entre grupos diversos de la sociedad.
Por esta razón, como lo plantea Halvonson, es fundamental comprender que tenemos una gran influencia por parte de los instintos en nuestros comportamientos y en nuestros procesos de pensamiento. Esta influencia es particularmente relevante en la relación con otros grupos. Tendemos a construir nuestras culturas, estrategias, relaciones y percepciones, alrededor de un juego básico de realidades instintivas y de procesos de pensamiento que de ellas se derivan.
Cuando no hay alineación entre comportamientos e instintos, nos sentimos mal. Cuando se logra, hay una sensación de estar haciendo lo correcto y las acciones se justifican fácilmente. La cultura establece el contexto para que esto suceda. El problema, es que las decisiones que se toman, así como la manera cómo actuamos, están altamente influenciadas por las emociones generadas por los instintos. Al no comprender estas dinámicas, los seres humanos no son capaces de manejarlos racionalmente.
La lista relevante de instintos que definen nuestras interacciones con otros grupos es relativamente fácil de entender. Tenemos instintos territoriales, jerárquicos y tribales. También tendemos a detestar y a castigar a los traidores. Tenemos el instinto de celebrar y recompensar las lealtades. Especialmente tenemos el instinto de ser leales a los líderes y a nuestros equipos de trabajo. Igualmente tenemos el instinto de construir culturas, y de crear un juego de reglas para cualquier situación, de manera que se refuerce y apoye nuestro juego de instintos dentro de ellas.
Para entender mejor los puntos anteriores, tendemos a sentirnos bien cuando actuamos en concordancia con nuestros instintos. Se siente bien cuando protegemos nuestro territorio y cuando los comportamientos de protección están alineados con nuestros instintos territoriales.
El juego más básico de instintos es el que divide al mundo entre “nosotros y ellos”, lo cual define la interacción con otros grupos, porque tienen un gran poder de influenciar el pensamiento y los comportamientos de la gente. Reaccionamos de una manera muy distinta, con las personas que percibimos como “nosotros”, que cuando las vemos como “ellos”. Este es un punto central del paradigma y la estrategia, que según Halvonson, permite desarrollar aproximaciones creativas para generar la paz entre grupos diversos.
Es importante entender que, cuando percibimos a otra persona como parte de “nosotros”, adoptamos un comportamiento de apoyo, protección, aceptación, perdón e inclusión. Tendemos a confiar en esta persona, y nos sentirnos confortables en su presencia.
Por el contrario, cuando vemos a una persona como parte de un grupo distinto, o de “ellos”, tendemos a sospechar, desconfiar y tener una actitud antagónica. Hay un sentido de estrés y de peligro, cuando estamos rodeados de personas que los definimos como “ellos “. Lo descrito es universal en diferentes culturas
Cuánto lo anterior sucede, la gente no se siente confortable rodeada de personas que están en otra categoría, las tememos y demostramos animosidad en contra de ellas. Tendemos a querer que estas personas pierdan, sin que esto genere un sentido de culpabilidad, para lograr conseguir derrotarlas y producirles el mayor daño posible.
Cuando estos instintos están activados, sentimos rabia, desconfianza e inclusive odio. Estas emociones predisponen a la persona para la acción. Esto genera una serie de comportamientos que pueden ser muy crueles. Y como lo señala Halvonson, no hay pena o arrepentimiento. En este contexto la ética desaparece.
Desafortunadamente el instinto de “nosotros versus ellos” ha sido una constante histórica que ha causado heridas profundas, y que hoy después de muchos años, siguen definiendo los problemas entre diferentes grupos de la sociedad. Como resultado, el tema de la inclusión y la oportunidad igual para todos, está en el centro de la agenda de los países en el mundo para contrarrestar los efectos de este instinto tan perjudicial.
Ver: Los instintos y el arte de la paz – Parte II el martes 26 de julio
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