Quien practica el deporte del surfing, sabe que una buena parte de su éxito, depende de la lectura cuidadosa que haga de la próxima ola que va a montar para deslizarse sobre ella. Subirse en la ola que toca, en el momento adecuado, puede llevar al deportista muy lejos. Esta es un metáfora que se puede utilizar para avizorar las tendencias que están detrás de los grandes cambios tecnológicos, políticos, sociales y demográficos, que hoy afectan al mundo.
Y como dice un conocido adagio en el mundo de las inversiones: las tendencias son el mejor amigo en el momento de tomar una decisión. Hay que estar atento con el periscopio puesto, para poderlas ver a tiempo y aprovecharse de las oportunidades que aparecen. En un entorno cada vez más competitivo y lleno de sorpresas, estar alerta para identificar a tiempo las tendencias, le da a una empresa una gran ventaja competitiva, y le minimiza los riesgos producidos por estas dinámicas convergentes y sistémicas.
Para poder leer las tendencias, que están en marcha y que son de largo plazo, el más grande desafío está en no dejarse confundir por la turbulencia generada por los cambios en el corto plazo. Es muy fácil perder la perspectiva de los avances obtenidos y de los retos que se abren hacia adelante. El impacto que se produce es la desorientación de la gente, y que hoy está teniendo un tremendo efecto a nivel social y político en el mundo, lo que impide enfrentar las tremendas tensiones y contradicciones, producidas por los cambios tecnológicos actuales.
Es indudable que hoy vivimos en un periodo de la historia de la humanidad que no tiene antecedentes. Las estadísticas lo demuestran: hoy hay más gente saludable, los niveles de analfabetismo han bajado considerablemente, y cientos de millones de personas han ingresado a la clase media. Los avances tecnológicos nos sorprenden todos los días. Y sin embargo, hoy la gente se encuentra desorientada, y la narrativa del progreso construida después de 1945, está siendo seriamente cuestionada porque hay gente que se siente marginada.
Teniendo en cuenta las tendencias de largo plazo que están en marcha, y el entorno cambiante que hoy existe, hay muchos interrogantes que enfrentan las organizaciones y que giran alrededor de la vigencia de de los modelos de negocio que tienen. También, de cómo competir pero al mismo tiempo cooperar. Y especialmente, el significado de ser global, cuando la integración internacional está siendo duramente cuestionada.
Pero el efecto de estas dinámicas también lo están sintiendo las personas en varios frentes. La velocidad para aprender y desaprender es cada vez más crítica. Las habilidades interpersonales en un mundo cada vez más ínterconectado, son esenciales para progresar. Gracias a los avances en la robótica, la inteligencia artificial y la analítica, millones de puestos de trabajo van a desaparecer, pero otros tantos van a surgir. El cambio será cada vez más una parte central de la vida del individuo en el siglo XXI.
En este entorno, las tendencias globales operan muchas veces como cortacorrientes que se intersectan y generan gran turbulencia. Hay que estar atentos a observar el punto donde se encuentran, porque las dinámicas son impredecibles, con muchas oportunidades pero también con inmensos riesgos y graves peligros. Son los espacios donde emergen los nuevos paradigmas y donde la destrucción creativa, propuesta por el economista austriaco Joseph Schumpeter, se vuelve una realidad.
Un ejemplo de la contracorriente de estas tendencias, es el crecimiento exponencial de los servicios digitales mientras los flujos financieros y globales han disminuido, cuando se comparan con los resultados de hace dos décadas. Ante estos hechos, y los ataques que ha sufrido la globalización, la pregunta es si esta sigue adelante. Evidentemente el proceso enfrenta muchas críticas y vientos políticos en contra. Este fenómeno explica lo sucedido en las elecciones en los Estados Unidos y el Brexit en la GB.
Sin embargo, hay datos que muestran que la globalización sigue adelante ayudada por la digitalización creciente del mundo. Por ejemplo, el cruce de información está aumentando 50 veces la que se producía hace una década. Hay más de 1000 millones de usuarios de la redes sociales que tienen una conexión internacional y 2500 millones de personas con una cuenta de correo electrónica que están intercambiando 200.000 millones de correos cada día.
Otras cifras contundentes: se calcula que hay 250 millones de personas que viven actualmente fuera de sus países de origen; un cifra que crece exponencialmente, y que hoy ronda las 350 millones de personas, que utilizan frecuentemente el comercio en el Internet. Es un mundo cada vez más interconectado, donde las nuevas generaciones digitales, no conocen las limitaciones de las fronteras. Para estos jóvenes su espacio vital es el mundo.
Otro ejemplo de las tendencias y las contracorrientes que están en marcha, es el inmenso crecimiento de la clase media en los paises en vías de desarrollo. Su impacto se va a sentir en un aumento muy grande de la demanda de recursos, que son cada vez más escasos, y el surgimiento de grandes cuellos de botella. Sin embargo, los avances tecnológicos estarán compensando parcialmente estas dinámicas, especialmente en el campo de la matriz energética que se está diversificando aceleradamente.
Otra tendencia irreversible es el desbalance global en crecimiento demográfico, que está empujando el desplazamiento del centro mundial hacia el Asía y el Africa. El crecimiento económico de la China, la India, el sur este asiático, está siendo impulsado por unos grupos poblacionales de más de mil millones de personas cada uno, dinámica que contrasta con el estancamiento y envejecimiento demográfico proyectado para Europa y los Estados Unidos.
El poder económico creciente, también genera poder geopolítico, como lo demuestra el aumento del protagonismo de la China en el panorama mundial. Si las regiones mencionadas, que hoy están adquiriendo cada vez más relevancia, son capaces de superar los desafíos que tienen individualmente, podrán tener un rol cada vez más importante en el escenario global. Se espera que la mitad del crecimiento económico de los próximos 10 años, se va a producir en estas geografías.
Lamentablemente en este panorama global, America Latina no se proyecta como una región importante hacia el futuro, pero si mostrará una dinámica similar en el envejecimiento de su población. Este tema es invisible en la actualidad, porque se piensa que todavía nos protege el bono demográfico, pero la realidad ya es otra. Esta es una tendencia en desarrollo en Colombia, donde es un tema particularmente preocupante, por el impacto en la sociedad.
Según varios estudios que respaldan el de McKinsey, hay otra poderosa tendencia que está en marcha: la convergencia de varias tecnologías que están redefiniendo lo que es posible lograr y las fronteras tradicionales entre las industrias. Un ejemplo sobresaliente es la digitalización acelerada que está permitiendo el “aprendizaje de las máquinas”, a partir del uso de sensores conectados a la Web (Internet de las cosas), y los nuevos desarrollos en el campo de la biotecnología y otras áreas de “las ciencias de la vida”.
Como lo menciona McKinsey, estamos presenciando “una explosión combinatoria de tecnologías” que están cambiando la relación en favor de los clientes, quienes cada vez capturan más valor, de manera personalizada, a mucho menor costo, y de manera creciente, con acceso gratis. Esto implica una redefinición de las cadenas de suministro, y de las relaciones colaborativas entre los diferentes actores de los nuevos ecosistemas, que están emergiendo con mucha fuerza.
Veamos otras tendencias que están siendo impulsadas por los cambios tecnológicos y la convergencia de varias disciplinas.
La conectividad en línea, la criptografía, y los avances en analítica, han permitido generar una base de datos distribuido a nivel dual para poner a funcionar mecanismos de transacción que se llaman “blockchain”. Este tipo de tecnologías, permite reducir significativamente los costos de transacción, ya que elimina los intermediarios. Muchos analistas piensan que es el cambio tecnológico más impactante que veremos en los próximos años.
Pero los avances en analítica, la automatización y el Internet de las cosas, junto con la innovación en el área de la ciencia de materiales, también están mostrando grandes posibilidades en la reducción en el uso de recursos escasos.
Ya hay algoritmos que optimizan el movimiento de los robots, reduciendo el consumo de la energía en las plantas de manufactura en un 30%. Y son cada vez más comunes los termostatos inteligentes que facilitan la reducción del consumo de energía en los hogares y las empresas.
Otro campo de gran impacto es el área del aprendizaje de las máquinas que está surgiendo de la combinación de varias tecnologías con efectos sorprendentes. Recientemente, se desarrolló un algoritmo para traducir el texto de las gráficas de los pacientes en un hospital, y así poder predecir en pocos segundos el riesgo del cáncer en el pecho.
Los efectos combinatorios están revolucionando muchos aspectos de las tecnologías biológicas. Las pruebas de secuencia genética de bajo costo, que han sido facilitadas por un incremento masivo la capacidad de computación, son el fundamento para el desarrollo de una medicina más precisa que permite darle a la gente datos para influenciar las decisiones que pueden impactar su vida.
Los avances en la ciencia de materiales han permitido el desarrollo de los artefactos que se utiliza para expandir las arterias atrofiadas que se disuelven después de que el trabajo ha sido terminado. Los pacientes ya no dependen de tomar drogas en el largo plazo. También hay sensores que se usan para mejorar la efectividad de las terapias con drogas, garantizando que el paciente se las tome, mientras se monitoréa su respuestas fisiológicas.
Pero las mismas tendencias encontradas, que están produciendo resultados espectaculares y transformando muchos modelos de negocio, también tienen su lado obscuro y muy peligroso. Hoy, vemos como las redes sociales, hijas de la creciente digitalización global, están siendo aprovechadas por criminales y populistas, para diseminar mentiras, promover el terrorismo y escaparse del control del Estado.
La mala utilización de las nuevas tecnología está generando desorientación, problemas de privacidad de los datos personales, y muchas tensiones políticas y sociales. El escándalo reciente de Facebook, por el uso indebido de la información de 50 millones de sus usuarios, que ha hecho una firma canadiense para manipular los procesos electorales, es un ejemplo de estas dinámicas que están en marcha.
No pretendo hacer una lista exhaustiva de todas las tendencias que están en marcha, ni mucho menos dar una impresión pesimista. Hay que ver de manera realista estas dinámicas para identificar nuevas oportunidades. Después de las transformaciones históricas, desde la aparición de la Imprenta, hasta la revolución industrial, la humanidad siempre se acomodó. De estos cambios surgieron avances muy importantes en campos como la seguridad social, la estructura del Estado moderno, y las tasas de desarrollo logradas en los últimos setenta año, que han duplicado las de los 125 años precedentes.
Es de esperarse que veamos transformaciones que afectarán positivamente a millones de personas y que ayudarán a enfrentar el impacto de los cambios tecnológicos que están en marcha.
Ante estas tendencias y dinámicas de cambio, no deja de ser muy impactante que no sean un tema de conversación ni de preocupación en nuestra sociedad. Y más preocupante aún, que no ameritan ningún espacio en las campañas políticas que están en marcha. No nos damos cuenta, que no podremos resolver los múltiples desafíos que enfrentamos, si no entendemos el impacto de las tendencias globales y los cambios tecnológicos acelerados que están en marcha.
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