Las dimensiones de nuestra cultura en Colombia

Por: Francisco Manrique

En las últimas semanas nos hemos reunido con un grupo de amigos con quienes hemos conformado la organización Transformar, cuyo objetivo es el de ofrecerle a su miembros, personas mayores de 55 años, la posibilidad de mantenerse activos aportando a la sociedad inicialmente en dos frentes: como mentores de empresas y como impulsadores de iniciativas de alto impacto. En este segundo frente hemos comenzado a abordar la transformación de la cultura como fundamento para el desarrollo del país.

cultura cerebro mentalidad

Pixabay

Y para dar los primeros pasos, estamos explorando varios frentes. Uno de ellas ha sido la de tratar de identificar los principales rasgos que nos caracterizan en general a los colombianos, para ver cuáles son unos activos y cuáles son las barreras que nos impiden avanzar. Como resultado de ese análisis, buscamos construir un primer documento que lo hemos denominado: “El cuento que nos queremos creer” .

Partimos de una premisa muy importante. Hoy los colombianos tenemos una autoimagen colectiva muy negativa que se ve reflejada en las narrativas pesimistas que nos contamos , en las expresiones coloquiales que usamos, y que al final, muestran unos rasgos culturales que nos definen como sociedad.

Si somos capaces de cambiar esas narrativas por otras más positivas, es posible pensar que podríamos superar esa imagen negativa por otra que nos habilite para enfrentar mejor los grandes retos colectivos que tenemos hacia adelante.

En este blog voy a compartir algunos de los hallazgos que hemos identificado en el grupo de trabajo integrado por ocho personas, con visiones diferentes, de cómo somos y nos comportamos los colombianos. Es una muestra muy pequeña pero interesante que nos ha servido para avanzar.

Identificamos varias dimensiones culturales que voy a tratar de sintetizar en Post:

1- La distancia del poder. La incapacidad del Estado a todos los niveles para cumplir con su rol y obligaciones con el ciudadano, ha generado un nivel de desconfianza creciente en un grupo muy grande de la población, que se siente desprotegida y alejada de las fuentes de poder. Mientras hay otros mucho menos numerosos, que a la sombra del Estado, se han beneficiado de su cercanía y abusado de ella.

De esta situación, se desprende que, en  el imaginario colectivo, este muy arraigada la idea de que “sin palanca no hay salvación”, y que hace sentir el sistema como un algo muy excluyente. Pero también está muy metido en nuestra cultura “el todo vale” que es e aceptado para defenderse del sistema que se ve negativamente. También, la idea de que se pueden exigir, por medios pacíficos o violentos, los derechos, pero se olvidan los deberes correspondientes

2- Individualismo vs colectivismo. Cuando alguien se siente excluido por  el sistema, y hay muy pocas referencias de los beneficios que pueden obtenerse dentro de una sociedad que no actúa colectivamente para el logro del bien comun, el comportamiento egoísta e individualista es la norma y no la excepción. Se encuba la cultura “del rebusque y el atajo”, “el vivo se come al bobo”, de poca disciplina social y donde el logro individual prima sobre el colectivo. Es una cultura que no premia la excelencia y convive con la mediocridad. Hay muy poca auto reflexión y una tendencia  a culpar a los demás

En esta cultura individualista se exacerba la actitud de rechazo a la diversidad, y la creencia que el Estado debe ser el único responsable del bienestar indivIdual. Pero al ver su incapacidad, se ignora la obligación cívica de buscar elegir mejor y de hacer seguimiento a los políticos que  han llevado al poder.  Se ha creado una cultura política de venta y compra de votos sin importar las consecuencias posteriores.

Cuando el individualismo es una característica cultural dominante, se imposibilitan las respuestas coordinadas y colectivas para enfrentar los grandes retos que afectan a nuestra sociedad. Esta limitación también se ve reflejada en que haya ejemplos sobresalientes en deportes individuales y no colectivos. En este tipo de culturas, brilla por su ausencia la solidaridad y la capacidad de sostener apuestas colectivas en el largo plazo.

Visto desde afuera, se percibe a nivel individual al colombiano como una persona que es recursiva, buena gente, amable con los extranjeros, y en general como buen trabajador.

3- Masculinidad vs feminidad. Hay una cultura que es predominante machista, donde no se reconoce el importante rol que juega la mujer en la sociedad. En ese contesto, hay un desprecio y poco entendimiento de las competencias blandas que son más fuertes en las mujeres y que se han vuelto centrales para la sociedad de hoy, como son la empatía, el manejo emocional, la capacidad de relacionamiento, etc. Sin embargo, poco a poco ha habido avances en este campo en varios sectores de la sociedad colombiana.

4- Corto vs largo plazo Una característica de las sociedades avanzadas es tener una cultura que premie el largo plazo sin descuidar el corto plazo. Y esto lo han logrado porque han sido capaces de ir construyendo unos propósitos nacionales, aceptados y defendidos colectivamente, que no se cambian en el tiempo y que aglutinan a la sociedad. Sobre estas bases, han desarrollado un Estado efectivo con capacidad de sostener apuestas de largo plazo. Esto genera un círculo virtuoso de confianza y de credibilidad, así como de corresponsabilidad entre el ciudadano y los funcionarios públicos.

Sin una visión de largo plazo soportada colectivamente, se impone una cultura cortoplacista , indiferente y egoísta, reforzada por unos profundos vacíos de liderazgo colectivo en diferentes niveles de la sociedad.  En estas condiciones, la gente se desorienta fácilmente, y está muy expuesta a crearse expectativas infundadas. Son personas fácilmente manipulables, porque creen  sin mayor criterio, en las falsas promesas que reciben, o en algún  milagro que les  haga cambiar su realidad.

Cuando no hay la cultura de largo plazo, sucede algo muy complejo que se vuelve en una barrera cultural colectiva de la sociedad. La dificultad de reconocer y celebrar los logros que se han venido construyendo a lo largo de los años, y la creencia muy arraigada de que no somos capaces de hacer cosas importantes.

Al no reconocernos desde lo positivo y sólo enfatizar lo negativo, minamos la esperanza y la confianza , que son fundamentales  para potencializar  nuestra  capacidad colectiva de actuación. Y de paso, invisivilisamos a miles de personas extraordinarias que, “si se han creído el cuento” de que es posible cambiar positivamente la realidad de nuestro país con su ejemplo que orienta y moviliza a muchos más.

5- La violencia cultural. Otra característica cultural de las sociedades avanzadas es su capacidad de enfrentar los conflictos de manera inteligente y productiva, en medio de la diversidad que es valorada.  Esto impide que este sea un factor de fragmentación y se ve más como un activo social.

En nuestro caso, las dimensiones culturales ya anotadas, se suman otras debilidades del Estado, especialmente en el funcionamiento de la Justicia, y la falta de otros mecanismos alternativos para la  resolución de conflictos. Esta realidad ha generado la cultura de recurrir a medios violentos para resolver los conflictos, lo que agudiza el sentimiento de la gente de sentirse víctima del sistema. La violencia se ha vuelto un valor cultural y una fuente de poder.

Lo relevante de este ejercicio, que hicimos un grupo de personas interesadas en el tema y con diversas perspectivas, y que no pretende ser ni mucho menos exhaustivo, es que nos sorprendió a todos porque reflejaba al final, nuestra visión colectiva de algunas de las características culturales que tenemos que enfrentar si queremos cambiar la realidad.

Cabe resaltar la predominancia de los aspectos negativos versus los positivos que salieron en el ejercicio, lo cual demuestra la visión que tenemos en general de nosotros mismos. Esto no significa que las características identificadas no sean ciertas puesto que son evidentes y tienen un alto impacto en el comportamiento individual y colectivo. Lo preocupante sin embargo, es el trabajo que nos costo encontrar un balance con los aspectos positivos que no fueron fáciles de identificar.

Pero la reflexión más importante que me dejó este ejercicio, es que subestimamos la importancia del papel de la cultura que condiciona la manera en que interpretamos la realidad, afectando de manera profunda nuestra capacidad de responder colectivamente a los inmensos retos que hoy enfrentamos como sociedad. Pero al ser un tema invisible y no conversable, se convierte en una tremenda barrera que afecta nuestro desarrollo hacia adelante.


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