Las conversaciones y el lenguaje

Por: Francisco Manrique

 “Las historias suelen ser unas fuerzas conservadoras, y junto con los juicios, nos pueden diferente prisioneros”, Rafael Echeverría


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“Un conversación es una danza que tiene lugar entre el hablar y el escuchar y entre el escuchar el hablar” y son el espacio en el que los seres humanos se comunican utilizando el lenguaje ( Rafael Echeverría en su libro Ontología del Lenguaje) . Ellas definen nuestras relaciones personales, así como también, juegan un papel fundamental en nuestros éxitos o fracasos en la vida.

Pero antes de profundizar en los diferentes tipos de conversaciones, vale la pena explicar cómo se relacionan con “los quiebres” y su significado. Estos suceden cuando algo, que era transparente, deja de serlo y capta nuestra atención. Y cuando pasa, emitimos un juicio en relación a lo sucedido que no era lo esperado. Se puede ver como un problema o una oportunidad imprevista, que altera el curso de los acontecimientos. Lo que pasa después, depende solo del juicio del observador, es decir, de quien experimenta el quiebre.

Un ejemplo personal de dos tipos posibles de quiebres que sirven para ilustrar el punto anterior. Hace quince años iba caminando por la calle y tuve una hemorragia. Fue algo imprevisto que me obligó a ir a donde el médico. Lo que parecía algo menor, terminó siendo más grave: un cáncer que me incapacitó casi un año y que cambio mi vida. Este “quiebre”

me sacó de la transparencia de una vida sin problemas de salud, y me obligó a enfrentar el mayor reto de mi existencia. Es un ejemplo de un quiebre que sucede  sin  que  haya un juicio previo a lo acontecido.

Pero más adelante, gracias a la dura experiencia vivida,  me obligó a declarar  el segundo tipo de quiebre. Tuve un cambio del juicio sobre la importancia de la salud preventiva, a la  que antes no le daba mayor importancia. Esto me obligó a declarar my decisión de hacerme sin falta los chequeos médicos periódicos. Como dice el refrán: más vale prevenir que tener que lamentar”. Esta lección me costó un año de mi vida.

Echeverría llama la atención, sobre la tendencia a ver los problemas, sin tener en cuenta que los son en función de la interpretación que califica la situación como tal. Para alguien, con una interpretación diferente, puede ser una oportunidad.

De ahí se desprende que, al ser un quiebre un juicio, lo que presupone una declaración, al enfrentar una situación insatisfactoria la podemos declarar como un “quiebre”, sin esperar a que sucedan cosas imprevistas. Ejemplo: “si mi situación laboral no cambia, tendré que buscar otras opciones y no voy a esperar hasta que me despidan”. Esta declaración posibilita moverse a la acción y cambiar la situación para  que las cosas pueden ser distintas.

Cuando sucede un quiebre, este es un llamado a la acción para restablecer la transparencia y hacernos responsables de sus consecuencias. Cuando esto sucede, lo normal es que se suscite una conversación que podemos diseñar, para poder avanzar y lograr cambiar la realidad y los resultados.

Volviendo a mi ejemplo personal. Al enfrentarme con el cáncer, me di cuenta que lo hubiera podido evitar de no haber cancelado seis meses antes un chequeo y darle prioridad a un asunto de negocios.  Esto generó un primer tipo de conversación privada: la de juicios personales que se realizan con uno mismo: “Por estúpido me tenía que haber pasado esto a mi y he metido a mi familia en una situación muy difícil”. 

En este tipo de conversación, hacemos un juicio personal sobre el quiebre pero no se genera acción. Mucha gente se queda ahí, en un círculo vicioso de juicios personales, buscando culpables, lamentándose de la mala suerte, no ven que haya una salida porque piensan que el impacto es permanente etc. Esto les impide  hacerse cargo de las consecuencias del quiebre y como resultado,  se habla mucho pero no se actúa para cambiar la realidad percibida.

Para evitar caer en esta trampa, existen “las conversaciones para coordinar acciones” que nos permiten actuar para responder a los quiebres. Se generan acciones futuras para que algo cambie el estado actual de las cosas. Actuamos y nos hacemos responsables de las consecuencias del quiebre para poderlo superar.

Para lograrlo,  usamos los actos del lenguaje como las peticiones, las ofertas, las promesas, y las declaraciones. Esto implica el saber “pedir ayuda” oportunamente. Pero hay gente que tiene juicios negativos sobre las consecuencias de  hacerlo, a pesar de que hoy es imposible vivir desconectado y sin la ayuda de otros, lo que los frena a la acción. Hay que prender a pedir y a aceptar un no sin verlo como un rechazo personal.

Cuando se logran desarrollar las conversaciones para la coordinación de acciones, se puede apreciar el poder que tienen para cambiar nuestra realidad. Por esta razón es tan importante dejar el miedo de intentarlo, porque si no lo hacemos, nos privamos de muchas oportunidades.

De lo anterior se deriva un tercer tipo de conversaciones: para posibles acciones. Estas se tienen cuando no hay claridad sobre las acciones a emprender para enfrentar el quiebre. Este tipo de conversaciones busca aumentar el panorama de posibles opciones. Requiere de nuevos juicios e historias sobre lo que es posible lograr con el compromiso de actuar. Cambia el estado de ánimo, no se busca explicar lo sucedido, sino de encontrar nuevas opciones y aceptar que hay que explorarlas, solos o con otros, para volver a la transparencia. Estas posibilidades las generamos con las conversaciones.

Para lograrlo, también cabe la necesidad de tener “conversaciones para posibles conversaciones”. Este camino, busca eliminar la prevención que se tenga, sobre la disponibilidad y/o apertura a escuchar de la otra persona, para abrir una conversación de coordinación. En este caso, la conversación se orienta a evidenciar un quiebre diferente al que originalmente teníamos: la dificultad de poder conversar sobre este tema con alguien.

Rafael Echeverría, quien ha inspirado mis últimos tres Posts que recomiendo leer, advierte que hay que cuidar la emocionalidad para plantear este tipo de conversaciones. Como lo menciona el biólogo chileno Humberto Maturana , toda conversación es una trenza entre el lenguaje y la emocionalidad. Hay que entender que es muy frecuente que sea nuestro estado de ánimo, y no nuestro interlocutor,  lo que no permite que abramos ciertas conversaciones difíciles. Se requiere por lo tanto, adoptar una emocionalidad como la del respeto mutuo y la apertura, para lograr una respuesta adecuada.

En resumen, son cuatro tipo de conversaciones que se pueden tener y planear, en función del tipo de quiebre que se enfrenta, para que nos conduzcan a las acción. Es posible abrir unas y cerrar otras si la situación lo amerita. Hay que entender que la calidad de nuestras conversaciones definen la calidad de nuestras relaciones y “generan el tejido en el que estas viven”. Para tener una relación abierta y franca se necesita tener una conversación  equIvalente. Por esta razón, es posible determinar el tipo de relación entre dos o más personas, o en una empresa, en función de la calidad de las conversaciones que se practican.

Una advertencia que hace Echeverría: muchos de los juicios que emitimos, están afectados por la cultura de la comunidad donde se producen, y por lo tanto, la facilidad o no de tener cierto tipo de conversaciones en ese entorno. Sin olvidar también, que las conversaciones tienen el poder de transformar nuestras relaciones, por las acciones que emprendemos o dejamos de hacer cuando hay quiebres.

Es importante recordar que, en una buena relación existen necesariamente los quiebres, pero también,  la capacidad de conversarlos y actuar para transformarlos, para que la relación siga fluyendo.

Y quisiera terminar este ciclo sobre el lenguaje, mencionando otro tipo de conversaciones, que Rafael Echeverría no las menciona explícitamente, pero que son cada vez más importantes: las conversaciones de futuro. Se podría pensar que están incluidas en las de coordinación de acciones o en las de posibles conversaciones.

Sin embargo, yo pienso que en una cultura como la colombiana, es muy difícil plantear estas conversaciones que permitan sacar el periscopio, para mirar más allá e imaginarse potenciales futuros, sobre los cuales se pueda actuar para accionarlos o evitarlos. Y dado que el lenguaje es acción, el tener conversaciones de futuro, nos permite que la historia pasada no nos secuestren, y podamos dejar abierta la imaginación para que nos impulse hacia un horizonte mejor.

Como podrá observar el lector, al tomar el conjunto de los cuatro blogs sobre el poder del lenguaje, es mucho lo que nos falta comprender sobre este tema, que lo manejamos de manera transparente y ligera. Al no estar concierte de sus diferentes aristas, cometemos muchos errores que son afectan en nuestras relaciones de todo orden y en nuestra efectividad para actuar con otras personas.


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