Por: Francisco Manrique
En las últimas semanas se me ha ido aumentando el interés por un tema que siento que está en el corazón de muchos de los problemas que afectan la sociedad colombiana: las relaciones humanas, y el problema detrás de esta situación, es la deficiencia en las habilidades sociales, esenciales para construir comunidades sostenibles que puedan enfrentar colectivamente y de manera colaborativa, las oportunidades y unos retos cada vez más complejos .
Cuántos problemas nos evitaríamos, y cuánto más podríamos avanzar como sociedad, si las personas pudieran desarrollar unas competencias sociales que les facilitara su interacción con los demás. Por ejemplo: manejar sus diferencias sin destruir las relaciones; aproximarse con genuina curiosidad, haciendo las preguntas adecuadas, para conocer mejor a otras personas que pueden ser diferentes; no apresurarse con juicios infundados que llevan a decisiones equivocadas; mostrarse vulnerables cuando no tienen las respuestas que otros esperan; saber pedir pero también recibir; pedir perdón; saber escuchar para entender otras perspectivas diferentes, etc.
La lista anterior, que no es ni mucho menos exhaustiva, podría verse como obvia pero claramente no lo es. Si lo fuera no tendríamos una sociedad tan incapaz de manejar sus conflictos y de encontrar soluciones colectivas que beneficien el bien común. El ser humano se desarrolló con un cerebro adecuado para vivir en grupos pequeños. Pero hoy se habla de la “aldea global” tremendamente diversa donde nuestras habilidades sociales no han evolucionado para esta nueva realidad.
Estas habilidades sociales pueden hacer una inmensa diferencia en un mundo de relaciones conflictivas, pero que requiere cada vez más que la gente se conecte de manera productiva . Y en el fondo, una sociedad que tiene una necesidad muy humana de aceptación y atención . Pero en un entorno caracterizado por las creciente desconfianza y sin las habilidades sociales necesarias, la gente se mueve por la vida como “ carros chocones “ que no fluyen ni se conectan sin estrellarse con los demás.
La realidad, es que hoy estamos viendo todos los días muchas relaciones que se acaban o terminan en actos violentos, por la torpeza social de los participantes. Pero también, de muchas personas que se sienten invisibles e irrespetadas, porque no son tenidas en cuenta y reaccionan agresivamente. Los ejemplos abundan, de hecho las protestas sociales del 2021, reunieron a mucha gente distante y distinta que se unieron por sentirse así. Y muchos de ellos encontraron en la violencia la manera de visibilizar su situación para hacerse respetar y conocer.
David Brooks, columnista del NY Times, publicó un libro: “Cómo conocer a una persona: el arte de ver a los demás profundamente y ser visto profundamente”. Su objetivo fue el de mostrar la importancia del desarrollo de las habilidades sociales para poder relacionarse y entender a los demás. Con este libro el autor pretende enseñarle al lector cómo mejorar sus relaciones con los demás, haciéndolos sentir respetados y valorados.
La premisa del libro de Brooks, es que es fundamental tratar de entender mejor a la gente, lo que no es una tarea fácil cuando muchos no se entienden así mismos. Pero también lo motiva que, al lograrlo, permite poderles ayudar a crecer y a que reconozcan mejor su potencial .
En cualquier grupo humano, hay personas que tienen la habilidad para entender a otros y para ponerse en sus zapatos . Como dice Brooks, son personas que brillan por sí mismas, y su contacto con otros, también los hacen brillar porque saben cuidarlos y hacerlos sentir valorados y escuchados.
Pero hay otras personas que tienen la capacidad de hacer sentir insignificantes a los demás . Son personas que ven a los otros a través de los lentes de los estereotipos y son altamente influenciables por las cámaras de eco de las redes sociales. Las etiquetas que utilizan para relacionarse con otros, los llevan a actuar de manera destructiva en sus relaciones.
Brooks menciona que, la capacidad de ofrecer su genuina atención a otros, es una de las habilidades que tienen las personas que “iluminan a los demás “ Transmiten calidez, confianza y sensación de cercanía , lo que les facilita que las personas se abran, bajen su prevención, y se muestren como realmente son. La atención transmite respeto por el otro, y la sensación de que en ese momento es una prioridad para quien lo escucha. La coherencia entre el lenguaje no verbal y el hablado, es fundamental en la atencion.
Otra habilidad social es la de acompañar a otros durante los momentos rutinarios o especiales de la vida. Quién sabe acompañar hace que la otra persona se sienta apoyada y que no está sola. Quien acompaña se acopla al ritmo del acompañado, y hace de las conversaciones un juego que invitan al otro a ser como realmente es. Implica practicar el “aquí y el ahora” que le da sentido a la palabra “presencia” . En momentos dolorosos sobran las palabras, porque lo que hace la diferencia es “estar presente” con el otro, acompañándolo en su dolor.
Hace mucho tiempo aprendí una definición que me encanta: la conversación como la dinámica en el lenguaje, de cambiar con el otro. Tener una conversación constructivas de futuro, o para abordar temas difíciles, es una habilidad esencial que hoy en día le cuesta gran trabajo a mucha gente. En una buena conversación, las preguntas hechas con la genuina curiosidad de indagar, de ir mas allá, abren muchas posibilidades. Hacer buenas preguntas es un arte que hay que cultivar, para evitar caer en la tentación de hacer afirmaciones equivocadas que nos cierran la posibilidad de conocer al otro. Una buena pregunta le da calidad a la conversación. Es la manera que permite explorar en el otro. sus creencias y cuáles son las experiencias que las sustentan y le dan sentido a sus valores. Normalmente este tipo de conversación invita a las personas a compartir sus historias que explican su forma de ver y valorar la vida. En estas narrativas aparecen aspectos que son invisibles pero esenciales para conocer a alguien. Estas historias vienen acompañadas de una emocionalidad que les da color y sentido .
A pesar del poder de las buenas preguntas en una conversación, la realidad es que pocas personas lo hacen. Muchos se sienten inhibidos para hacerlas, cuando lo irónico es que la otra persona la estaría esperando, porque puede estar con mucho interés de contar su historia que seguramente nadie le ha preguntado anteriormente.
Otra habilidad social es poderse poner en los zapatos del otro, para tratar entender desde donde esa persona está abordando el tema y viendo al mundo. Esta es una habilidad especialmente importante en procesos de negociación o cuando hay conversaciones conflictivas. Y siempre preguntarse ¿qué es lo que no estoy viendo?. No hay que olvidar que detrás de las palabras hay un mundo emocional que es fundamental tratar de entender, si se quiere que fluya la conversación, y se encuentren oportunidades conjuntas.
El manejo emocional en una conversación es crucial porque el reto es lograr que el otro se sienta seguro y respetado. Un manejo inadecuado puede generar emociones destructivas de desconfianza o miedo. La dinámica cambia, de tratar de entender y encontrar puntos comunes, a una actitud cerrada y defensiva, que impide escuchar y comprender. Las sensibilidades se exacerban y los malos entendidos se disparan. El resultado es una relación que se rompe.
El esfuerzo de buscar ponerse en el punto de vista del otro, envía una señal de respeto. Este es un componente tan esencial como es el aire en cualquier relación. Cuando existe, nadie lo nota pero se aprecia, pero cuando falta es lo único que importa y bloquea la relación. Es un mensaje de tener consideración y de ser percibido como una persona receptiva hacia el otro, lo que es fundamental en las relaciones humanas.
Para muchas habilidades sociales, el coaching es una ayuda muy grande que permite prestarle mis ojos al otro. El coach escucha la historia del coachee y lo invita a mirarlo con otra mirada, a clarificar que hay detrás y a entender cuál va a ser el equipaje que va a tener que dejar para continuar caminado la vida aceptando que es legítimo sentirse vulnerable en el proceso.
En resumen, el gran problema de nuestra época es la incapacidad de construir relaciones positivas para abordar colectivamente los inmensos retos que hoy afectan a la humanidad , pero curiosamente no es un tema visible ni conversable pero que es fundamental.
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