En ese año, el Consejo de Estado de la China, publicó un documento bajo el título : “Las guías de Planeacion para el uso del internet en la construcción de un Sistema de Credito Social”. Con este nombre aparentemente inofensivo, se presentaba una idea radical: tener un sistema de evaluación nacional de la confianza para toda la sociedad china. Se parte de la premisa de que es un elemento fundamental para el funcionamiento ordenado de la sociedad.
En la actualidad, ya se está haciendo la implementación del sistema, que pretende medir el nivel de confiabilidad de todos los ciudadanos de ese país. Y hay que recordar que estamos hablando de 1.300 millones de personas con lo que esto significa, cuando el modelo de capitalismo político de la China, se está convirtiendo en un referente internacional por los asombrosos resultados que han logrado en un tiempo muy corto. Claro, sin tener en cuenta el inmenso costo que ha tenido el modelo implementado donde no se acepta la disidencia política ni la libertad de expresión.
La venta que hizo el gobierno de esta idea se hizo bajo una sola premisa: es un proyecto esencial para mejorar los niveles de confianza en la sociedad y construir la cultura de la sinceridad. A partir del 2020, será obligatorio para todos los chinos, estar inscritos en el sistema. Para que esto pueda ser una realidad, se está recurriendo al uso intensivo de la tecnología actual y el desarrollo de nuevas innovaciones.
Hoy en la China, se está invirtiendo billones de dólares para aprovechar el uso de los grandes datos, o Big Data y la Inteligencia Artificial. Estos desarrollos están detrás de esta revolución que se está produciendo a una escala única en el mundo. Con este esfuerzo, se espera poder modernizar la capacidad del gobierno del estado chino, donde el proyecto que está en marcha, hace parte de las iniciativas estratégicas de este país.
Mientras se llega a la fecha establecida para poner al aire el sistema a nivel nacional, que será de implementación obligatoria, el gobierno está experimentando y aprendiendo. Para lograr cumplir con los objetivos propuestos, se está apalancando en ocho compañías que ya tienen tecnologías avanzadas. Hoy, estas empresas están desarrollando los algoritmos para darle una calificación de confianza a cada ciudadano, que también lo llaman, la medición del crédito social.
Los grandes jugadores online de la China están trabajando en este proyecto porque les ofrecer inmensas oportunidades en su país, pero también fuera de él. Para avanzar aceleradamente, están aprovechando el conocimiento que han desarrollado en el manejo de las plataformas que utilizan para todo tipo de transacciones, y que son generadoras impresionantes de datos sobre el comportamiento del consumidor.
Hay cinco factores que están utilizando para dar la calificación, con la que piensan operar el sistema a nombre del gobierno chino. El primero, es la historia crediticia de la persona. El segundo, es la capacidad del usuario de cumplir con sus obligaciones contractuales. El tercero, son sus características personales, relacionadas con el lugar donde vive, el celular que utiliza, etc. Y la cuarta categoría mide sus comportamientos y preferencias. Esta última es la más peligrosa, por el manejo que el Estado puede hacer de ella, para controlar a sus ciudadanos.
Bajo este sistema, los hábitos de compra son sujetos de calificación del carácter de una persona. Por ejemplo, alguien que compra el uso de muchas películas durante el día, se le consideraría como una persona desocupada. Pero si alguien compra frecuentemente comida para bebé, se le consideraría que tiene más sentido de responsabilidad, por el hecho de tener hijos muy jóvenes.
Al establecer estos criterios, el sistema va a tener un alto impacto para orientar los comportamientos que el Estado considera valiosos y penalizar a los que no lo son. En países con sistemas políticos abiertos, la implementación como política de Estado, de un sistema de este tipo, sería totalmente inadmisible, por el poder que se le daría al gobierno de turno del manejo de la información personal e íntima de sus ciudadanos. Por esta razón, este proceso solo será posible en regímenes autoritarios y dictatoriales, como es el caso de la China.
La psicología detrás del sistema se basa en una premisa: la gente va a participar porque tienen el deseo de demostrar que pueden avanzar y de mejorar la situación actual. Pero siempre habrá el interés del gobierno, de subir la vara para apretar el control de la población y tener aún más información.
Esto va a generar una gran presión para estar alineada la persona con la línea trazada por el Partido Comunista. Las evaluaciones negativas pueden anular a una persona, e impedirle que tenga acceso a las cosas más elementales, por el simple hecho de que “no es confiable” como ciudadano. En estas condiciones, será aún más difícil la libertad de actuación y expresión. Especialmente en este campo, donde a los disidentes se les marginan y desaparecen.
El interés del gobierno chino es claro: utilizar las nuevas tecnologías disponibles, y fomentar el desarrollo de otras más avanzadas como la Inteligencia Artificial, para crear y moldear al nuevo ciudadano de su país. Es un cambio dramático de paradigma que busca conformidad y estabilidad, utilizando el miedo de una mala evaluación que es obligatoria. No hay escapatoria, la obediencia es mandatoria porque el costo de no conformidad es imposible de pagar.
Una persona que tenga bajas calificaciones en el nuevo sistema, no podrá prestar dinero, conseguir trabajo, obtener un permiso de salida o comprar un auto. Pero el tema va mucho más allá. Hay una propuesta para utilizar los resultados de la evaluación de los estudiantes, que hayan hecho trampa en los exámenes, para dejarlos marcados como deshonestos hacia el futuro como ciudadanos. Quien quede desacreditado bajo este sistema, va a ser condenado a ser un ciudadano de tercera y sin ninguna movilidad.
Pero no hay que sorprenderse de los que está pasando en la China. El inmenso escándalo del uso indebido de información de millones de usuarios de Facebook por parte de Data Analytics, también muestra como la ignorancia ha permitido que la gente le confíe a estas empresas sus datos, sin tener idea de lo que están haciendo con esta información.
Como lo comenta la autora del libro que he utilizado como fuente para este blog, han habido tres grande cambios de paradigma en la humanidad. El primero, cuando Copernico demostró que la tierra giraba alrededor de Sol; el segundo cuando Darwing formuló la teoría de la selección natural; y el tercero cuando Freud mostró el papel de inconsciente en nuestras acciones diarias.
Con motivo de los cambios tecnológicos, ahora estamos entrando en un cuarto cambio fundamental donde lo físico y lo virtual se vuelven una sola realidad. Por esta razón, estamos adquiriendo una personalidad online distinta a la que tenemos fuera de este entorno digital. Pero en la práctica, se está borrando la distinción entre las dos. Esta tendencia se puede observar en la personalización idealizada de su perfil que la gente pone en las redes sociales.
Pero a lo anterior, hay que adicionar los sistemas de calificaciones utilizados en las redes, que muestran el nivel de aprobación que están promoviendo comportamientos maquillados y relaciones muy frágiles. La gente se presenta en estas plataformas sin ningún filtro o inconscientes de las consecuencias.
Como en el caso de la China, estas tendencias serán cada día más interesantes para los gobiernos que aspiren a moldear el comportamiento de la población. Estamos viviendo una nueva era, donde nuestras acciones personales, serán evaluadas bajo parámetros que no controlamos y no pueden ser eliminadas. Las consecuencias van a ser permanentes porque esa información quedará indefinidamente en una memoria digital.
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