El cuestionado sistema chino, se ha venido consolidando desde hace cuarenta años, y produciendo unos resultados asombrosos. El modelo se ha basado en un partido único sin oposición, la restricción de las libertades individuales, el papel preponderante de las empresas estatales, así como el uso de subsidios focalizados,
A pesar de la opinión de los “expertos escépticos”, más de seiscientos millones de chinos salieron de la pobreza extrema, y la influencia internacional de este gigante, se ha venido aumentando exponencialmente, soportada en los inmensos recursos generados por su crecimiento económico. Hoy es la segunda potencia económica mundial, y en menos de una década, si sigue su crecimiento a la tasa actual superior al 6% anual, habrá superado de lejos a los Estados Unidos.
Este proceso de consolidación política y económica de la China, sucede en un momento histórico muy importante, cuando el modelo de la democracia occidental está en crisis y emergen esquemas autoritarios, que ganan terreno en países como Rusia, Turquía, India, y claro la China, y que representan el 40% de la población mundial. En la China, su presidente removió recientemente las limitaciones de diez año, para garantizar su permanencia en el poder y el control sobre el Estado.
En estos países, se está posicionando con mucha fuerza, un modelo económico que promueve el comercio, dentro de un sistema político de represión asfixiante, donde el control del Estado va en contra de las libertades políticas y de expresión individual. Parecería, que la gente está cada vez más dispuesta, a sacrificar sus libertades políticas individuales, a cambio de tener un Estado omnipresente, que los proteja de los rápidos cambios del entorno.
El problema que se está materializando es muy importante: el concepto de la democracia liberal, liderado por Europa y los Estados Unidos desde finales de la II Guerra Mundial, como idea rectora para garantizar el desarrollo, hoy está en crisis. Hay una reacción cada vez más grande contra el sistema democrático imperante, como se evidencia en las votaciones que han favorecido las posiciones extremas, especialmente de derecha, como sucedió en el Brasil hace pocas semanas. Es evidente que muchas personas se sienten marginadas y discriminadas. Perciben que el sistema no los ha beneficiado y protegido. Ven con miedo los cambios que no comprenden, y para los cuales no se encuentran preparados.
Mientras el liderazgo y la visión del presidente chino Xi Jinping, se ha consolidado y aumentado, para llevar a la China a ser el poder dominante mundial en los próximos años, en los Estados Unidos y Europa hay una profunda crisis de liderazgo político. El caso de Trump es patético: un personaje nefasto, que se ha propuesto demoler la reputación y la imagen internacional norteamericana, aprovechándose de la disfuncionalidad de los partidos políticos, y de el clamor de unos blancos que se siente cada vez más marginados dentro de su país.
El sistema político chino le ha permitido al estado, tener una gran influencia en la orientación de la economía. En un reciente artículo sobre China en la revista Time, se mencionaba como su gobierno ofrece apoyo político y financiero a las industrias estratégicas. Sin sonrojarse, promueve el espionaje tecnológico y protege a las empresas que roban propiedad intelectual en el Occidente. Acomoda las leyes para proteger a las firmas locales, y obliga a las empresas extranjeras a entregar su conocimiento a cambio de tener acceso al inmenso mercado chino. Hoy, tienen un plan en marcha para la próxima década, para convertir a la China en el líder mundial en temas de alta tecnología, porque han entendido que es la palanca estratégica más importante que les garantiza su desarrollo y prominencia.
A pesar de que están conscientes del inmenso impacto que van a tener los cambios tecnológicos en la fuerza laboral, y por ende en la estabilidad del sistema político chino, los dirigentes del partido comunista de ese país, le están apostando a la consolidación de su control sobre la sociedad y su economia. Piensan, que por este camino pueden tener mucho más flexibilidad para absorber el impacto de estos cambios disrruptivos. El nivel de libertad que tiene un sistema autocrático, le permite usar políticas y recursos que serían la envidia de sus homólogos en países que operan bajo sistemas democráticos.
En un blog anterior, mostraba como el gobierno de la China, está aprovechando las nuevas tecnologías, como la Inteligencia Artificial (IA), para aumentar el control sobre la población. En la actualidad, está en marcha el experimento social más grande en ese país, utilizando los móviles inteligentes y el internet. Se está montando un sistema de crédito social, para evaluar la confiabilidad de una persona a partir del registro de sus hábitos, conexiones, y cumplimiento de la ley. Un tema impensable en Occidente porque se estaría violando de manera fragante, la privacidad individual.
Pero si hay algo impresionante que han logrado los chinos, es su capacidad de movilizar inmensos recursos hacia los objetivos estratégicos nacionslrs. En un periodo de tres décadas, China logró contar con la infraestructura de trenes rápidos más impresionantes del mundo, así como los aeropuertos más modernos y unas autopistas de lujo. Con el mismo empuje, están desarrollando las capacidades y el talento, para el desarrollo de las nuevas tecnologías donde aspiran a ser líderes en pocos años.
Estas grandes apuestas estratégicas, que caracterizaron el desarrollo de los Estados Unidos después e la II Guerra y que impulsaron el proyecto Manhattan para la Bomba Atómica, para poner el primer hombre en la Luna, o para impulsar el desarrollo del Internet, entre muchos grandes aportes, hoy están ausentes en la agenda de ese gran país. En este país tan polarizado, no hay la voluntad política ni la capacidad de generar grandes acuerdos, para cambiar esa realidad.
El contraste con el caso chino es muy disiente y notable, como también, las diferencias en los resultados obtenidos. Su visión de largo plazo, “la profundidad del compromiso hacia un objetivo” y la magnitud de los recursos movilizados para lograrlo, permiten pensar que la democracia representativa, y el capitalismo del libre mercado, representado por Washignton, lleven las de perder. Por esta razón, la dinámica del coloso asiático, le permitirá superar a los gringos en menos de una década.
Evidentemente el sistema chino se ha prestado para todo tipo de abusos y corrupción. Sin embargo, como lo veremos en el siguiente Post, es fascinante la historia de su desarrollo y consolidación. Pero también, la forma en que fueron aprendiendo de sus errores, y de los de otros países, como el caso ruso después de la caída del Muro de Berlín. Esta capacidad de aprendizaje, les ha permitido que hoy se hable del milagro de la China, y que sea necesario estudiar con mucho cuidado el sistema que lo permitió.
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