Por: Francisco Manrique.
La Ciencia, la Tecnología y la Innovación – (CTeI) – son tres palabras que están detrás de los grandes cambios que estamos experimentando en este siglo. Difícilmente se puede encontrar algo a nuestro alrededor que no nos recuerden su impacto en nuestras vidas. Y detrás de ellas, hay una inmensa apuesta por el uso del talento humano como el verdadero motor del desarrollo.
El comentario anterior se vuelve cada vez más relevante a la luz de los acontecimientos políticos y económicos de los últimos años.
El debate sobre la Globalización, ver La Globalización y La Globalización – II Parte, se explica por el impacto que han tenido las nuevas tecnologías, e innovadores modelos de negocio, en el desplazamiento o desaparición de miles de puestos de trabajo. Mucha gente se siente perdida en medio de tantos cambios que no comprenden, y esto está generando un verdadero tsunami político.
Pero hay otro tema: la caída de los precios del petróleo que ha tenido un impacto económico profundo. Entre otros factores, ha sido el efecto del desarrollo de nuevas tecnologías, que le han permitido a los Estados Unidos volver a ser autosuficiente en la producción de este producto.
También, las nuevas tecnologías están permitiendo pensar en fuentes alternas de energía, que van a tener un inmenso impacto en las industrias extractivas, como la del carbón y y el mismo petróleo. Su impacto afectará al sector automotriz, que ha dependido por tantos años de este producto.
Por una falta inaudita de previsión, en Colombia nos volvimos muy dependientes de estos productos. Para países como el nuestro, la tendencia de la caída del precio de dos de sus principales productos de exportación, ha sido muy grave. Durante los años de altos precios, no nos preparamos para tener empresas innovadoras que usaran el talento humano para generar productos y servicios de alto valor agregado. Y cuando los precios cayeron, nos cogieron con los pantalones abajo.
Cuando el Presidente Santos fue elegido en el 2010, en su primer Plan de Desarrollo, propuso cinco locomotoras para mover la economía colombiana hacia adelante. Por primera vez en la historia de nuestro país, apareció la Innovación como una de ellas. Y para apuntalar esta apuesta, se le hizo una reforma a la distribución de las regalías, que provenían principalmente de la explotación de recursos naturales como el petróleo y el carbón. Por muchos años, estos recursos se habían malversando escandalosamente.
En ese momento, parecería que los políticos colombianos, finalmente estaban entendiendo las tendencias mundiales. Al incorporar la Innovación, habían decidió comenzar a cerrar la inmensa brecha que Colombia tenía en materia de CTeI, en relación a otras economías del mundo. Finalmente, se estaba dando una señal correcta, cuando estábamos viviendo el mejor momento del ciclo de precios de los commodities a nivel internacional. Hasta ahí todo pintaba muy bien.
Pero como dice el dicho popular, el diablo estaba en los detalles, y el camino al infierno está sembrado de buenas intensiones. Con la teoría de que la modificación de las regalías debería favorecer a todas las regiones, y que era necesario lograr su aprobación en el Congreso, se dispuso que el 10% de estos recursos destinados para CTeI, deberían ser decididos por los gobernadores. Y la proporción de su distribución, no se decidió en función de las capacidades regionales en estos temas, sino en otras consideraciones más políticas que técnicas.
Los riesgos de esta decisión se le advirtieron al Dr. Juan Carlos Echeverry, ministro de Hacienda de esa época. En una reunión que tuve en su oficina a finales del 2011, cuando se estaba tramitando la Ley de Regalías, le llevamos un análisis de los riesgos realizado por la Universidad del Rosario. Su respuesta fue desconcertante: “era la única para poder aprobar políticamente en el Congreso la iniciativa”, a pesar del peligro de perder nuevamente esos dineros.
Más adelante, el tema se complicó mucho más, por los mecanismos que se diseñaron para su implementación. De hecho, solo hasta el 2013, con muchas dificultades se comenzaron a aprobar los primeros proyectos de regalías bajo el nuevo modelo para CTeI.
Los temores se han venido materializando en el tiempo. Ya han pasado cinco años desde que entró en vigencia la nueva Ley de Regalías aplicada a CTeI, y los escándalos no se hicieron esperar. En los Departamentos menos preparados, y que han recibido los mayores recursos, los gobernadores los han utilizado para pagar favores políticos y otros menesteres distintos.
Como lo muestra al artículo de Semana y Semana II sobre el tema, durante cuatro años se han utilizado 2.3 billones de pesos en 277 proyectos de diferente tipo pero con impacto bajo. El problema es que hay 1.5 billones sin utilizar y vienen en camino por otros 1.1 billones para este año.
Cuando la situación fiscal es apremiante, estos recursos son un bocado de cardenal, para un gobierno que perdió su entusiasmo inicial sobre la Innovación si es que alguna vez lo tuvo. De hecho, esta desapareció en su segundo Plan de Desarrollo, porque nunca se entendió que CTeI debería haber sido una apuesta transversal, y de largo plazo, para el desarrollo del país. Se requería un cuidado especial y hacerle ajustes, para mantenerla vigente en el tiempo
La baja ejecución en los proyectos de CTeI , es el resultado del diseño de un sistema que nació desde un principio con el pecado original. Los casos de corrupción mas conocidos se evidenciaron en el departamento de Córdoba, la tierra de los “ñoños”, que representan lo peor de los políticos corruptos de nuestro país. Se tomó la decisión de darles el control político de los valiosos recursos de las regalías a estos personajes, con la teoría de “la mermelada” acuñada por el ex ministro de Hacienda de la época, para justificar la dispersión de las regalías por toda la geografía nacional.
Las experiencias de Chile, donde se malversaron dineros de las regalías del cobre, no se capitalizaron en Colombia. Tampoco se reconocieron los peligros de beneficiar a todos los regiones con este tipo de recursos, sin contar con las capacidades y el talento humano necesarios. Nunca se pensó en generar un proceso escalonado para subsanar estas brechas, y se dejaron las puertas abiertas, para que el monstruo de la corrupción afectara esta iniciativa.
Como Santos nunca tuvo su corazón en la política de CTeI, esta de hecho sigue en el aire. Y los retrasos en la ejecución de los proyectos en este campo, le han servido de pretexto para proponer que, 1.3 billones, de estos fondos de regalías, se utilicen para la construcción de carreteras terciarias. La razón que dan: el país no puede mantener ociosos unos recursos que se necesitan para la infraestructura física, que responde a los compromisos con las FARC, de mejorar la conexión de las regiones más olvidadas.
Pero al no reconocer el gobierno su responsabilidad en el tema de la baja ejecución de los proyectos de CTeI, ha decidido tomar el camino fácil y olvidarse de la infraestructura mental del país, que es donde se debería estar haciendo la verdadera apuesta para su desarrollo en el largo plazo. Es más rentable políticamente construir vías que construir conocimiento, como lo menciona el artículo de la revista Semana.
El camino escogido por Santos, es más fácil que el de aprender de los errores cometidos para corregirlos, y así sentar las verdaderas bases para una apuesta de CTeI, mucho más sostenible en el tiempo, y alineada con las mega tendencias internacionales.
Definitivamente nuestros dirigentes políticos no han entendido para donde va el mundo. La caída de los precios del petróleo, que se inició a finales del 2014, no les enseño ninguna lección sobre la fragilidad de una economía que no produce bienes y servicios con alto valor agregado. Y resulta que esto solo sucede, si el país le apuesta a formar el talento humano necesario para jugar en la Economía del Conocimiento, que gira alrededor de las tres más grandes fuerzas de cambio en el siglo XXI: CTeI.
El inmenso riesgo de esta estupidez, es que nos deje el tren de la Historia, como nos lo advirtieron en la Universidad de Harvard en abril del 2010, cuando nació la idea de fundar CONNECT Bogotá Región. Esta institución hoy agrupa a 27 universidades, 37 empresas y otras organizaciones, que buscamos promover una cultura que valore el desarrollo sostenible de nuestra región y del país basado en CTeI.
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