El papa Francisco dará voz en México a las angustias de los millones de migrantes latinoamericanos, con quienes se ensañan la violencia, las redes de corrupción y de tráficos ilegales que acosan a ese país.
Después de una reunión histórica el viernes de varias horas en La Habana con el patriarca ortodoxo ruso Kirill, el papa llega a México para un viaje de cinco días marcado por gestos simbólicos.
Francisco, de 79 años, visita el segundo país más católico del mundo después de Brasil, en uno de los momentos más difíciles de su historia, azotado por una inaudita violencia que ha dejado cerca de 26.000 desaparecidos y 80.000 muertos desde 2006, según cifras de organizaciones humanitarias.
Viajar a México, que ha sido seis veces visitado por los papas entre 1998 y 2012, no figuraba de todos modos entre las obligaciones del pontífice argentino, descendiente de emigrantes italianos.
Sin embargo, Francisco, que decidió personalmente cada una de las etapas de su peregrinaje, encarará en cada una de ellas los problemas sociales que denuncia sin titubeos desde que llegó al trono de Pedro en 2013: tráfico de seres humanos, comercio ilegal de armas, narcotráfico, pobreza, discriminación, desigualdad social, destrucción del medio ambiente.
Los cinco papamóviles, con los que Francisco recorrerá poco más de 400 kilómetros en seis ciudades de cinco estados, permitirán que millones de personas, de todas las condiciones sociales, salgan a las calles para saludarlo.
“Voy como misionero de la misericordia y de la paz (…) Quiero estar lo más cerca posible de todos ustedes y de manera especial con los que sufren”, dijo el papa en un mensaje de vídeo enviado el lunes a los cerca de 120 millones de católicos mexicanos.
La jornada del sábado estará dedicada a los encuentros oficiales, por lo que tiene programado un encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto y el conjunto de la clase política en el palacio presidencial. Un gesto especial ya que las relaciones entre el jefe de la Iglesia católica y el Estado laico mexicano se han apaciguado gradualmente desde los años de la guerra “cristera”, la rebelión católica, que se prolongó de 1926 a 1929 contra la represión anticlerical.
Orar ante la Virgen de Guadalupe, patrona de las Américas, en el santuario mariano más visitado del mundo, será uno de los momentos más religiosos de su viaje.
“Le encomendaré a María los sufrimientos y las alegrías de todos los pueblos del continente americano”, adelantó el año pasado al anunciar la gira.
De una frontera a otra de México:
Tanto en Tuxtla Gutiérrez como en San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, el papa abogará por los derechos de las culturas indígenas en el estado menos católico del país y en el que cohabitan las más diversas religiones, entre ellas adeptos del islam.
También por esa frontera del sur de México, millones de inmigrantes de diversos países de América Latina entran rumbo a Estados Unidos con el sueño de un trabajo y una vida mejor.
El último día de su permanencia, Francisco tocará con la mano la misma realidad, pero esta vez en la frontera norte, en Ciudad Juárez, al límite con Estados Unidos, sede de uno de los cárteles de la droga más temidos. Ante “el muro de la ignominia”, la valla metálica que separa México de Estados Unidos, el papa celebrará una misa y enviará un mensaje a los miles de migrantes que acudirán a escucharlo de las dos partes de la barrera.
En la ciudad fronteriza visitará una de las cárceles más peligrosas del continente y se reunirá también con los parientes de las llamadas ‘muertas de Juárez’, cerca de 700 mujeres, en general jóvenes y adolescentes de escasos recursos, asesinadas desde 1993 como bestias, víctimas de atroces feminicidios.
Francisco, que se presenta “como hijo de inmigrantes”, confesó que hubiera querido entrar a México por Estados Unidos para llamar la atención sobre el fenómeno de la migración y rendir homenaje a los miles de hombres, mujeres y niños que perdieron la vida tratando de cruzar la frontera para escapar de la violencia y la pobreza. Un gesto que afectará la campaña electoral en Estados Unidos, ya que varios candidatos republicanos están usando la retórica antiinmigración.
El multimillonario Donald Trump prometió construir, si es elegido, un muro en la frontera de 10 a 12 metros de alto y que se extendería por unos 1.600 kilómetros.
En las ciudades de Ecatepec y Morelia, la capital de la región de Michoacán, afectadas por los abusos de los cárteles de la droga, el papa pedirá para que los mexicanos puedan solucionar los problemas de violencia y corrupción, el “pedazo de guerra” que padecen, según el término que usó en un video en el que charló con un grupo de 33 católicos conectados por Notimex. AFP
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