Forjando el Liderazgo

Por: Eduardo Lleras.


Tal vez sea por las actividades profesionales a las que me dedico (Coaching Ejecutivo y Búsqueda y Selección de Ejecutivos) que muchas personas me preguntan por el mismo cuestionamiento que yo me vengo haciendo hace años y es que hace que una persona sea exitosa?

Ayer tuve la oportunidad de asistir a una charla dictada por Fred Kofman y luego tuve ya en la noche con una conversación con mi esposa sobre la educación de nuestros hijos. Estos dos encuentros, acompañados de mi reflexión diaria a la que me invita la ducha, me dieron el ánimo de tratar de esbozar lo que en mi concepto ayuda al éxito del ser humano en cualquier tipo de actividad. Utilizó una de mis grandes aficiones que es el fútbol para hacer un paralelo de los temas a los que me refiero, pero creo que cualquier metáfora de con alguna actividad humana aplica de la misma manera.

Si bien creo que hay muchos factores que influyen en nuestra capacidad de sobresalir, hay cuatro elementos que se destacan sobre los demás y que puedo resumir en la ambición, la disciplina, la resiliencia y la ética.

La ambición como la entiendo es la claridad de lo que soy y quiero. Es la exploración profunda del propósito del ser que soy y la creación de un sueño que me soporte y rete. No existen ni buenas ni malas ambiciones, simplemente  son; soportan la consciencia de mi búsqueda y mi deseo de alcanzar algo. Como ejemplos de ambiciones encontramos el dinero, la tranquilidad, la trascendencia, la gloria, el poder, el servicio a los demás, la diversión  y el reconocimiento, para mencionar algunas pocas de una lista casi interminable. Ahora, si bien la claridad de lo que quiero es importante creo que la ambición  no esta completa si no está acompañada de un elemento subjetivo y energético. Es algo que se expresa en la mirada picara, coqueta, seductora, determinada y casi depredadora. Es una energía de convicción,  deseo, respeto, acción y ganas. Es algo que en algunas personas sentimos y en nuestra incomodidad para convivir con ellas las evadimos y las calificamos de manera de peyorativa como ambiciosas.  Sin este último elemento energético tengo consciencia pero todavía no ambición. Bienvenidos los ambiciosos.  Como ejemplo de ambición solo miren la mirada de un futbolista como Cristiano Ronaldo cuando entra al campo de juego para que entendamos de que estamos hablando. Hay deseo de ser el mejor, de gloria, de dominar un deporte como ningún otro.

Al identificar y crear energéticamente mi ambición me hago cargo de ella y de mí. Empiezo a ser protagonista de mi vida para darle paso al segundo elemento llamado la disciplina. La disciplina es la capacidad que tengo de llevar a la acción de manera consistente mi ambición. Es la expresión en comportamientos de mi consciencia y mi energía. Con ella me permito salir de mi zona de confort y pulir como un escultor los actos que me llevan al logro. Debe ser consistente, detallada, tranquila y coherente con mi ambición. La disciplina no es otra cosa que la expresión de mis hábitos amarrados a un fin. No importan los talentos y las ambiciones, sin la disciplina la maestría de lo que buscamos no será alcanzada. Vuelvo al deporte y al ejemplo que nos da un jugador como Falcao Garcia con su disciplina de entrenamiento, trabajo de cuerpo y mente  y horas extras de práctica para alcanzar el domino de técnicas necesarias para sobresalir.

La resiliencia es un término utilizado para describir la capacidad que tienen los elementos o seres para sobreponerse a periodos de stress generados por el entorno. Traigo este término porque creo que a pesar de que tengamos ambición y disciplina no siempre las cosas saldrán como las planeamos y no todas las veces los resultados serán alcanzados. El entorno es uno pero está vivo y es cambiante. En él confluyen millones de fuerzas y ambiciones unas veces complementarias y otras no. El medio que nos rodea está repleto de variables que están fuera de nuestro control. En este entorno algunas veces ganaremos y otras no, y es allí en la derrota donde debemos ser resilientes. En este punto se hace importante mantener los embates, aceptar la derrota, y levantarnos con nuestra ambición y energías intactos y nuestro ser mucho mas sabio. Sabiduría que se nos dará en la capacidad de aprender, de revisar aquello que no hemos hecho  bien, de fijar nuevas disciplinas y por qué no, revisar nuestras viejas ambiciones. El ejemplo del futbol es claro, no todos los partidos y torneos se ganan pero los jugadores y los equipos vuelven con las mismas ambiciones y deseos en un periodo de tiempo muy corto.

Muchas veces me debato sobre si la ética debe ser una cualidad que debemos buscar o no, pues creo que ella debería estar dada en todo lo que hacemos. Como esta última premisa no es del todo cierta me permitiré hablar del componente ético de nuestros actos. No entiendo la ética como un ejercicio intelectual o de mero conocimiento  (si bien creo que no sobra tener bases sólidas conceptuales); la veo como un ejercicio personal sobre todos nuestros actos que busca confrontar mi interés particular con la necesidad de otros o nuestro entorno. Se trata de un desprendimiento del interés de mi yo para hacer consciencia del impacto de mis actos en el entorno que me rodea. El ejercicio de lo ético es enmarcar nuestros actos en lo que es correcto para mí y mi entorno. Enmarcar nuestros actos en lo que es solamente importante para mí puede llevarme a faltas de ética con mi entorno, así como enmarcar mis actos solamente en lo que es correcto para mi entorno me pude llevar a faltas éticas sobre lo que es importante para mí. La lectura y reflexión de lo que es correcto sistémicamente nos darán los caminos de acción a seguir. En el futbol ganar un partido o un campeonato con comportamientos éticamente incorrectos lleva al cuestionamiento permanente de lo que sucedió y de la impureza del logro. Casi siempre los que no han actuado incorrectamente terminan pidiendo perdón, hablando de ello como algo que no debió haber sucedido o con un sin sabor eterno que les impide gozar a plenitud su logro.

Hace poco fui testigo presencial de un acto que me dio mucha luz sobre la ética. Al final de  un partido de futbol, el  entrenador del equipo de mi   hijo se acerco al arbitro y el entrenador del otro equipo a comentarles que creía que uno de los goles con los que su propio equipo había ganado no había entrado al arco. El técnico del otro equipo le comento que el estaba más cerca de la jugada y que si había sido gol. Esto es un ejemplo de un sistema ético.

La confluencia de estos cuatro elementos es lo que he observado en aquellos que puedo llamar exitosos y me atrevo a extenderlo no solo a las personas sino a las organizaciones por igual. Si tuviera que escoger qué enseñarle a mis hijos, a los líderes y organizaciones con las que trabajo, sin duda alguna estos 4 elementos serían mi elección, ya que creo que en ellos se enmarcan casi todos los comportamientos o competencias de grandes líderes. Los veo en los deportistas, en los empresarios, los artistas, amas de casa y para no extenderme en todas las profesiones o actividades humanas.

 

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