Festivaleando en 2015

Por: Andrés Quintero Olmos.

Ya casi comienza el Festival y me vinieron a invitar. No podía por ausencia sentimental decir que no. A pesar de tener trabajo a tutiplén, este año sí iré al Festival, porque primero es lo primero.

Ya me contaron que este año las grandes parrandas se harán, a precio millonario, con Marc Anthony y Juan Luis Guerra, nobles representantes de la música no-vallenata. Ojalá no nos pase como en el Carnaval de Barranquilla que nos quedamos sin la yuca y la tajá; sin escuchar música tradicional.

Me dijeron que el Rey Vallenato de este año nuevamente será coronado entre dos canciones del artista principal del cierre. Ojalá sea él el centro de atención de esa noche y nos pueda tocar, tras su coronación, su mejor repertorio para que Juan Luis Guerra se emocione y se dé una vuelta por el Guatapurí, pero en bicicleta.

Me tertuliaron que ya los vallenatos no organizan parrandas, porque dicen que se tornaron en ser muy costosas. El whisky ya no se contrabandea como antes y ahora todos los músicos piden como mínimo 5 millones de pesos la tanda, toman trago fino y molestan por el aire frío de la noche. ¡Vé! antes sí que era como mejor la vaina: Francisco el Hombre ni le cobraba al Diablo.

Me pontificaron que ya la gente del Festival no va a parrandas, porque –compadre- eso ya como que no se usa, ahora sólo se asiste a armonías de ruidos o conciertos de música de acordeón con micrófono, parlante, bajo, recontrabajo, batería, guitarra, conga, gaita, trompeta, etc. y, si están de buenas, con algo de trinche de guacharaca y tambor plastificado. Y a eso le dicen progreso. También, me comentaron que los festivaleros ya no vienen a escuchar vallenato, sino que vienen es a perseguir los fotógrafos sociales del Jet Set. Se visten como si fuera esto Bocagrande pero nadie les dijo que aquí no viaja ni el viento.

Además de esto, me soltaron la noticia que este año no viene Pitbull, decoroso invitado que estuvo hace un par de años y que nunca supo muy bien como pronunciar Va-lle-du-par. Lo bueno es que los puristas seguimos a salvo porque sigue con seriedad el concurso con sus diferentes categorías y porque este año homenajearemos a la Dinastía López, dignos representantes de nuestro folclor. Ojalá se les rinda el tributo que se merecen.

Me chismosearon que ahora los ministros y congresistas cachacos, y algunos costeños desinteresados, vendrán a Valledupar a cambiar la mermelada por el licor, la caja estatal por la caja vallenata, los debates por las tertulias, las acusaciones por los abrazos, los fueros por las quioscos, los sobres por las lluvias, la honorabilidad por la borrachera, las chifladeras por los cantos, el Transmilenio por el acordeón, el ajiaco por el chivo, la resaca por el guayabo y los vestidos de baño por los calzoncillos de nuestras riberas.

Mientras tanto, en esta edición 2015, algunos estaremos esperanzados en parrandear con Marciano Martínez, vibrar con los cantos de Gustavo Gutiérrez, bailar a ritmo de Pablito López y avivar la “Llama encendida” de Villazón que sacó el mejor álbum del año.


 

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