Por: Elena Cornellana.
Oxfam International, Productora de contenidos digitales.
Un equipo de Oxfam visitó a varios productores y productoras lecheros de Colombia para conocer de primera mano los efectos del cambio climático y del fenómeno El Niño en la región.
Llegamos a El Vergel, la pequeña finca de Blanca Salamanca, a última hora de la tarde. A pesar de que la sequía era patente en los campos, la puesta de sol sobre los pastos era hermosa. Vistamos a Blanca y a su familia a mediados de junio de este año, justo cuando debería estar de la primera estación húmeda. Sin embargo, no había ni rastro de lluvias en Iza, en el distrito de Boyacá. Todo lo contrario: los ganaderos ya habían tenido que recurrir al pequeño pozo diseñado para cubrir sus necesidades de agua durante la estación seca. ¿A qué podrían recurrir dentro de un mes?
Blanca, de 75 años, nos contó que se ha dedicado a la ganadería toda su vida. Solamente tienen seis vacas de raza Normanda mezclada y ahora es Gustavo, el hijo que vive con ellos, el responsable de ordeñarlas. A parte del pequeño sueldo que obtiene Gustavo trabajando en la construcción, las vacas son su única fuente de ingresos.
Pero, ahora, Blanca y su familia se enfrentan a la sequía. Han dejado de cultivar maíz, patatas, trigo y guisantes porque toda el agua que obtienen la utilizan para dar de beber a sus seis vacas, que tan solo les proporcionan tres o cuatro litros de leche al día (la mitad de lo que solían producir antes). Blanca nos cuenta: “Han sido tres años muy duros, terribles. Esto sí ha sido muy triste. Todo se está secando. No podemos sembrar nada. El ganadito se muere de hambre, se acaba. ¿Qué podemos hacer?”.
La historia de Blanca es una más de las miles de historias que se viven en Colombia cada día. Los productores y productoras a pequeña escala (muchos de los cuales apenas poseen dos acres de tierra y 10 o menos vacas) son la columna vertebral de la agricultura del país. Solo en el distrito de Boyacá, la producción de leche es la principal fuente de ingresos para más de 60.000 familias. Esto les permite alimentarse y enviar a sus hijos e hijas a la escuela. Sin embargo, los productores afirman que el cambio climático está provocando continuas sequías que han contribuido a exacerbar la espiral de pérdidas y pobreza, especialmente en las regiones de los Andes y el Pacífico de Colombia y en toda América Central.
El Niño y el cambio climático: dos fenómenos de consecuencias devastadoras:
Cada ciertos años, el fenómeno cíclico conocido como El Niño –un calentamiento del océano Pacífico, principalmente a lo largo del ecuador–, altera los patrones meteorológicos globales y provoca sequías en el interior de Colombia e inundaciones a lo largo de sus costas. Este año, El Niño (uno de los más fuertes hasta ahora registrados y cuyos efectos se podrán sentir incluso en 2016) ha agravado la situación de los productores de leche colombianos, que ya era especialmente frágil debido a los efectos de la sequía que azotó el país el pasado año. Además, El Niño también incrementa la incidencia de malaria en Colombia (en un 17% los años que El Niño azota el país y en un 35% los años siguientes).
Era noche cerrada cuando dejamos a Blanca en su pequeña e impoluta casa. Pasamos los siguientes días visitando a otros seis pequeños y medianos productores de leche de diferentes regiones. Su situación era la misma: las altas temperaturas y las escasas lluvias han reducido su producción e incrementado su inseguridad alimentaria. Y mientras quienes tienen recursos adicionales han podido adaptarse, las personas más pobres han sido dejadas de lado.
Conocimos a Consuelo, de 34 años, y a Ramón, de 38 años, una pareja de ganaderos de La Paz (Guaduas) que también se ha visto afectada por las continuas sequías, cada vez más intensas y duraderas, y agravadas este año por El Niño. Visitamos las instalaciones de lo que había sido el centro local de acopio de leche, propiedad de la cooperativa Agrapaz. Nos explicaron que invirtieron todo lo que tenían en adecuarlo a la normativa vigente y conseguir vender la leche a un mejor precio. Y así fue durante tres años. Desafortunadamente, 10 de los 17 cooperativistas se fueron retirando debido al poco apoyo tanto público como privado para su mantenimiento, sumado a la disminución en la producción de leche a causa de la sequía. Como consecuencia, la cooperativa ya no era competitiva ni en precio, cantidad o calidad. Ahora, ya no les queda otra opción que vender su leche un productor de queso local a un precio mucho más bajo, lo que hace prácticamente imposible que puedan pagar sus deudas.
Ramón nos explicó que el pasado verano había sido la época más dura de todas:”Las lagunas se secaron tanto que los animales quedaban atrapados en el fango y morían. A mí se me murieron 12 vacas y tuve que sacarlas yo solo, una a una. Me quedé en la quiebra”.
Consuelo añadió: “Me da pesar, me da tristeza pensar que no hay nadie que nos apoye. Me parece que el abandono al campesino es muy grande. Y no debería ser así. El campesino le da duro al trabajo, es muy honesto, muy trabajador para que lo abandonen y lo dejen a la deriva. Yo tengo tres hijos, pero así como hoy, no voy a alcanzar a verlos profesionales”.
¿Cómo se podría incrementar la resiliencia de los campesinos y campesinas ante los estragos del cambio climático? Para empezar, necesitan acceso a nuevas técnicas que les permitan adaptar sus cultivos y el cuidado de su ganado a las altas temperaturas y a períodos de sequía más largos. Tal y como nos explicó Fernando, ganadero independiente del municipio de Guaduas: “La situación es muy difícil.
Guaduas tiene un clima muy cálido y los veranos son cada vez más secos y calurosos, cosa que hace complicado que las vacas den muchos litros de leche. Sin embargo, he conseguido mejorar la genética del ganado gracias a la asesoría de un experto. Ahora tengo vacas para el clima del trópico que dan siete u ocho litros al día. Eso es bueno. También he comenzado a cultivar otros pastos como alfalfa, caña de azúcar, maíz y moringa, que son una fuente de proteína muy buena para el ganado y resistentes a largos periodos de seguía”.
Es necesario un apoyo urgente a nivel nacional e internacional:
Sin embargo, no muchos productores a pequeña escala tienen los recursos o acceso al apoyo que necesitan para poder adaptar sus explotaciones a los cambios en los patrones meteorológicos. Por este motivo, Oxfam hace un llamamiento a los Gobiernos para que garanticen estos recursos y este acceso a nivel nacional e internacional.
Se precisa hacer un gran esfuerzo para apoyar a las comunidades vulnerables y ayudarles a adaptarse a los efectos del cambio climático. Esta crisis es el telón de fondo de la conferencia internacional sobre cambio climático que se celebra ahora en París. En ella, los países desarrollados deben mostrar cómo cumplirán con el compromiso adquirido de movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares al año para 2020 con el objetivo de impulsar acciones contra el cambio climático en los países pobres.
El nuevo acuerdo internacional que se acuerde en París para combatir este fenómeno en el periodo post-2020 debe garantizar que se reforzarán los actuales objetivos de reducción de emisiones cada cinco años para, así, evitar los peores efectos del cambio climático durante las próximas décadas. También debe incluir un objetivo nuevo e independiente sobre financiación de la adaptación que permita abordar los efectos previstos.
Colombia ha demostrado su compromiso con la lucha contra el cambio climático siendo el primer país sudamericano en presentar su plan de acción para el período post-2020 y comprometiéndose a destinar 6 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima con el objetivo de financiar medidas de mitigación y adaptación en los países en desarrollo. Ahora ha llegado el momento de que el Gobierno de Colombia invierta en programas para impulsar la resiliencia de su sector agrícola y garantice que los productores y productoras a pequeña escala cuenten con las herramientas necesarias para enfrentarse y sobrevivir a los efectos del cambio climático.
Actúa:
Los líderes mundiales que participan en las negociaciones sobre cambio climático de las Naciones Unidas en París tienen en su mano el poder para demostrar que están del lado de personas como Blanca, Consuelo, y Ramón que, a pesar de ser quienes menos han contribuido al cambio climático, son quienes más sufren sus efectos.
Desde Oxfam les urgimos a utilizar las negociaciones de París para empezar a anteponer las necesidades de las personas más afectadas por el cambio climático, lo que implica garantizar fondos para ayudar a estas personas a hacer frente a sus efectos.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
SOURCE: Oxfam
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