Aunque China trata en casa de reducir su industria de carbón y la contaminación mortal que acarrea, el principal país emisor de dióxido de carbono está exportando esta misma tecnología a Asia, África y Oriente Medio..
Las emisiones de CO2 causadas por estas plantas en el extranjero podrían poner en jaque los esfuerzos globales para limitar el calentamiento del planeta, según los analistas.
Internacionalmente, China continúa invirtiendo en una serie de proyectos de carbón en contradicción directa con la estrategia energética nacional de dar progresivamente la espalda a esta actividad: Tim Buckley, director de estudios de finanzas energéticas en el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA), en Estados Unidos.
El carbón supone el 40% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el mundo y la tendencia es ascendente tras un declive entre 2014 y 2016.
Más de 2/5 de la electricidad mundial es generada por la energía del carbón, casi el doble de lo que supone el gas natural y 15 veces más que la suma de la energía solar y eólica.
En el mundo, una de cada cuatro plantas de carbón en proceso de planificación o de construcción está apoyada por empresas controladas por el Estado chino, según el IEEFA.
“El riesgo es condenar a estos países a algo que no es bueno para ellos a largo plazo y que sea incompatible con el Acuerdo de París”, dijo Christine Shearer, analista energético de CoalSwarm.
China tiene proyectos de este tipo en Egipto, Nigeria, Kenia, Senegal y Zimbabue, entre otros países, que no tienen ni carbón ni las instalaciones apropiadas. Esto obligará por lo tanto a construir o importar, según Shearer.
El Acuerdo de París tiene por objetivo limitar el aumento de la temperatura por debajo de 2ºC y a ser posible a 1,5ºC, respecto a la era preindustrial.
Auge en el sureste asiático
Pese a ello, China tiene previsto invertir más de 21.000 millones de dólares para desarrollar 31 gigavatios (GW) en energía de carbón en una decena de países, y ha puesto sobre la mesa otros 15.000 millones que generarían 71 GW en 24 países, según el IEEFA.
El mundo cuenta actualmente con una capacidad total de 2000 GW, según el Global Coal Plant Tracker.
Una nueva ola de plantas de carbón “podría enterrar las posibilidades de mantener el calentamiento bien por debajo de 2ºC”, dijo Heffa Schuecking, directora de Urgewald, una ONG medioambiental en Alemania.
El objetivo de 1,5ºC requiere la casi eliminación del carbón a mediados de siglo, según la ONU, o al menos del 60% en 2040 para contar con “un escenario sostenible”, según la Agencia Internacional de la Energía.
El uso del carbón en China -casi la mitad del total mundial- declinó en los últimos años, así como las emisiones de CO2, aunque ambos aumentarán previsiblemente en 2018.
En el resto de Asia, la creciente demanda de electricidad llevó a un aumento significativo del consumo de carbón, como en Vietnam, Bangladés y Filipinas (+ del 20% entre 2014 y 2017), financiado parcialmente por el gigante asiático.
Otros países, como Corea del Sur y Japón, también exportan esta tecnología al exterior, pero las empresas chinas “se llevan más concursos y están más dispuestas a considerar países de mayor riesgo”, dijo Han Chen, experto del Consejo de Defensa de Recursos Naturales de Estados Unidos.
Todo ello, en un contexto en que las instituciones financieras en el resto del mundo empiezan a dar la espalda al carbón: al menos 19 grandes empresas de seguros que representan más de 6 billones de dólares de activos (20% del total) dejaron de invertir en el carbón, según el recuento de Unfriend Coal Scorecard. Lo mismo hicieron bancos, fondos de pensiones y organismos multilaterales como el Banco Mundial.
China “puede elegir”
China es consciente de que su exportación de tecnología del carbón se enfrenta a críticas crecientes, según Laurence Tubiana, presidenta de la Fundación Europea para el Clima y ex negociadora en jefe de Francia en la COP21 de París.
Los expertos consideran que China no está obligada a seguir ese camino. “Puede elegir”, dijo Oliver Sartor, investigador del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales de París. “Es hipócrita limpiar en casa e invertir fuera en carbón”, sostuvo.
“El dinámico sector privado de China -muy implicado en las energías renovables y los autos eléctricos-, sería un embajador perfecto para su influencia exterior”, dijo Tubiana.
Algunos proyectos financiados por China han topado con fuertes resistencias locales, como la planta Sendou en Senegal y el proyecto Rampal en Bangladés, cuyas poblaciones costeras ya se han visto devastadas por el cambio climático.
Según Renato Redentor Constantino, director ejecutivo del Instituto para el Clima y las Ciudades Sostenibles de Manila; China podría elegir apostar por las energías limpias, incluso en el exterior. “Pero no lo hará por sí sola, tiene que haber presión por parte de otros países y de la sociedad civil”.
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