Estados Unidos redobló sus esfuerzos para apoyar el proceso de paz en Colombia con la designación este viernes de un enviado especial a las conversaciones, una decisión bienvenida por Bogotá y las FARC.
“Estados Unidos tiene la responsabilidad de hacer lo que pueda para ayudar a Colombia a alcanzar la paz”, dijo el secretario estadounidense de Estado, John Kerry.
Kerry recordó a periodistas en Washington que el presidente colombiano Juan Manuel Santos le había pedido en diciembre que Estados Unidos “asuma un rol más directo” en las negociaciones, iniciadas en 2012 en La Habana.
El presidente Barack Obama accedió a la solicitud “tras considerarlo cuidadosamente”, porque, a pesar de los obstáculos, “absolutamente vale la pena buscar y asistir en lograr una paz negociada si podemos hacerlo”, añadió el responsable.
El anuncio fue bienvenido por el gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a pocos días de que las partes retomen a finales de febrero las conversaciones en Cuba.
“Celebro este anuncio porque reafirma el compromiso de los Estados Unidos con el proceso de paz, tal como me lo han expresado en repetidas ocasiones el presidente Obama y varios miembros de su gabinete”, dijo Santos en un comunicado.
Las FARC saludaron igualmente la designación del enviado estadounidense y agradecieron la “confianza” de Obama y Kerry en la búsqueda de la paz.
Experto en resolución de conflictos:
El enviado de Washington tendrá un papel de apoyo en las negociaciones, aunque sus tareas se irán definiendo a medida que avanza el proceso, y en coordinación con Bogotá, dijo la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki. “Estados Unidos no es una parte en las negociaciones y eso no ha cambiado”, señaló Psaki.
Santos reafirmó que el papel del delegado estadounidense será de “apoyo al proceso”, en el que ya participan Cuba y Noruega como países “garantes” y Chile y Venezuela como “acompañantes”.
Pero el anuncio representa una postura más activa en el proceso de paz de parte de Estados Unidos, importante aliado de Bogotá e impulsor del multimillonario Plan Colombia implementado hace 15 años para luchar contra el narcotráfico y la guerrilla en ese país.
Washington designó como enviado especial a Bernie Aronson, un ex subsecretario de Estado para América Latina con experiencia en la resolución de conflictos en El Salvador y Nicaragua. Su experiencia en la región es “significativa y extensa”, precisó el secretario de Estado.
Acompañado de Kerry, Aronson dijo que no llevará “un plan hecho en Washington” a las negociaciones ni se sentará en la mesa, enumerando en cambio sus tareas como “empujar, persuadir, clarificar y ayudar donde podamos”.
“No hay retorno”:
Para Jairo Libreros, politólogo de la Universidad Externado de Colombia, la vinculación de Estados Unidos “garantiza la viabilidad” de las negociaciones y abre las puertas a que otros gobiernos y organismos regionales tomen parte.
“Este nombramiento muestra que el proceso de paz en Colombia es viable y Estados Unidos no va a ser un obstáculo, y garantiza la viabilidad del mismo. No hay retorno en este proceso”, dijo el experto a la AFP.
Tras dos años de negociaciones, el gobierno y FARC ya consensuaron los puntos de reforma rural, participación política y drogas ilícitas en las pláticas de La Habana. Pero aún deben resolverse temas clave como la reparación a las víctimas, el abandono de las armas y el mecanismo de refrendación de los acuerdos.
El vocero de la Iglesia Católica colombiana, Darío Echeverri, dijo que la presencia de Estados Unidos puede “hacer fáciles, viables, asuntos que sin ellos, son muy difíciles” como los contenciosos sobre extradición de integrantes de las FARC o el rol del grupo insurgente en el narcotráfico.
Desde que comenzaron las negociaciones, las FARC vienen exigiendo que Washington libere al guerrillero Simón Trinidad, preso en una cárcel en Estados Unidos tras ser extraditado por Bogotá en 2004.
El conflicto interno en Colombia, en el que han participado guerrillas, paramilitares, fuerzas militares y bandas narcotraficantes, ha dejado más de 220.000 muertos y 5,3 millones de desplazados, según datos oficiales. (AFP)
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