Por: David Juliao Esparragoza.
La Revista Semana ha producido recientemente una separata que reúne los 30 años de las mejores 100 empresas de Colombia. El análisis longitudinal hecho por el profesor Ocampo relaciona de forma sucinta los cambios que ha tenido la economía del país y sus reflejos en franca consonancia con un aparato productivo más abierto al mundo, eso sí, con indicadores de eficiencia muy bajos e índices de competitividad que nos muestran un camino largo por recorrer.
Las realidades empresariales se construyen con tesón y son en su justa medida un termómetro de la fortaleza y templanza de las personas que llamadas a liderar los cambios organizacionales tejen país.
Destaco el acierto en la publicación de resaltar el aporte de uno de los empresarios que hizo de los negocios una plataforma de respeto, aprendizaje y pasión en el marco de las mejores prácticas con sentido ético y responsable: Nicanor Restrepo. La visión de empresa como motor de desarrollo social y económico requiere de estos grandes líderes que enaltecen y vigorizan el imaginario de un hombre de negocios exitoso.
Rescatar la ética y los principios como piedra angular de los negocios no es retórica es volver la mirada a la esencia, a la complejidad de lo simple y al arte de construir sin erosionar caminos. Hoy la ética forma parte de las competencias básicas de todo profesional. Estudios serios de competencias a nivel latinoamericano como Tunning cobijan el comportamiento ético como competencia transversal que deben tener todos los programas universitarios.
Destacar los principios como conductores y ejes en la vida y en las organizaciones deja siempre buenos resultados. No apagar este llamado es responsabilidad de todos ya que unidos ayudamos a la construcción de un mejor país.
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