Por: Andrés Quintero Olmos.
La uberización, neologismo que toma su nombre de la empresa Uber, es un fenómeno económico que consiste en la utilización de los servicios que permiten a los profesionales y a los clientes ponerse en contacto directo, de manera instantánea y a partir de plataformas tecnológicas.
Este nuevo método de economía colaborativa ha venido revolucionando los servicios, la venta de productos, el derecho laboral y la relación empresa-cliente. Un claro ejemplo de este movimiento, que está pulverizando a todos los tradicionales modelos de negocio, es el auge de la empresa Airbnb que pone en contacto directo (sin intermediación) a una demanda particular de hospedaje con una oferta privada de alojamiento.
Lo que nadie había anticipado es que los terroristas también se están uberizando. Según declaraciones (Lefigaro 4/06/2017) de Hugues Moutouh, ex consejero de seguridad de Sarkozy, “el Estado Islámico ha revolucionado el terrorismo…el anterior sistema reposaba en un mercado oligopólico, súper-centralizado y especializado. Las organizaciones terroristas se construyeron históricamente en espejo de los estados militares tradicionales: fuertemente jerarquizados y con una organización profesional reglamentada…Eso era el siglo XX, desde entonces las cosas han cambiado”. Es cierto, ahora los terroristas ya no reclutan internamente a adeptos para cometer atentados, sino que inscriben a distancia a “trabajadores independientes”, lo cual ha venido aumentando su imprevisibilidad y alterando la lucha antiterrorista.
Antes, los terroristas ubicaban a sus potenciales partidarios, les lavaban el cerebro, invertían económicamente en sus respectivas formaciones y los mandaban a cometer atentados al exterior. Asimismo el proceso de organización de un atentado era lento, costoso y complejo, lo cual hacía que su ocurrencia fuera rara y, a veces, espectacular.
En la actualidad, ya el Estado Islámico sólo utiliza unas páginas Web como medio para iniciar a sus prestatarios terroristas. Así como independientes conductores transportan a usuarios de Uber, ahora independientes fanáticos aterrorizan en nombre del cibernético Estado islámico. “El Estado Islámico entendió que cualquier hombre que tenga una cuenta pendiente con la sociedad es un potencial terrorista, si se logra canalizar su odio”, de acuerdo con Hugues Moutouh. De esta manera, cualquier desubicado e ignorante puede ser ahora más que nunca un terrorista. El horror absoluto.
La uberización del terrorismo es tal que los actuales terroristas son sólo considerados como elementos autónomos que, a cambio de la fama de mártir que les dará el Estado Islámico, cometen atentados a partir de su propia financiación y de sus propios y accesibles medios (vehículos, armas blancas, explosivos artesanales, etc.). De ahí el hecho que cada vez los atentados sean más recurrentes e inadvertidos.
Los Estados democráticos tienen ahí un arduo reto: prevenir que sus mismos ciudadanos accedan a cometer de manera independiente lo imperdonable a partir de plataformas extremistas que usan medios tecnológicos intangibles y, por tanto, difíciles de combatir.
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