El domingo 26 de diciembre de 2004, a las 07H58 (00H58 GMT), un sismo de magnitud 9,3 en la escala de Richter sacudió las costas de Indonesia y provocó un devastador tsunami, que dejó más de 220.000 muertos.
La potencia del sismo -el más importante en el mundo desde 1960- hizo que la sismo, Indone se levantara originando a su paso una ola de unos 15 metros que devastó 30 minutos después la provincia indonesia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra.
Esta será la región más afectada al situarse cerca del epicentro del temblor: decenas de localidades desaparecerán del mapa y varias islas llegarán incluso a desplazarse. En la costa oeste de Sumatra, 131.000 personas perdieron la vida.
La ola alcanza a continuación el litoral del Golfo de Bengala, donde golpea sucesivamente las costas de Tailandia, Birmania, Sri Lanka e India, en especial, los archipiélagos de Andaman y Nicobar. Unas seis horas después del inicio de la catástrofe, el tsunami llega a las costas de África oriental (Somalia, Tanzania y Kenia).
En pocas horas, al menos 220.000 personas mueren: cerca de 170.000 en Indonesia, 31.000 en Sri Lanka, 16.400 en India y 5.400 en Tailandia, según las estimaciones oficiales. Entre los otros países asiáticos afectados, Maldivas cuenta con un centenar de muertos, Malasia y Birmania con unos sesenta, y Bangladesh registra sólo dos. En África oriental, más de 300 personas fallecen, principalmente, en Somalia. Tanzania registra diez muertos y uno, Kenia, donde se dio la alarma.
Esta tragedia alcanza asimismo a la comunidad internacional. De las 5.400 víctimas de Tailandia, cerca de la mitad son extranjeros de 37 nacionalidades diferentes.
Los países europeos lamentan la muerte de 1.700 ciudadanos, principalmente turistas en busca del sol en Navidad. Suecia, con 543 muertos, y Alemania (537) registran el mayor número de bajas entre los países occidentales. A estos, se unen 180 finlandeses, 150 británicos, unos 110 suizos, 95 franceses, más de 80 noruegos y casi 50 daneses.
En el terreno, varios miles de “niños del tsunami” se quedan huérfanos y decenas de miles sufren traumatismos psicológicos.
Los daños materiales son innumerables y más de un millón de personas se quedan sin techo. La ola gigante arrasa también todo un ecosistema en el litoral del océano Índico, como los manglares de Aceh o los arrecifes coralinos de Tailandia, e implica muchas contaminaciones químicas.
Esta catástrofe, ocurrida el día después de Navidad, suscita un arrebato de generosidad sin precedentes en el mundo con promesas de ayuda a la decena de países asiáticos afectados. Más de 13.500 millones de dólares (11.000 millones de euros) se recaudan, esto es, más de 7.100 dólares por persona afectada por el tsunami.(AFP)
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