El oscurantismo santista

Por: Andrés Quintero. 

¿Saben ustedes que la inseguridad ha aumentado considerablemente si uno compara las cifras del Ministerio de Defensa del año 2010 frente a las del año 2014: creció en 45% el hurto de vehículos, en 75% el hurto de motocicletas, en 45% el hurto común, en 62% el hurto a comercios, en 50% el hurto a personas, en 51% el hurto a entidades financieras, en 46% los delitos sexuales, en 261% la extorsión, en 62% el terrorismo, en 354% las voladuras de oleoductos, en 63% los retenes ilegales, en 26% las acciones subversivas y en 70% los hostigamientos. ¿Qué medio nacional ha destacado este retroceso del Gobierno Santos?

Todos andan callados, la inseguridad en la sombra de los titulares. No han querido frustrar los contratos comerciales que tienen con el Gobierno. Tampoco han querido criticar mucho porque sería fortalecer a la oposición. Todo el mundo alineado y monotemático con La Habana, ante la cual no cabe crítica alguna.

Obviamente la máquina burocrática de la Unidad Nacional está bien aceitada. Según Clara López, se organizó la más grande compra-venta de votos que se recuerde. Nadie ha podido explicar aún ¿cómo pudo crecer el voto para Santos, entre primera y segunda vuelta de las presidenciales, en más de 250% en ciertos municipios del Caribe colombiano o en zonas de alta influencia de las FARC? Seguramente los congresistas de nuestra región sabrán responder.

Pero la mermelada no sólo se unta en elecciones, sino permanentemente vis a vis de los medios de comunicación. Más de mil millones de pesos vale el contrato entre el Gobierno y la revista Semana para promover “pedagógicamente” el proceso de La Habana. ¿A dónde está la objetividad periodística?

Cuando uno observa que el periodista Darío Arizmendi de Caracol Radio le “lambonea” a Santos en todos los eventos sociales que pueda, que la columnista Maria Jimena Duzán acompañe a Vargas Lleras a sortear casas gratis a las regiones, que la pulcritud de Antanas Mockus, a través de su Corporación Visionarios por Colombia, recibe un contrato de más de 480 millones de pesos para organizar una movilización social para apoyar los diálogos de La Habana o que el columnista León Valencia, mediante su Fundación Arco Iris, devengue alrededor de 1.5 mil millones de pesos en consultorías en relación a las negociaciones de paz (según datos de Presidencia de la República), puede uno concluir que existe en el país una falta de ética materializada en una complicidad abierta con el poder.

La prensa nacional está enferma de connivencia, estamos en el oscurantismo santista, en el cual el Presidente se reelige persiguiendo a la oposición política, tildándola de fascista y de extrema derecha, a imagen y semejanza de su fiscal de bolsillo, y comprando cantidades abismales de votos. El senador, Roy Barreras, describió perfectamente la filosofía del Gobierno en Cartagena: “si se elige a un alcalde de la oposición van a cerrar las puertas a la inversión y al desarrollo en los próximos 4 años”. No se asusten cualquier parecido con Venezuela es pura coincidencia.


 

 

 

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