Por: Andrés Quintero Olmos.
Lo más probable es que el próximo mandatario del Departamento del Magdalena no sea un gobernador sino una gobernadora: Rosa Cotes.
Obviamente no será gobernadora por su hoja de vida o talento o mucho menos por su capacidad de transformar el departamento. Lo será porque heredará el puesto de su sobrino, el Mello Cotes, actual gobernador del Magdalena, más conocido por ser acordeonero que por haber hecho algo relevante durante sus cuatro años de poder.
Además de esto, deberíamos añadir que ninguno de los dos tiene diplomas universitarios o experiencia profesional válida como para manejar las arcas de una entidad territorial que tiene más de 1.2 millones de habitantes. ¿No habría alguien más preparado para el puesto?
Lo bueno es que sí tienen, desde la época de la sancionada Alcaldía de Zúñiga (marido de Rosa), experiencia y conocimiento para comprar las mentes. Ya saben muy bien como es la jugada y lo hacen al límite del espejismo legal: unos regalos navideños en cuotas de 12 meses por ahí (que algunos califican como trabajo social), unos conciertos vallenatos por acá y un acople abismal de generosidad contractual para alimentar las alianzas políticas. A esto habría que añadirle las ruidosas caravanas propagandistas que vehiculan contaminación y promesas con olor a rosa. “Cuando el pueblo no está contento, hazle una fiesta”, me resume un samario, “y eso es lo que mejor saben hacer”.
Algunas voces remotas piden que al Magdalena se le aplique urgente cirugía para desarrollarlo. ¿Pero cómo llevar el Departamento al quirófano si el médico no tiene diplomas? ¿Alguien se dejaría operar por un médico sin diplomas? Lo mordaz es que nosotros si nos dejamos administrar políticamente por incompetentes, sin tener ellos alguna calificación o experiencia válida para hacerlo.
Entretanto, Carlos Vives le sigue cantando a la Perla, pero nadie parece escuchar la letra. Las élites intelectuales parecen mirar hacia otro lado, parecen no tener la misma sed que el pueblo y se cierran los ojos ante los abusos y la ineptitud administrativa.
Lo cierto es que para obtener buenos resultados electorales en el Caribe colombiano es más fácil ser populista que estudiar en Harvard ¿Pero qué tiene que pasar para que existan dolientes para el desarrollo del Magdalena? ¿No es suficiente tener el cuarto índice de pobreza más alto del país (sólo superado por la Guajira en la región) y poseer al 23.5% de la población en la pobreza extrema? Las cifras no mienten, en los últimos años porcentualmente la pobreza ha disminuido con menor ritmo en el departamento que en la mayoría de las regiones de Colombia.
Es esta nuestra eterna parranda, donde el círculo vicioso electoral hace que los más idóneos no gobiernen, pero sí sean gobernados por los que Sócrates llamaría sofistas.
Puerto de Santa Marta. Por: Taggen. CC BY-SA 3.0
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora