El liderazgo de la dignidad

Por: Eduardo Lleras Losada.

En un cálido diciembre, aproximadamente hace unos tres años, mi hijo mayor (quien en esa época contaba con 11 años), escribió una carta navideña en la que decía que lo que más necesitaba en ese momento era un moto Yamaha o en su defecto un Ipad y que por ello esos eran los únicos regalos que nos quería pedir. Al leer la carta sonreí y opté por darle una lección de liderazgo que lo acompañara de por vida. Lo llame a palabrita y en tono dócil y reposado le dije que estos dos regalos no eran precisamente lo que mas necesitaba sino lo que él más quería. Que haciendo claridad en las diferencias, le quería informar que lo que él MAS NECESITABA era hacer consciencia del valor de las cosas y del esfuerzo para alcanzarlas y que por esto no debía confundir sus necesidades con sus deseos. Me miró con cara de este man qué? Y se marchó. Finalmente le regalamos un Iphone (que también necesitaba pero menos).

Cuento esta historia, un tanto fallida, para explicar desde mi perspectiva cuál es una de las funciones de un líder en el ejercicio de su liderazgo. Creo, y por lo tanto enseño, que los líderes tienen el absoluto deber de saber leer las NECESIDADES reales de los sistemas que los mantienen, y proveerlas. Deben saber discernir entre sus propios deseos y las necesidades colectivas y ponerse al servicio de ellas.

Cubierta esta breve descripción teórica, decido en actitud suicida entrar en los debates que sobre la política local e internacional se están dando en las distintas columnas de opinión. Primero quiero abordar los comentarios histéricos que se están dando sobre la llegada al poder de Syriza en Grecia y la rápida ascensión política de Pablo Iglesias y su movimiento Podemos en España. Me he dado a la lectura e investigación, y en una actitud muy propia de mi Tío Antonio, he decidido lanzar una teoría. Veo en este par de movimientos políticos un discurso coherente que apunta a cubrir la NECESIDAD de DIGNIDAD de sus pueblos. La necesidad de no sentirse parias ni señalados por un puñado de vecinos cercanos y lejanos que los miran con actitud compungida y que profesan una triste compasión. Syriza y Podemos encarnan esto, la dignidad perdida.

Y como he dicho antes en este blog, soy obsesivo, intelectual y columnista de opinión, y por ello me permito darle vueltas en mi cabeza a mi teoría y trato de encontrar conexiones y hechos -y me invento otros- para soportar lo que planteo. Veo que el tema de la dignidad, en sus distintas expresiones, ha sido un tema recurrente en los líderes que en algún momento de su vida han contado con alto arraigo o aceptación popular en distintos países. Podemos comenzar con el nacismo encarnado en Hitler, la llegada al poder de Churchill en Inglaterra, Perón en Argentina, Lula en Brasil, Fidel en Cuba, Chavez en Venezuela, Correa en Ecuador, Bachelet en Chile, Obama en Estados Unidos y el mismo Uribe, versión 2002, en Colombia, para mencionar algunos. Si bien las circunstancias que los llevaron al poder son bien distintas, su convicción profunda (y no su discurso) se fundamentaba en una profunda sensación de recuperar o conocer la dignidad de sus pueblos. En algunos casos la dignidad se viste de igualdad, en otros de seguridad, espacio, justicia, reconocimiento, equidad o simplemente de la soberbia perdida de una raza. Nos guste o no los colores políticos que representan, lo que es cierto es que no podemos acusarlos de falta de liderazgo. Han sabido conectarse con el colectivo y en profunda convicción han buscado proveer sobre las necesidades presentes.

Ahora bien, lo que ha pasado después es una muestra clara de falta de liderazgo. Una vez en el poder han tenido períodos brillantes con cambios profundos de honda aceptación. El problema es que con el paso del tiempo comienzan a confundir las necesidades de sus pueblos con sus deseos propios (los de los propios líderes). La confusión los lleva a la locura, se creen la santísima trinidad (el pueblo, el líder y el espíritu santo en esta versión), por su carácter divino se desconectan de sus sistemas y por ahí derecho hacen que perdamos nuevamente la dignidad y nos hagamos indignos de ellos, nuestros amados líderes. Buscan eternizarse en el poder y utilizan el twitter como canal de comunicación divino.

Revisando la historia colombiana, y tal vez por mi ignorancia, me atrevo a decir que el único caso que encuentro en la historia republicana del país en donde un líder ha sabido leer la necesidad colectiva es la del Presidente Uribe 2002. La dignidad que buscábamos era la de recuperar el país, la seguridad de movernos libremente sin las amenazas de muerte o secuestro que nos mantenían prisioneros en las ciudades. Bien lo leyó y bien en consecuencia actuó. Ya lo que vino después en su versión 2006, y que hoy continúa, muestra más su desconexión con lo que este país, aún no consciente, necesita a gritos.

Cual será nuestra necesidad actual? Cual es la dignidad que queremos recuperar o conocer por primera vez? Tal vez no lo tengo claro. Me atrevo a tirar ideas: Paz, justicia, igualdad, equidad, transparencia y honestidad. Necesitamos líderes que nos ayuden a leer estas necesidades, y que con convicción, de verdad verdad, estén dispuestos a apostar por nosotros y lo que necesitamos. Si no nos saben leer, que lean libros al menos, de pronto en el Principito o en el manual de urbanidad de Carreño encuentran pistas.


 

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