Un proyecto de 95 millones de dólares ha restaurado el incalculable valor emocional del Kings Theatre, uno de los cinco “teatros maravilla” de Nueva York construidos en 1929 y que, tras casi cuatro décadas cerrado y abandonado, fue reinaugurado hoy en un barrio de clase obrera e inmigrante en Brooklyn.
Varias generaciones de vecinos de Flatbush tuvieron en este gran teatro de estilo versallesco su primera cita, vieron su película favorita o a sus idolatrados artistas en directo. Incluso, en las labores de remozo, encontraron una carta de amor en una de las paredes.
“Rapp & Rapp, el estudio que hizo el proyecto original en los años veinte, siguió el modelo del palacio de Versalles y la Ópera de París”, explica Jeff Greene, uno de los restauradores de la empresa EverGreene Architectural Arts.
“La idea era que los emigrantes europeos que vinieron entonces tuvieran familiaridad con su cultura. Esos grandes edificios a los que en Europa no podía acceder, aquí sí podían. Y así, los fines de semana podían ser podían reyes o reinas en este palacio del entretenimiento”, añade.
A partir de ahora y gracias al trabajo arquitectónico de Martínez+Johnson, el barrio podrá volver a enamorarse, disfrutar de grandes conciertos o espectáculos de ballet, pues este proyecto nació con la intención de ser un motor de activación cultural, económica y social de este barrio, al sur de Prospect Park.
“Teníamos orden de utilizar la restauración de este teatro como catalizador para reconstruir la comunidad y ha funcionado. Ha creado un entorno emocional y hay mucha expectación. La idea, antes y ahora, es la de dar un palacio a la gente, y queremos que ahora se rompan 40 años de discontinuidad en las memorias del barrio”, asegura Greene.
Hoy, personalidades civiles y de empresas colaboradoras cortaron la cinta de forma simbólica para reabrir un teatro de más de 8.500 metros cuadrados que en 1977 cerró sus puertas y que, cuando se planteó la restauración, hace dos años, se encontraba completamente inundado tras el paso del huracán Sandy. “Había literalmente cataratas por las paredes. Parecía como si hubieran sacado el Titanic de las profundidades”, asegura Neil Heyman, de la constructora Gilbane.
Columnas salomónicas, suntuosas moquetas, lámparas de araña, mármoles rosas, cortinas de terciopelo, cariátides, trabajos de orfebrería y altorrelieves, entre otros motivos, pueblan este edificio, bien en su amplio recibidor, bien en una sala de espectáculos para 3.000 personas.
Además, una fachada de terracota da la bienvenida desde la concurrida y ruidosa avenida Flatbush.
Una artesanía que ha tardado dos años en recuperarse, cuando en 1929 este teatro, y los otras cuatro “maravillas” de la cadena Loew’s (en Nueva Jersey, en el Bronx, en el alto Manhattan y en Queens), se pusieron en pie en apenas un año, con el boom de construcción de espacios para el ocio. “El oficio de los artesanos que hicieron este edificio está prácticamente desaparecido. Antes había miles y ahora deben quedar unos trescientos”, dice Greene.
“Mira la calidad de los nuevos edificios. No requiere tanta habilidad poner una fachada de cristal. Nada que ver con la artesanía de un sitio como este, con molduras de yeso o las pinturas decorativas”, apostilla.
Entonces, el cine se imponía como espectáculo de masas, como democratizador de una cultura hasta entonces solo accesible para las clases altas, y con la llegada de la Gran Depresión, se convirtió además en una válvula de escape “por apenas unos centavos”, asegura Greene.
Hoy, el ocio ha cambiado mucho, pero los responsables del Kings Theatre confían en que los espectadores dejarán de estar pendientes de sus teléfonos móviles y disfrutarán, de nuevo, de un espectáculo compartido.
El martes 27 de enero tendrá lugar el primer programa musical, que será gratuito y reunirá las compañías del barrio y los aledaños, como el ballet y el coro de Brooklyn.
Ya el día 3 de febrero, con todas las entradas ya agotadas, será la legendaria Diana Ross la encargada de hacer la puesta de largo del Kings Theatre.
Frankie Valli y The Four Seasons, Sarah McLachlan, Gladys Knight, los artistas de reggae Mavado & Capleton o el ballet de Moscú también pasarán por este majestuoso teatro, que aspira a convertirse, según su director ejecutivo, Matthew Wolff, “en una fuerza motora en el paisaje cultural de Brooklyn”. (EFE USA)
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