Por: Tamara Roselló.
El arte es un camino para mover sensibilidades, para tomar el espacio público y hacer que las personas se detengan, escuchen, miren, piensen, sientan, por eso las calles, los barrios, las plazas públicas, se pueden transformar en escenarios culturales cuando se trata de deconstruir imaginarios y normas sociales que frenan la justicia de género.
“El arte como medio y no como fin, es una herramienta para llegar a la población con incidencia directa en las escuelas y comunidades desde el trabajo sociocultural comunitario”. Así describe su trabajo Yoamaris Neptuno Domínguez, una joven cubana, instructora de arte que cree en el potencial de cambio de las manifestaciones artísticas como forma de expresión creativa.
Se puede contribuir a mejorar la vida de los seres humanos porque “el arte estimula la sensibilidad y emotividad, el disfrute del tiempo libre” y también la “capacidad de integrarse y de participar en los procesos”, comenta.
“No comparto la idea de que la mujer es de la casa y el hombre de la calle, o que la mujer es frágil, delicada, el sexo débil o que calladita te ves más bonita. El hecho de que la mujer conozca sus derechos como ser humano y luche por ellos es, a mi juicio, un paso de avance”.
Una mujer emancipada
La joven habanera es activista por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencias y con su accionar desde el arte, contribuye a sensibilizar y formar a otras personas para que la justicia social y la igualdad de género en la isla sean palabras sagradas, orgullo de la nación.
“Siento que el silencio de algunas mujeres lacera su integridad y las hace -o nos hace- ser partícipes de los actos de machismo que desgraciadamente llegan a la violencia psicológica. No son pocas las mujeres que soportan esto porque sus parejas mantienen la economía de la casa”. Ellas se encargan de las tareas domésticas y el cuidado de sus hijos, hijas y otros familiares, labores que no suelen ser valoradas en su justa medida si se toma en cuenta el peso que tienen para la reproducción de la vida o sus impactos en la economía familiar y social.
Precisamente, Yoamaris se considera “una mujer emancipada”, no solo por lo que ha logrado en el ámbito público, en su trabajo en el Ministerio de Cultura o como activista social. Se siente una mujer emancipada también en su casa, un espacio donde todavía muchas cubanas llevan sobre sí el peso mayor de las tareas del cuidado, como ella misma cuenta.
Siente orgullo de la relación de confianza y complementariedad que ha construido con su pareja. “Hace un año y medio vivo con mi novio y nos entendemos bastante bien. Conversamos sobre nuestros trabajos, aspiraciones, tenemos metas juntos, compartimos las tareas del hogar”.
Ella integra la Articulación Juvenil, un espacio de encuentro y crecimiento a favor de la equidad y la participación social, que impulsa el Centro Óscar Arnulfo Romero (OAR) en Cuba. Desde aquí se ha involucrado en la campaña cubana por la no violencia hacia las mujeres, Evoluciona. Esta iniciativa con alcance nacional se conecta con la campaña global ¡Basta! de Oxfam y le habla a las juventudes entre 18 y 24 años. En su objetivo está promover el cambio de imaginarios sociales en torno al control que ejercen los hombres sobre el cuerpo y las relaciones de las mujeres.
“En la campaña me siento útil”, dice Yoamaris, “y creo que puedo contribuir con mi trabajo como instructora de arte para intervenir en estos procesos en contra del machismo en la sociedad cubana actual, para reevaluar y resaltar el importante rol que desempeña la mujer”.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
Posts relacionados:
Ribereños de la Amazonía: el arte de vivir en la mayor selva tropical del mundo
Solo un 27% en el mundo cree que el trato entre hombres y mujeres es equitativo
SOURCE: Oxfam
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora