Por: Eduardo Lleras Losada.
La verdad es que se me pasó escribir hace algún tiempo sobre la condecoración que le fue otorgada a Maluma por parte del Gobernador de Antioquia. Olvido que con el paso del tiempo me ha permitido obtener más información sobre lo que hay detrás de este magno evento.
En un principio creí que nuestra ilustre raza antioqueña que es bien competitiva (ellos que ya han desechado cualquier invento nuevo por obsoleto antes de ser inventado) no se podían permitir que los únicos premios nobel que hayan recibido los colombianos recaigan solo en un costeño y un cacahaco. La imposición a Bob Dylan del premio Nobel de literatura les dio fuerzas y luces y decidieron, como no, empezar a posesionar al reggeatonero como serio candidato a tan importante distinción. Pues bien, resulta que la gobernación no solo condecoró a Maluma sino que también lo hizo con el cantante de reggeaton J Balvin y para acabar de completar el concejo de Medellín, capital de Antioquia, hizo lo propio con el mismo Balvin. “Aca hay algo más”, pensé.
Decidí llamar a un par de conocidos míos que hacen parte de la más alta alcurnia paisa para comentarles mi teoría, y después de advertirme que no hablarían conmigo por teléfono, me citaron en la Fonda Paisa para contarme la historia completa.
Llegué temprano y ya tenían frente a ellos un chicharrón de 7 vagones acompañado de media de guaro. “Sentate pues y tomá nota que en bajo concepto nos tenés”, dijeron. Con acento arrebatado por sentirse locales en la fonda, me soltaron así sin más ni más que ellos no iban tras un Premio nobel sino querían tomarse los Nobel. Escondiendo la palidez de mi sorpresa en las sombras del establecimiento, sonreí a media boca y un “no jodas, contá pues”, se me escapó (es que el acento se pega).
Empezaron a relatarme como en un análisis juicioso que venían haciendo de los Premios Nobel, se habían dado cuenta de que el nombre de los premios derivaba del apellido de un ilustre escandinavo y que ellos creían que Antioquia ha tenido y tiene personalidades mucho más ilustres que Don Alfred y que han escrito páginas en la historia mundial más relevantes. Del nombre de los premios paisas no me develaron nada, pero me aseguraron ya tenerlo definido y que simplemente era cuestión de que el personaje elegido prestara su apellido. “Será una bomba”, confirmaron los dos. También me contaron que en principio los premios serían entregados a hijos del departamento y que en contadas excepciones a aquellos que hablaran muy bien de los paisas y los que no lo hicieran serían declarados personas no gratas en toda su geografía.
Sin querer contarme más sobre la elección y los jurados, entraron a describirme como se habían imaginado la ceremonia, los festejos y los premios. La ceremonia sería celebrada en el Parque de Berrio, en la nuez de la capital antioqueña, y sería presidida por las autoridades locales y un grupo de empresarios antioqueños, quienes a su vez recibirían todos los premios en su primera edición. Le seguiría un coctel en el Parque del Poblado pasando antes por la meca de la innovación mundial contenida en la ruta N. Después del coctel habría una cena de gala con menú de degustación típico con frisoles con tajada madura y maridaje de aguardiente antioqueño y tinto cerrero en El Trifásico de Envigado.
Haciendo gala de su conocida austeridad el galardón sería el famoso collar de arepas, acompañado de una guirnalda de flores tejidas por los silleteros de Santa Helena y de ñapa un calendario del año correspondiente al premio con fotos de Natalia Paris. Los discursos de aceptación deberían ser cortos y el enfoque sería el de resaltar la raza superior heredera de los arrieros que con tanto sudor forjaron el departamento.
Me quedé mudo al oír esta historia y en su temor ante mi silencio me dijeron “y eso que este es el principio, papá, después de esta le damos golpe de mano al mundial de fútbol y lo vamos a organizar como organizamos la Pony Fútbol”. “¿Y eso cómo es?, pregunté.” “Fácil, invitamos 40 equipos paisas y 5 de afuera, juegan todos contra todos y al final gana un paisa.”
A mis amigos, conocidos y parientes paisas, un saludo acompañado de un los quiero mucho pero eh ave María con ustedes.
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