Por: Pascual Gaviria Uribe.
El 4 de febrero de 2008 las Farc lograron la mayor movilización ciudadana en la historia del país. El “Ejército del Pueblo” hizo que millones de habitantes en las ciudades salieran a gritarles que no los representaban y que su violencia era ya una pesadilla muy larga e inútil.
Las encuestas de los últimos 15 años han repetido la misma cifra cercana al 95% de opinión desfavorable sobre el grupo guerrillero. Sin embargo, para muchos críticos del acuerdo en La Habana es muy factible que los jefes de las Farc sean elegidos en los más altos cargos del Estado. Timochenko en el tarjetón les parece al mismo tiempo una imposibilidad moral y una gran posibilidad electoral.
En muchos casos creo que se trata más de plantear una ficción, un escenario extravagante para asustar a ciudadanos propensos a creer en las películas de terror.
Hace unos días la senadora Paloma Valencia escribió en su cuenta de Twitter: “Las zonas de concentración deben ser en los municipios donde ganó Santos, no en aquellos donde ganó @OIZuluaga”. A pesar del desvarío constitucional y legal, de plantear nuevo mapa de división politiquera y reclamar la presidencia de Pensilvania para Oscar Iván Zuluaga, vale la pena mirar los resultados electorales recientes en los municipios donde estarán las zonas de ubicación y los campamentos. Allí pueden estar algunas respuestas sobre el apoyo al proceso por parte de quienes han padecido la guerra, e igualmente, algunos desmentidos a quienes suponen que las Farc son barones electorales en armas.
En la segunda vuelta presidencial en 2014, Oscar Iván Zuluaga solo obtuvo mayorías en 7 de los 29 municipios donde están las veredas para las zonas de ubicación y los campamentos: San José del Guaviare, San Vicente del Caguán (por 51 votos), Remedios, Planadas, Villarica, Mapiripán y Vista Hermosa en el Vichada. En departamentos como el Cauca y Putumayo la victoria de Santos fue por amplias diferencias.
En los municipios de Buenos Aires, Caldono y Corinto la votación de Santos superó el 80% de los votos, lo mismo que en municipios como Río Sucio en Chocó y Vigía del Fuerte en Antioquia. Algunos departamentos que han sido escenario del conflicto con las Farc muestran la polarización de una campaña que fue una especie de plebiscito anticipado sobre el proceso. Zuluaga ganó en Tolima, Meta, Caquetá, Vichada y Guaviare. Eso de algún modo desmiente el dominio de electoral de las Farc por medio de la amenaza armada.
De otro lado las recientes elecciones regionales en esas mismas zonas demuestran que las maquinarias tradicionales conservan su poder en muchos casos. Las orillas ideológicas, Polo y Centro Democrático, marcan muy poco en alcaldías y gobernaciones de zonas para la desmovilización y deben resignarse frente al poder de liberales (tienen 11 alcaldías en los municipios escogidos), conservadores y la U.
En muchos pueblos son corrientes las grandes y pomposas coaliciones, y es seguro que las Farc deberán llegar con la lección la negociación política bien aprendida si quieren ganar las alcaldías donde han rondado durante décadas.
Su gran prueba será el respeto a una voluntad que no deberá responder a intimidaciones. A su discurso aparatoso y solemne hay que oponerle algo distinto a la satanización. Los habitantes de veredas y marcos de plaza sabrán responder.
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora