A continuación transcribimos el discurso de Santiago Perdomo, Presidente Junta Directiva de Asobancaria, en el marco de la Apertura del la 50 Convención Bancaria, evento que se llevó a cabo en Cartagena los días 18 y 19 de Junio, 2015.
Cartagena de Indias
- José Darío Uribe, Gerente del Banco de la República
- Mauricio Cárdenas Santamaría, Ministro de Hacienda y Crédito Público
- Jorge Castaño, Superintendente Financiero de Colombia (E)
- Juan Carlos Gossaín, Gobernador de Bolívar
- Dionisio Vélez, Alcalde de Cartagena
- Profesor Jeffrey Sachs, Director del Earth Institute
- Guillermo Calvo, Profesor de la Universidad de Columbia
- Profesor Sala i Martin, Economista Jefe del Foro Económico Mundial
- José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia
- Honorables Congresistas de la República
- Queridos colegas y miembros de entidades bancarias, analistas y autoridades económicas
- Amigos de los medios de comunicación
- Señoras y señores
Es para mí un placer encontrarnos aquí en Cartagena una vez más para celebrar la reunión más importante de la banca y de la economía colombiana, que este año cobra especial significado al ser su edición número 50. En el centro histórico de esta bella ciudad parece que el tiempo no transcurriera y que su imponente muralla, sus hermosas casas coloniales y sus calles empedradas permanecieran intactas con el paso de los años.
Parecería, adicionalmente, que las costumbres de quienes allí habitan fueran las mismas de hace 50 años, al punto que todavía es posible conseguir por sus calles deliciosos caballitos, cocadas, alegrías o chiricanas. Sin embargo, durante todo ese tiempo la ciudad ha sufrido una inmensa transformación y la modernidad ha ido calando sus más antiguos y recónditos callejones. Estos elementos se combinan para hacer de Cartagena un inigualable espacio donde se conjugan la esperanza que brinda una ciudad de vanguardia y la nostalgia y belleza de un patrimonio de la humanidad.
Contrario a lo que muchos imaginan, hoy no hablaré ni del efectivo ni del billete de 100 mil pesos, Dr. José Darío. Hoy compartiré con ustedes algunas reflexiones sobre un tema todavía mucho más crítico e inquietante. Los bancos, tal como los conocemos, tenderán a desaparecer. Los banqueros convencionales, como nosotros, tenemos los días contados.
Si bien es cierto que el sector ha sufrido importantes transformaciones durante medio siglo, es imperativo ocuparnos del presente y del futuro, en particular, de la revolución tecnológica observada desde finales del siglo pasado y que está cambiando, con gran celeridad, las condiciones del mercado a través de nuevos productos, menores costos y la entrada de grandes jugadores no convencionales.
Estos jugadores empezaron en otros nichos de mercado. Por ejemplo, Amazon era una librería en internet, Facebook una red social de Harvard, Google un motor de búsqueda, Apple fabricaba computadores y Samsung electrodomésticos.
Los llamados disruptores digitales están creciendo de forma vertiginosa, tan solo durante 2014 las inversiones en plataformas virtuales se multiplicaron por tres con respecto a 2013.
El caso de Apple es notorio y muy desafiante para la banca por su arrasador ritmo de innovación. Este gigante tecnológico tiene 800 millones de usuarios registrados en iTunes con sus respectivas tarjetas de crédito. Las compras se realizan a través de una billetera electrónica, el Apple Pay, que ya se encuentra operando en EE.UU y que actualmente negocia su entrada al mercado chino.
Google, por su parte, tiene 450 millones de cuentas de Gmail y más de 1300 millones de teléfonos inteligentes con sistema operativo Android. Por medio de su billetera electrónica, el Google Wallet, ya se pueden realizar giros y trasferencias entre usuarios por correo electrónico que después pueden usar para comprar casi cualquier producto en Amazon. Tan sencillo como adjuntar un archivo será entonces realizar una transferencia por email, modificando para siempre el mercado de los giros.
En esta misma línea, Facebook está considerando la posibilidad de realizar transferencias por medio de Whatsapp y actualmente es posible realizar pagos en línea a través de su plataforma de mensajería interna.
Mientras tanto, Samsung adquirió LoopPay, una startup de pagos móviles que compite con Apple Pay y Google Wallet, gracias a que tiene una mayor compatibilidad que los sistemas de pagos móviles de Apple y Google, y asegura que su tecnología funciona en cerca del 90% de las tiendas donde aceptan tarjetas de crédito.
Pero también existen plataformas virtuales que discretamente han abarcado una parte importante del mercado. PayPal tiene un número de usuarios en todo el mundo que equivale a tres veces la población de Colombia. En Alemania, por ejemplo, una cuarta parte de los pagos en internet se realizan a través de ese sistema.
Por otra parte, la evolución de la telefonía móvil y las facilidades que representa su uso para los consumidores, ha llevado a que un número cada vez mayor de personas realice pagos a través de estas plataformas virtuales. Estas son independientes a los servicios prestados por la banca y amenazan con quedarse con una porción importante del mercado. En efecto, si bien actualmente estas sólo tienen el 2% del mercado, es probable que en menos de 5 años los bancos tradicionales pierdan cerca del 30% del negocio.
Estas empresas no sólo están incursionando en banca móvil y servicios financieros por internet. Ya existen plataformas virtuales que se encuentran realizando el principal trabajo de los bancos, el núcleo de nuestro negocio: la intermediación financiera.
En este caso se encuentra Lending Club, una plataforma tecnológica que agrupa en un mismo mercado a inversionistas, prestamistas y prestatarios. Como su nombre bien lo dice, en esta plataforma los usuarios se reúnen en una especie de club virtual para colocar y pedir créditos libremente, con tasas y montos pactados entre ellos. El mercado de este tipo de plataformas todavía es pequeño, por ejemplo, Lending Club sólo intermedió cerca del 1% de los $885 billones de dólares del mercado de tarjetas de crédito en EE.UU en el último año.
Sin embargo, este tipo de intermediación, y los servicios financieros en general, cobran más fuerza con el paso del tiempo y su aceptación crece con gran rapidez dentro de las nuevas generaciones de usuarios, como los millenial. Pero en medio de esta revolución digital ha nacido otra generación, la generación D, llamada también la generación de los dispositivos, quienes tienen siempre a la mano un dispositivo digital. Estos usuarios demandan servicios financieros más versátiles a los de la banca tradicional, con disponibilidad inmediata y a menores costos. En Europa, por ejemplo, una cuarta parte de estos usuarios sustituyeron los consejos financieros de la banca privada por herramientas digitales. Si los bancos no ofrecen los servicios que esta nueva generación requiere, con seguridad irán a buscarlos a otro lado.
No quiero desconocer los ingentes esfuerzos que la banca ha hecho por la actualización tecnológica. Son millonarias las inversiones que como industria realizamos año tras año. Pero, en mi opinión, también hemos sido cómodos y autocomplacientes. Estamos muy lejos de anticipar, o cuanto menos seguirle el paso, a esta revolución tecnológica.
Por eso la totalidad de la industria bancaria debe evolucionar para adaptarse a su nueva posición en el mundo digital. De lo contrario, en el futuro serán las plataformas virtuales las que prestarán servicios financieros y abarcarán el mercado de intermediación. En este contexto, si los bancos no se reinventan e innovan a mayor velocidad, la industria bancaria parece destinada a desaparecer, porque en la línea de desarrollo e innovación tecnológica, es claro que cualquier plataforma virtual podrá sustituirnos.
Es importante que entendamos esto porque, insisto, el cambio no ocurrirá dentro de 50 años, cuando se celebre el centenario de esta convención, o dentro de la próxima década, está ocurriendo ahora mismo. Ocurrió con el talonario y las tarjetas de plástico y ocurrirá con los bancos y las plataformas virtuales. Es más, mientras escuchan estas inquietantes palabras, en el mundo están naciendo nuevas ideas que transformarán el sector y amenazarán la existencia de la banca tradicional.
Estos nuevos competidores tecnológicos tienen como eje central el análisis de datos en función de la satisfacción del consumidor, lo que les ha permitido empezar a competir con la banca. Aun así, los bancos somos los únicos que contamos con las herramientas suficientes para alcanzar la escala requerida para los pagos móviles, al contar con la información de depósitos, préstamos y una marcada reputación garantizando la seguridad y el uso de una infraestructura robusta para limpiar y configurar datos.
Sin embargo, existen barreras que van más allá de la capacidad de la banca de evolucionar, de innovar en procedimientos y de profundizar las relaciones con los usuarios. La banca se encuentra atada de manos antes las barreras regulatorias. Podemos invertir enormes cantidades de recursos en innovación, y debe ser nuestro propósito hacerlo, pero sabemos que la innovación puede verse obstaculizada por la lentitud con la que avanza la regulación, que tampoco es consiente del avance tecnológico.
Los jugadores digitales no bancarios disfrutan algunas ventajas importantes, incluyendo menos restricciones regulatorias, un mayor apetito por riesgo y una mayor cercanía con los usuarios, en parte porque han desdibujado las fronteras entre contenidos de los medios, la comercialización del producto y los pagos.
Aún más, cuando las autoridades intentan regular estas plataformas virtuales, la mayoría de la población reacciona negativamente aludiendo que se está violando la libertad e infringiendo una grave lesión al avance tecnológico, como ocurrió con Google en la Unión Europea. Contrario ocurre cuando la regulación recae sobre la banca, pues la mayoría de la población ve con buenos ojos la sobre regulación que desde los gobiernos se impone sobre el sector. Por eso es importante que los bancos inviertan altas sumas de dinero en plataformas e innovaciones tecnológicas, pero también lo es que la regulación acompañe este proceso y sea proclive a estos avances.
Si la regulación no avanza al mismo ritmo que los cambios tecnológicos, los bancos terminarán por desaparecer para dar paso a las plataformas virtuales. Como estas se encuentran menos reguladas, con la capacidad de proveer todos los servicios y productos de la banca, y con una fuerza colosal en cuanto al procesamiento de datos, los entes reguladores de todas las partes del mundo tendrán graves dificultades en el futuro.
Vayámonos un poco hacia ese futuro. Estas plataformas virtuales no tiene en cuenta el riesgo de lavado de activos, tan importante en nuestro país, o los riesgos de crédito y liquidez. ¿Qué pasará cuando la economía entre en recesión y los usuarios de los clubes de crédito no puedan cumplir sus obligaciones? ¿Quién responderá por dichos créditos? ¿Cómo podrá saber el regulador si estas plataformas no están lavando activos? ¿Pagarán impuestos aquellos que presten dinero y tengan rentabilidades por ello? Son muchas las preguntas que se pueden generar y en las que aún no tenemos respuestas seguras.
De esta manera, los reguladores de la banca terminarán regulando a quienes no deben, porque estos avances tecnológicos van más allá de cualquier ente regulador de cualquier país. Plataformas como Bitcoin asechan con desvirtuar la concepción de dinero tal como la entendemos hoy, y terminará por debilitar el poder de los bancos centrales en todo el mundo, así ellos luchen en su contra.
Las monedas virtuales no tienen en cuenta las fronteras ni las leyes dentro de ellas, cualquier persona puede realizar transacciones a nivel global con sólo un click y sin la necesidad de divisas de un banco central. Solo es cuestión de tiempo para que se masifiquen, y cuando lo hagan, también cambiarán los canales de transmisión de la política monetaria. En este escenario, incluso las funciones del Banco Central, tal y como las conocemos hoy, estarán también en riesgo de desaparecer y, en nuestro caso particular, ya a nadie le interesará que se emita o no un billete de cien mil.
Por estas razones es que se deben tomar medidas drásticas y oportunas y los entes reguladores deben evolucionar. Un primer paso es la eliminación del GMF, no solo por su reconocido carácter anti técnico, sino también para no brindar arbitrajes regulatorios en contra del sector bancario.
Es un tanto irónico que mientras la banca se encuentre presionada a innovar para poder subsistir y se insista en avanzar en temas regulatorios para impulsar la banca móvil y los medios de pago electrónicos, el gobierno retroceda en estos aspectos de manera tajante al eliminar la devolución de dos puntos del IVA en las transacciones donde se utilice el plástico.
Es lamentable, por ejemplo, el pleito jurídico que se ha originado por el cobro del servicio de mensajes de texto, tan importantes para el desarrollo de la banca móvil. Es indispensable que se zanje dicha discusión y que se le permita al país avanzar hacia la innovación en dichos frentes.
Asimismo, el gobierno debe proponerse actualizar la forma como se generan no sólo los cobros de los servicios públicos prestados, sino los cobros notariales, las multas y el pago de impuestos.
Es un gran avance la iniciativa actual por parte del gobierno de realizar los pagos de los peajes electrónicamente. La banca se encuentra apoyando firmemente esta iniciativa y estamos comprometidos en llevarla a cabo. Además, es importante resaltar la excelente gestión del gobierno en llevar el internet a buena parte del territorio nacional. Esto le permitirá a la banca colombiana contar con la escala requerida para la implementación y operación de los servicios financieros digitales.
En síntesis, la banca tiene el deber de innovar y evolucionar para no desaparecer. Pero no es la única, la regulación también debe avanzar, algo que en todo caso pasará tarde o temprano. El punto es a quién y qué se estará regulando en el futuro si no se hace ahora. Siempre es mejor actuar de forma anticipada que corregir falencias futuras cuando los costos políticos, económicos y sociales sean demasiado altos.
Con estas reflexiones tengo el gusto de abrir esta Convención Bancaria, renovando, una vez más, el compromiso de la banca colombiana para seguir contribuyendo con el desarrollo del sistema financiero y del país. En cincuenta años nuestros nietos vivirán en un mundo muy distinto, ojalá la industria bancaria evolucione y siga siendo parte de él.
A todos mis más sinceros agradecimientos por asistir y hacer parte de esta fecha tan especial…
Santiago Perdomo
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