Por: Purity Soinato Oiyie
Desde mi perspectiva: “Lo que necesitamos es educación gratuita para las niñas”
Tenía sólo 10 u 11 años cuando mi padre decidió circuncidarme. Sería la quinta esposa de un hombre de 70 años. Hablé con la maestra de mi clase y ella informó al jefe de policía. Apenas dos horas antes de la ceremonia de ablación, llegó la policía y me retiró del lugar.
Viví durante ocho años en el centro de rescate de Narok. Quedaba lejos de mi aldea… Hasta ese día, ni siquiera había visto un camino asfaltado. Lo más difícil para mí fue dejar mi hogar, dejar a mi familia. No podía dormir… Me despertaba en medio de la noche y pensaba, ¿debería volver y someterme a la mutilación genital femenina?
En mi hogar, mi padre empezó a golpear a mi madre, echándole la culpa de mi huida. Pero mi madre no quería que yo volviera y me circuncidaran. Me quedé en el centro de rescate y terminé la escuela.
Hoy, trabajo con World Vision y la Junta de Kenya de lucha contra la mutilación genital femenina, para ayudar a generar conciencia entre las personas de las aldeas. Es difícil convencer a las personas de poner fin a la mutilación genital femenina, porque se trata de una práctica cultural. Voy a las escuelas y hablo con niñas y docentes; hablo a las personas masái en nuestro propio idioma. Les muestro videos sobre la mutilación genital femenina, hago que conozcan sus efectos y les hablo de la importancia de la educación. Se sorprenden al ver a una niña masái educada.
También hablo con los niños; una vez que comprenden cómo afecta la mutilación genital femenina a las niñas, pueden rehusar casarse con niñas que hayan sido sometidas a esta práctica.
[Es un buen punto de partida], pero lo que necesitamos es educación gratuita para las niñas. El pueblo masái es un pueblo de pastores, y muchos padres no tienen dinero para enviar a sus niñas a la escuela.
Hoy, mi padre está muy orgulloso de mí. ¡Le dice a todo el mundo que fui a Nueva York! Ahora, todas las madres y los padres de mi comunidad que no querían que sus niñas fueran a la escuela, les dicen a las niñas que terminen la escuela, ¡como Purity!
Quiero crear una fundación llamada Silan —que en masái significa niña— y construir una escuela gratuita para todas las niñas de la aldea, incluso las que se casaron jóvenes y que ahora tienen hijas o hijos a su vez.
¡Cuando vuelva a la comunidad tendré tantas historias para contar! En la CSW (la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer) he aprendido que no tenemos que mendigar los derechos de las mujeres. Por el simple hecho de ser mujeres, nos merecemos este derecho. Es nuestro derecho”.
Purity Soinato Oiyie es una niña masái de Kenya que escapó a la mutilación genital femenina y al matrimonio infantil. Intervino en la sesión de apertura del 62º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, la mayor reunión de las Naciones Unidas relativa a la igualdad de género y a los derechos de las mujeres. En sus propias palabras, comparte su historia y su sueño de fundar una escuela para niñas en su comunidad.
De 22 años de edad, oriunda del condado de Narok, Kenya, tenía apenas 11 años cuando la rescataron antes de una mutilación genital femenina y un matrimonio infantil. Pertenece a la comunidad indígena masái de Kenya y, contra todo pronóstico, completó su educación. Fue la primera niña de su aldea en decir no a la mutilación genital femenina; ahora, empodera a otras niñas y a sus madres y padres para que rechacen esta práctica nociva.
Con su trabajo, contribuye al logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5, que se propone explícitamente poner fin a todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas, incluidas las prácticas nocivas como la mutilación genital femenina, y asimismo al del ODS 4, que promueve la educación y el aprendizaje durante toda la vida para las mujeres y las niña.
Nota publicada en ONU Mujeres, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: ONU Mujeres
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