Desconsuelo y gritos de ayuda tras avalancha en Colombia

Maquinaria pesada y los brazos de decenas de voluntarios removían este miércoles el lodo que cubrió las calles de Corinto, un poblado del suroeste de Colombia donde una avalancha dejó tres muertos y centenares de viviendas afectadas.

Un desconsolado Hernán Henríquez apartó con una pala el fango que cercaba lo que quedó de su casa, donde vendía confites y helados.

“Se le van a uno las lágrimas…lo que uno ha construido lo habíamos trabajado”, dijo con la voz entrecortada este hombre de 41 años, que fue avisado por una vecina de que venía en camino una furiosa avalancha.


Colombia Corinto avalancha

Corinto, Colombia, noviembre 8, 2017. AFP PHOTO / LUIS ROBAYO


Don Hernán alcanzó a salvar a su familia y a dos ancianos que viven en su mismo barrio antes de la crecida del río Paila, que arrastraba lodo, piedras, árboles y escombros, y tumbara las paredes de su hogar.

Muchos pobladores, alertados por las sirenas, alcanzaron a huir antes de que el afluente, crecido por las fuertes lluvias de los últimos días, inundara calles y viviendas la noche del martes.

Hasta el momento las autoridades reportan tres muertos y 32 heridos.

Las personas que fallecieron fue porque no evacuaron a tiempo, pero funcionó el sistema de alertas tempranas. Esta tragedia hubiera sido muchísimo más grave: presidente Juan Manuel Santos tras viajar hasta Corinto.

En un principio las autoridades reportaron cuatro fallecidos, pero luego redujeron la cifra a tres (dos mujeres y un menor de edad).

El cuarto cadáver era el de un hombre que en el momento de la avalancha estaba siendo velado, según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres.

Además, aunque previamente habían registrado 18 desaparecidos, aún cotejan información para determinar una cifra final.

Gritos de ayuda:

En medio de las labores de limpieza y búsqueda de desaparecidos, por las calles de este municipio, de unos 30.000 habitantes y donde aún no se restablece el servicio de agua potable, corría el rumor de una nueva avalancha.

Aunque fue desmentido por las autoridades, muchos, que temían lo peor al ver a lo lejos un cielo oscuro, se apuraban en sacar lo poco que les había quedado.

“Nos tocó abandonar y rentar una casa por allá abajo (…) Mire todo eso, todo perdido en el lodo”, explicó Esperanza Santander, una comerciante de 45 años que apurada cargaba en una camioneta muebles y ropa ante la caída de pequeñas gotas de lluvia.

Otros, menos privilegiados, como Deyaneira Plaza, se preparaban para pasar la noche en el coliseo del pueblo, acondicionado por las autoridades como albergue.

Mi casa “está de barro que no le cabe más. Todo el día trabajaron esas máquinas hoy y no han podido limpiar toda la calle”, afirmó esta mujer de 72 años, quien pese a la orden de desalojo no pudo dejar su residencia por un problema de movilidad.

“Yo solo cogí la Biblia y le oraba a Dios”, apuntó sin dejar de sostener una delgada colchoneta negra en la que dormirá esta noche.

Ante la emergencia, Santos pidió a las autoridades locales activar los planes para “hacer frente a la ola invernal que afecta varias regiones” del país.

Corinto, de mayoría indígena, fue uno de los epicentros del conflicto armado que durante más de cinco décadas ha azotado a Colombia.

Por años, sus habitantes aprendieron a resguardarse de los ataques de la exguerrilla FARC, hoy desarmada y transformada en partido político tras la firma en noviembre de un pacto de paz.

Ahora piden ayuda del gobierno. “Necesitamos ayuda del gobierno y de todos”, sostuvo Juan Agustín Hernández, un campesino de 59 años que no había dormido en casi 24 horas como voluntario. AFP


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