Más de 120.000 hectáreas de bosques desaparecen en la Amazonía peruana cada año.
Una especie de cáncer que destruye todo a su paso está afectando a la Amazonía de Perú: la deforestación.
De 2001 a 2016, la Amazonía peruana perdió 1.974.209 hectáreas de bosques, lo que equivale a unas 123.388 hectáreas menos cada año, según el Programa Nacional de Conservación de Bosques (PNCB) del Ministerio del Ambiente.
La agricultura, la ganadería, la tala ilegal de árboles, la minería ilegal y el narcotráfico son los principales agentes destructores de los bosques amazónicos, dijo el coordinador ejecutivo del PNCB, César Calmet.
“Estos agentes no se encuentran juntos en una sola zona devastada, por ejemplo en (la región de) Madre de Dios la minería ilegal es el principal causante de la deforestación. Si no se toman decisiones se podría llegar a magnitudes de 300.000 a 400.000 hectáreas anuales deforestadas”, señaló el funcionario.
Según imágenes satelitales, en 2017 desaparecieron 143.000 hectáreas de bosques amazónicos en Perú, “el equivalente a 200.000 campos de fútbol”, según el sitio web especializado en temas del medio ambiente Mongabay.
Perú es uno de los 17 países “megadiversos” del planeta, que en conjunto albergan más del 70% de la biodiversidad mundial. Además, es el segundo país en bosques amazónicos (después de Brasil), según el PNCB.
Situada al oriente de las montañas de los Andes, la Amazonía representa un tercio del territorio peruano.
En 2015, el país tenía 69 millones de hectáreas de bosques tropicales. Ellos permiten absorber el carbono del medio ambiente, uno de los causantes del calentamiento global.
Esfuerzo para reforestar:
La región amazónica de Madre de Dios, en el sur del país, es el epicentro de la minería ilegal. En ella la deforestación se triplicó, al pasar de 5.000 hectáreas en 2001 a 17.000 en 2016.
Los miles de mineros emplean dragas, dinamita y mercurio para extraer el oro, destruyendo todo a su paso, según las autoridades. Además, la minería ilegal va acompañada de problemas como la trata de personas, o sicariato y secuestros, según el gobierno y organismos de derechos humanos.
En esa región la deforestación está llegando a las áreas reservadas, afectando a etnias que vivían aisladas como los mashco-piro, que han tenido que salir para procurarse comida.
El papa Francisco visitó Madre de Dios durante su gira a Perú en enero para resaltar su compromiso con la protección de los pueblos originarios y el medio ambiente.
Además, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) anunció hace unos días que 155.000 árboles serán plantados este año en 140 hectáreas de la Amazonía para recuperar zonas degradadas por la minería ilegal.
Sin embargo, esta cifra equivale solo a 0,1% de la superficie deforestada cada año en el país.
Altos niveles de mercurio:
El mercurio es empleado por los mineros para separar el oro de otros elementos. Luego, los desechos son arrojados a los ríos contaminando las aguas y los peces que consumen los indígenas.
Esa contaminación alcanzó a la etnia Nahua, que habita un área protegida en la región de Cusco, vecina a Madre de Dios.
En mayo de 2016, el gobierno del entonces presidente Ollanta Humala declaró en emergencia a Madre de Dios por la contaminación, después de que las autoridades “detectaron mercurio en las aguas de los ríos, en las especies hidrobiológicas y en la población, con valores superiores a los límites máximos permisibles”.
Sin embargo, dos años después las autoridades locales se quejan de que no se ha hecho nada para remediar la situación.
Agricultores y narcotraficantes:
Son cuatro los focos más grandes de deforestación en la Amazonía peruana: “las provincias de Tarapoto y Yurimaguas en la región de Loreto, en las regiones de Huánuco y Pasco, en la región San Martín, y en Madre de Dios”, dijo Daniel Castillo, del Área Técnica del PNCB.
Los agricultores también están entre los depredadores, debido a la costumbre de quemar bosques para limpiar las tierras antes de cultivarlas. “Cuando la parcela se vuelve infértil, el agricultor se traslada a una nueva parcela y hace lo mismo”, precisó Castillo.
El cultivo de la palma aceitera necesita grandes extensiones para ser rentable, para lo cual los productores tumban bosques, señaló Calmet de su lado.
Los narcotraficantes también deforestan para plantar hoja de coca, materia prima de la cocaína. Y, además, sus desechos químicos contaminan tierras y cauces de agua, según los funcionarios.
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