Por: Robert J. Samuelson.
WASHINGTON – Si el gobernador de New Jersey, Chris Christie, se sale con la suya, la campaña presidencial que se inicia se centrará en la justicia generacional. Procurará reducir los gastos de los ancianos -principalmente el Seguro Social y Medicare- sin colocar a los ancianos en peligro. Ese debate sería positivo para el país, pero si el país puede o no conducirlo sin una orgía de grandilocuencia y distorsiones sigue siendo una pregunta abierta.
En caso de que se lo hayan perdido, Christie pronunció un discurso en New Hampshire, a mediados de abril, con la siguiente propuesta:
- Los beneficios del Seguro Social se reducirán gradualmente para aquellos con ingresos que no incluyen al Seguro Social por encima de 80.000 dólares y se eliminará para ingresos de más de 200.000 dólares, un plan que según Christie afectaría a menos del 2 por ciento de los beneficiarios.
- La edad requerida para el Seguro Social se elevará lentamente (2 meses al año, comenzando en 2022) a 69 para recibir beneficios plenos y a 64 para jubilación temprana (de la edad actual de 62 años); la edad requerida para Medicare se elevará de los 65 años actuales a 67 años en 2040 y 69 en 2064.
- Para los jubilados más ricos, con ingresos por encima de 85.000 dólares, que ya pagan primas más altas de Medicare, sus primas se elevarán en escala, de manera que los beneficiarios con ingresos por encima de 196.000 dólares pagarán el 90 por ciento de las primas de Medicare Parte B (cuentas médicas) y Parte D (cobertura de medicamentos). Supuestamente, eso se hará igualmente en fases, aunque Christie no proporcionó detalles.
- Medicaid, el programa de seguro federal-estatal para los de bajos recursos, se cortará, poniendo un techo para los pagos federales a los estados.
Concedamos que la jugada de Christie es interesada. Sus perspectivas presidenciales parecen ir a la zaga. Se esfuerza por diferenciarse del rebaño de candidatos republicanos. Qué mejor manera de demostrar cualidades de “liderazgo” que encarar un asunto que, según la sabiduría convencional, constituye un suicidio político. Es una estrategia de alto riesgo/alta recompensa.
Permítanme también agregar: Christie protegió su apuesta. Promete que sus propuestas “no afectarán a los ancianos que están ahora en esos programas ni a los ancianos que se acercan a la jubilación.” ¿Por qué no? Elevar la edad requerida ahora en 2 meses por año no impondría penurias serias. Ni tampoco lo haría recortar los beneficios para los beneficiarios más ricos.
En cambio, Christie eximiría a los baby-boomers, sin importar lo ricos que fueran, de los recortes. Los hijos y nietos de los baby-boomers pagarían esos generosos beneficios, mientras sus propios beneficios futuros se reducirían. El plan de Christie para Medicaid es también poco deseable; podría cargar a los estados con costos más altos para el cuidado a largo plazo, lo que reduciría los gastos del estado para las escuelas, carreteras y otras funciones tradicionales.
Pero la virtud de la propuesta de Christie supera sus defectos: Una figura política importante -y un posible candidato presidencial- discute el problema central del presupuesto con refrescantes detalles. Christie dijo cosas que debían decirse.
A saber: Las edades requisito más elevadas se justifican debido a la expectativa de vida más alta. La gente puede y debe trabajar más tiempo. Los gastos descontrolados de los ancianos amenazan “todas las demás prioridades nacionales”, entre ellas, la defensa de la nación. Las generaciones más jóvenes enfrentan impuestos más altos, déficits continuos y servicios públicos reducidos.
Pero también debemos proteger a los ancianos dependientes contra la pobreza. Las decisiones son desagradables.
¿Podemos debatirlas con honestidad?
Hasta el momento, la respuesta fue que no. Toda discusión racional estuvo notablemente ausente. Las propuestas de recortes modestos fueron pintadas como una amenaza para la existencia misma del Seguro Social y de Medicare. Los demócratas, especialmente, aporrearon a los republicanos. El discurso de Christie podría modificar el contexto. Crea una apertura para que reporteros y comentaristas pregunten a otros aspirantes a la presidencia -a Hillary Clinton y al enjambre republicano- cómo alterarían sus programas o si lo harían.
Necesitamos este debate, concluya como concluya. Podría simplemente validar el status quo: No toquen los beneficios de los ancianos. O podría edificar cimientos políticos para recortes razonables que favorezcan a los jóvenes.
© 2015, The Washington Post Writers Group
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