La violencia machista no es un callejón sin salida, la juventud tiene la clave

Por: Damaris Ruiz.


Coordinadora de Derechos de las Mujeres de Oxfam en América Latina y el Caribe.

Mujeres y hombres jóvenes son desafiados diariamente, pero de formas muy particulares. A los hombres se les reta a demostrar permanentemente su hombría, y si no lo hacen se arriesgan a que los excluyan del círculo de los “hombres de verdad”. Las mujeres vivimos en continua disputa entre ser la “buena chica” que cumple con los deberes impuestos y querer vivir nuestras vidas sin tantas subordinaciones. Vivimos constantemente desafiando las calles, la noche, la forma de vestirnos, a nuestras familias y nuestras parejas.

El informe Rompiendo Moldes demuestra que los hombres y las mujeres jóvenes tienen creencias y comportamientos muy similares, pero con implicaciones distintas para cada quien. Pensemos por un momento. La creencia si una mujer ha consumido alcohol se presta a que un hombre tenga relaciones sexuales con ella, aunque esté inconsciente… ¿tiene las mismas consecuencias para las chicas como para los chicos? 3 de cada 10 mujeres y 4 de cada 10 hombres de 15-19 años lo piensan, pero el resultado para ellas es opresivo y para ellos es de privilegios.

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Engin_Akyurt / Pixabay

Afortunadamente, son muchos los chicos y las chicas que están rompiendo moldes impuestos por la cultura del machismo y racismo. Miremos cómo lo están haciendo.

Patricia López, de 20 años, pertenece a unos de los pueblos mayas de Guatemala, Maya Mam. Se afirma como mujer joven en resistencia y nos asegura que su lucha comenzó internamente. La sociedad le decía cómo tenía que ser y en algún momento de su vida quiso ser otra. Nos cuenta que se miraba al espejo preguntándose como sería si fuese diferente, con otro color de piel, otros ojos, otra cara, si hubiese nacido en otra familia.

Patricia empezó conociendo los derechos de la niñez y seguramente esto le llevó a no creerse del todo la imagen que le exigía ese espejo en el que se miraba. Hoy, con toda seguridad, afirma que aquello que le hacía sentir vergüenza no es más que el producto de la colonización, del racismo y la discriminación que existe en nuestras sociedades (9 de cada 10 jóvenes en Guatemala creen que las mujeres indígenas sufren más violencia que otras mujeres) “Tuve que desaprender para volver a aprender, sanar para volver a empezar, y reflexionar para poder construir, aún estoy en el proceso”.

Anita Guerrero de 25 años, lesbiana, nicaragüense. Para Anita nombrarse lesbiana ha sido todo un proceso, algo que no solamente ha tenido que pasar por la aceptación de su familia, sino todas las implicaciones que tiene en sociedades tan conservadoras como las nuestras (4 de cada 10 jóvenes creen que las lesbianas no deberían mostrar su orientación sexual en las calles y peor aún 7 de cada 10 piensan que sus amistades tienen esa misma creencia). “A mí no me da miedo ir de la mano con mi pareja, pero soy consciente que hay lugares donde no puedo arriesgarme a que me agredan verbalmente, físicamente, por expresar mi afecto a una mujer”. Anita no exige nada fuera de lugar, quiere que se les sean reconocidos todos sus derechos.

Jonathan Vivas de 20 años y de El Salvador es activista en varias organizaciones locales. Creció en una familia de las que tenemos muchas en nuestros países. Embarazos muy tempranos, padres violentos, padres ausentes, abuelas que terminan cuidando para que las madres busquen el sustento. Aun en estas circunstancias, siempre tenemos la opción de marcar la diferencia, de optar por otros caminos. Jonathan es uno de esos chicos que se resiste a repetir los patrones machistas. “Como jóvenes tenemos el compromiso de romper el estatus quo que tradicionalmente impone roles (sexistas) a mujeres y hombres, y crea una cultura de dominación sobre las mujeres que es injusta”.

Jerson González vive en un barrio popular de Medellín, Colombia, y forma parte de Con-vivamos. Se auto identifica como un chico en permanente deconstrucción. Para Jerson ser activista le ha permito politizar la cotidianidad y cuestionar el machismo que se le pone de frente a cada paso para decirle qué debe creer y cómo debe comportarse. Jerson, de 26 años, invita a otros jóvenes a decir ¡Basta! y que actuemos para que algún día cercano la violencia machista sea solamente un mal recuerdo.

Las historias de Patricia, Anita, Jerson y Jonathan nos enseñan mucho. Nos evidencian que desafiar al machismo, es cosa de hombres y de mujeres. Los hombres cuestionando sus privilegios, fomentando otras formas de ser hombres y actuando contra la violencia machista. Las mujeres resistiendo a los mandatos y actuando colectivamente para cambiar los imaginarios sociales machistas. Solo podemos salir de la violencia machista si lo hacemos entre todas y todos. 7 de cada 10 jóvenes creen que la violencia contra las mujeres es un problema grave en su país. ¡Llegó el momento de actuar! Este es el desafío.


Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización


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SOURCE: Oxfam

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